El  último centurión

"Cuando quieren reemplazar a un gerente que está haciendo bien el trabajo por una dueña de casa, el problema es de ellos y no mío", dijo Labbé en julio pasado y con esta explosiva frase el edil de Providencia intentó minimizar  los afanes de la oposición que por entonces, comenzaban a apoyar a una desconocida Josefa Errázuriz, una vecina de la comuna que si bien desconocida para el gran público, llevaba muchos años en las taras de preocupación por los problemas vecinales de los residentes de Providencia, una de las comunas más ricas de Chile y, tradicionalmente, de voto fuertemente inclinado a la derecha  y de gran simpatía por el fallecido dictador Pinochet.

Sin embargo, después de 16 años (4 veces reelegido por amplia mayoría) Labbé se enfrenta por primera vez a una realidad hasta ahora desconocida para él: el país ha cambiado, la masa electoral ha cambiado e incluso la figura del dictador se ha desdibujado al punto de tornarse incómoda para muchos de los personeros que hoy mismo están en el gobierno, y que hacen todo lo posible por neutralizar la pátina pinochetista que ha impregnado hasta el hueso, sus trayectorias de vida, de negocios y de política.

Miembro de la ultraderechista UDI, brazo político del pinochetismo más duro y recalcitrante, Labbé es en si mismo, el más genuino representante de esa derecha altanera, reaccionaria, trasnochada, y anacrónica, que aún queda en muchos sectores de la sociedad chilena. Apoyado –aunque tímidamente por los dirigentes de su partido-, es  según se dice, secretamente  indeseado por el resto que desearía verle fuera de acción ya que Labbé es el recuerdo vivo de una época que muchos en la UDI, querrían olvidar.

Labbé es el último centurión de Pinochet y es -al menos dentro de los que tienen cargos políticos de relevancia-, el único que se atreve a defender públicamente  la figura y el gobierno del fallecido dictador. Durante la dictadura fue un hombre de la más absoluta confianza del ex general; miembro muy activo de la temible policía secreta, la DINA, fue escolta y jefe personal de la seguridad de Pinochet y un hombre con inmenso poder por su cercanía con el dictador.

Hombre de fuertes tradiciones y apego a toda la fanfarria y parafernalia a la que son tan aficionados los militares, comparte su gusto por la Ópera, con un extraordinario fervor  por las populares rancheras mexicanas y compartía con Pinochet la preferencia por la ranchera “Y Sigo Siendo El Rey” que –como casi todos saben-, fascinaba al extinto general.

Durante los 503 días que Pinochet permaneció arrestado en Londres por orden del juez español Baltasar Garzón, Labbé viajó a verle en más de una docena de ocasiones durante las cuales estrechó aún más,  los fuertes lazos que le unían al anciano general que según dicen, “le quería como a un hijo”.

Hombre de acciones y actitudes rápidas decidió como modo de presionar al gobierno español, no retirar la basura de la sede diplomática española (sita en la comuna de Providencia) mientras no se resolviese la situación de Pinochet como también, resolvió cerrar el instituto chileno-británico de Cultura a la vez que le retiró los espacios de aparcamiento reservados a esta institución radicada también, en la comuna regentada por este impetuoso alcalde.

La explicación para el fuerte apoyo que Labbé ha recibido en estos últimos 16 años, se basa de manera principal en que los vecinos de la rica comuna de Providencia han preferido tomar en cuenta su gestión municipal antes que su ideología,  y sin considerar su pasado fuertemente ligado a un período de la vida política chilena tan cuestionado principalmente, por temas de DD.HH.

Sin embargo, el escenario de estos dos últimos años ha cambiado de manera radical. El paraguas político de la figura de Pinochet  ya no da cobijo a nadie y Labbé este aspecto al parecer, no lo ha comprendido del todo bien: De ahí su tremendo y desafortunado error al autorizar  y promover en 2011,  un homenaje que los últimos rescoldos de la dictadura rindieron en su comuna a uno de los más siniestros represores de la dictadura. El tristemente célebre brigadier Miguel Krassnoff, condenado a 144 años de prisión por violaciones a los DD.HH. y que recibió un “calido homenaje” de sus partidarios con el beneplácito y apoyo de Labbé pese a la repulsa y descalificación general que recibió desde distintos sectores, incluido el del gobierno de Piñera que se desmarcó de manera oficial del lamentable suceso.

Algunas otras medidas impopulares y poco atinadas han desgastado la otrora brillante figura de Labbé. Fundamentalmente, las que el coronel tomó en medio de las protestas estudiantiles del 2011: los desalojos de los colegios tomados con ayuda de la policía y la cancelación de la matrícula de 93 alumnos. El alcalde argumentó que los jóvenes habían provocado destrozos equivalentes a dos millones de euros, pero los tribunales ordenaron su reincorporación y calificaron de “arbitraria” la medida. “La justicia le está echando combustible al movimiento estudiantil”, dijo el exmilitar, acusando soterradamente al poder judicial, de partidismo..

El actual  alcalde, ha manifestado no tenerle miedo a las elecciones, y de ahí la burlona frase que expresó  y con la que hemos comenzado esta crónica. Sin embargo, cuando en mayo pasado la prensa nacional comenzó a  publicar encuestas en las cuales no salía precisamente bien parado frente a su desconocida contrincante, Labbé optó por el mutismo y prácticamente, no ha concedido entrevistas y se ha volcado en una campaña radial y callejera buscando el voto entre sus antiguos partidarios pero las cosas ya no son tan simples y todo parece indicar, que el “último de los centuriones”, ha llegado al final de su carrera política  y salvo que se produzca una situación  completamente anormal, lo más que probable es que Labbé tenga a dedicarse a partir de ahora, a sus asuntos personales y a disfrutar de más tiempo para escuchar Ópera y rancheras mexicanas.