Entre Arguiles y periodistas con precios

Queríamos conocer personalmente a uno de los libaneses más famosos de Ciudad del Este. Mohamad Fayez Barakat, por lo que nos sumergimos en las profundidades de la Galería Page que, en verdad, es un edificio de varios pisos donde están concentrados los mercaderes de Medio Oriente. Nos dijeron que es famoso porque ocupó cientos de paginas de los diarios paraguayos durante varias épocas, desde inicios de esta década, mucho más tras haber sido secuestrado en marzo de 2007.

En el microcentro de Ciudad del Este, esta Petra sudamericana, hay que caminar con cuidado de los carteristas y, a los codazos en algún momento mientras se anda por veredas y galerías. Durante toda la mañana esta ciudad es una caldera a todo vapor donde segundo a segundo millones de dólares pasan de una a otra mano tras rápidas transacciones comerciales.

Uno de sus protagonistas activos es Barakat, un joven que todavía no llega a los 40 años de edad. Un hombre cuyo nombre evocaba para determinados círculos de prensa toda la maldad, al diablo en persona.

Por lo que publicaban los diarios de la capital paraguaya Barakat merecía la pena capital, pero de un tiempo a esta parte, apenas es un recuerdo, sobre todo para el corresponsal en Ciudad del Este que se hace llamar el “cacique” del periodismo. Para este corresponsal del principal diario asunceno, Barakat dejó de ser todo lo que publicaba con el: falsificador de todas las marcas posibles, recaudador para el Partido de Dios de Medio Oriente, ni buscado por la CIA y la FBI, contrabandista, evasor fiscal, etc.

No. Si algo se sabe a través de la prensa del otrora famoso “marginal” Mohamad Barakat, es la oferta de ropas en su tienda ¨Big Boss¨ en la galeria Page, porque tiene un aviso publicitario pagado en el diario “Vanguardia”, cuyo cartel esta frente a la tienda, en el cuarto piso, del referido piso, donde, segun el aviso, se oferta “varios modelos de camperas y sacos (chaqueta) unisex en general”.

Llueve en Ciudad del Este. En los portales del edificio hay una alfombra de cajas desarticuladas de cartones para evitar tanto barro en el piso de cerámica. En “Big Boss” están tres jóvenes árabes, preguntamos por Barakat y nos dicen que no está. De todas maneras iniciamos una conversación descomplicada y sin los rigores periodísticos para saber de boca de los tres anfitriones que en Ciudad del Este es fácil comprar la conciencia del periodista.

Nuestros enemigos comerciales pagan 50 dólares, que es lo que normalmente cuestan, para atacarnos, nosotros pagamos 100 y le embarramos más grande en la siguiente edición. ¿Todos los periodistas tienen un precio?, preguntamos. “En Ciudad del Este, sí”, responden como asombrándose porque nosotros no lo sepamos.

Nos dijeron que Barakat no estaba, pero quizás uno de ellos haya sido el famoso personaje (en verdad, todos los árabes se parecen). Tampoco querían hablar ni de lo que paso ni de la actualidad de Barakat.

“Pero Guerin, el corresponsal del diario ABC, no ataca más como lo hacía por años despiadadamente. Los tres sonríen como diciendo en respuesta, “nosotros sabemos como manejar ese tema”. Y queda, con salitral sabor, la frase cuantificada de los tres hombres: aquí, en esta ciudad paraguaya fronteriza con Brasil, los periodistas cuestan 50 dólares, o quizás 100, un precio casi tradicional entre los comerciantes libaneses atacados por la prensa, hasta que aflojan. Algo casi tradicional como las vedijas del arguile de las cuatro de la tarde, cuando los clientes brasileros se fueron y queda el comentario de los comerciantes sobre la última arremetida de algunos periodistas (léase extorsión) en busca de mejorar el tarifario en dólares.