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Opinión

Adolfo Suárez

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Hasta el mes de noviembre de 1975, concretamente hasta el día 20  que muere Francisco  Franco buena parte de los españoles no sabíamos lo que iba a ocurrir, era como caminar por una extensa meseta llana que terminaba en un precipicio.

Concretamente estudiábamos derecho constitucional, derecho político, derecho internacional público, historia del derecho o derecho canónico y todo daba la sensación de ocurrir dentro de un ordenamiento jurídico normalizado y legítimo, creo que éramos máquinas estudiando y memorizando libros y más libros de derecho y economía, todo daba la aparente sensación de estabilidad y seguridad, hasta que un buen día apareció  Arias Navarro en la televisión y haciendo pucheros, llorando, nos dijo que Franco había muerto.

Lo demás sucedió a una velocidad vertiginosa, el hasta entonces presidente del gobierno y alcalde de Madrid desapareció del panorama, el príncipe Juan Carlos, heredero de la corona por la voluntad y el sacrificio inmenso de don Juan III, verdadero heredero, fue nombrado rey de España, antes el propio Franco le diría que viajara por la piel de toro para conocer lo que éramos los españoles.

Hubo una terna de la cual el monarca debería elegir al nuevo presidente del Gobierno y el hasta entonces Secretario Nacional del Movimiento fue elegido por el Rey para formar gobierno como presidente del mismo.

Era un hombre joven y dinámico, simpático, expresivo, cálido y cercano, venía del franquismo pero el Rey le encargó lo que su padre desde Estoril le estuvo adoctrinando, un estado democrático, moderno, con libertad de expresión y libertad total de prensa,  lleno de partidos políticos, precisamente esto último es lo que más odiaba el llamado Caudillo, eso y los masones, pues España era “la reserva espiritual de Europa”.

Y Adolfo Suárez, el hombre que acaba de morir fue el elegido por el Monarca para realizar esa transformación increíble, peligrosísima, compleja y arriesgada. Desde entonces la obsesión de Adolfo Suárez fue la de conciliar voluntades, entendimientos, diálogo, acercamiento, escuchar a todos, cosas que hacía de forma prodigiosa y que ahora al parecer no se hace. Su objetivo era el de conciliar y unir para siempre a todos los españoles, para lo que creó la Ley de la Reforma Política y la Constitución que aunara a todos los españoles.

Esa obra increíblemente peligrosa y difícil fue la que realizó el malabarista, el genio de la política, el titán de trajes impecables y camisas blanquísima de puños almidonados  e impolutos que solía estirarse con la manos mientras caminaba sonriente.

Es increíble que las dos Españas, la nacional y la republicana, las derechas y las izquierdas, los fachas y los rojos, los hijos de papá y los obreros, se reconciliaran, se hermanaran, olvidaran sus rencores, vencedores y vencidos, de la mano de este hombre singular, genial, hábil y  recto en sus valores, amante de España como también lo era Francisco Franco pero de una forma diferente, amante de una España distinta siendo la misma, y que fuera capaz en tan poco tiempo de llevar a cabo la tan manoseada llamada “transición” desde una dictadura hasta una democracia. Como estratega era único, ¡ cuidado que era difícil poner de acuerdo a todos los habitantes de este pueblo singular ¡.

Hemos de reconocer  que lo que pase ahora, en el pasado o en el futuro, lo hacemos sobre un escenario completamente distinto al del antiguo régimen.

Ese salto en el vacío, en el pavoroso precipicio sin despeñarnos y perecer se lo debemos a ese camisa vieja, ese falangista llamado Adolfo Suárez, su valor y su coraje se palpó el día del golpe de estado en el Congreso de los Diputados al no tirarse al suelo ante los disparos del coronel Tejero y hacerle frente con la dignidad de un presidente del Gobierno de España.

Creo que debemos a Adolfo Suárez, mi generación, las más jóvenes  y las que le sigan, un servicio a la patria memorable y genial.

Sin él yo no sé si esto habría aguantado y hubiera sido así, claro que el Rey Juan Carlos fue el motor de la idea general de esa nueva España y no olvidemos nunca a Juan III, don Juan de Borbón que sacrificó su vida, sus derechos y sus sueños por el bien de España, por la paz y la concordia entre todos los españoles de un bando y del otro.

Suárez siempre se preocupaba por la “unidad de España”, y así lo hacía saber a sus asesores jurídicos, aunque él de derecho sabía mucho, sabía tomar decisiones difíciles en tiempo récord, pero también sabía meditar las estrategias y el campo minado que tenía frente a sí, más la fe religiosa por supuesto que jamás le abandonó y su amor a la familia, a su mujer y a sus hijos.

Adolfo Suárez  tuvo una vida dura, con tragedias personales, familiares y políticas capaces de fulminar a cualquiera de nosotros en cuestión de minutos, pero él era de Cebreros, tierra dura de cielos límpidos y  velazqueños, azules barridos por los vientos de Gredos.

Ahora descansa en paz. No olvidemos nunca su preocupación por la unidad de España. Ahora desde el cielo,  reunido con su mujer y con su hija tan queridas, seguirá preocupándose por todos nosotros, por nuestra convivencia en libertad, en unidad y en paz.

 (*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos.

Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

 

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