Tangos que hicieron época: “Cambalache”

Los tangos habían sido escritos por Enrique Santos Discépolo y Luis Cesar Amadori. Uno ellos se destacó sobre los demás: Cambalache. Aquí el mérito era exclusivo de Discépolo. En el film, lo interpretó la orquesta de Francisco Lomuto y lo cantó Ernesto Fama. La dirección estaba a cargo de Mario Soficci y la producción de Angel Mentasti.

Amadori, intuitivo y rápido para los negocios, llevó el tema a la cantante Sofía Bozán para que ésta lo estrenara en el Teatro Maipo de la capital argentina. Enterado Mentasti, trato de impedirlo, pero Amadori con un pretexto, lo invitó a una cafetería para convencerle, mientras la Bozán desgranaba por primera vez ante el público las estrofas de Cambalache. El argumento de la obra nada tiene que ver con el guión de baja calidad de la película, que si posee el atractivo de contar con buenos intérpretes y cantantes, por ejemplo, el recordado Charlo que entona Horizontes, un tema de otro gran poeta de la música del Río de la Plata, Homero Manzi.

Enrique Santos Discépolo ya venía desde hacía tiempo componiendo temas tremendamente pesimistas sobre el hombre y la realidad argentina. Los años treinta del pasado siglo, convivían con la primera dictadura militar del general Uriburu y Discepolín, ya había escrito “Yira Yira”, “¿Qué sapa señor” (1), “Confesión”, y “Secreto”, grabados algunos y convertidos en éxitos por Carlos Gardel, que contrariamente a lo que se supone, no registró “Cambalache”.

Discépolo nació en el barrio porteño de Once, el 27 de marzo de 1901 y murió (mejor dicho, se dejó morir) el 23 de diciembre de 1951, en el departamento céntrico que compartía con Tania, su esposa. Comprometido con el peronismo, fue crítico y nunca servil. De él se recuerda su personaje “Mordisquito” en un famoso programa de radio, que según el propio Perón reconoció, le ayudó para su reelección como presidente. Recuerda el poeta argentino Sergio Pujol, autor de una biografía sobre el personaje, en un artículo para Todo Tango (2) que hace unos años, en su ensayo Les assassins de la mémoire –un agudo estudio sobre el revisionismo neonazi en la Europa contemporánea-, el escritor francés Pierre Vidal-Naquet reprodujo la letra de Cambalache. “¿Una cita descabellada?¿ Acaso un rasgo de exotismo de un intelectual en busca de oxígeno fuera del ámbito de la cultura europea?”, se pregunta Pujol, para concluir: “Según lo confesaría el autor, Discépolo cayó en sus manos a través de unos amigos latinoamericanos. Y él decidió incluirlo en un libro que nada tenía que ver con el tango. La imagen del cambalache como escenario del azar insolente, de la confusión de valores y la desacralización le pareció más adecuada para sellar tu texto de denuncia.”

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(1) Sapa: argentinismo de pasa
(2) Más información: www.todotango.com.ar



La letra del tango “Cambalache”

Letra y música de Enrique Santos Discépolo (1935)
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.

En el quinientos seis
y en el dos mil, también.

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.

Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.

No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.

Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...

Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...

Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...

El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...

Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...