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El 'caso Strauss-Kahn' destapa el machismo de la política francesa

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Strauus-Kahn (I), tras su arresto domiciliario, y Tron.
Strauus-Kahn (I), tras su arresto domiciliario, y Tron.

Si lleva falda a la Asamblea, la ministra de Deporte sufre comentarios salaces ¿Quién será el próximo? Tras el 'caso Strauss-Kahn' y la dimisión de un secretario de Estado acusado de agresión sexual, la clase política francesa se pregunta sobre sus prácticas. Crecen las voces que denuncian el sexismo que impregna la política gala, sobre todo en la Asamblea Nacional.

"¿Y si el 'affaire George Tron' no fuese más que la primera de una larga serie de réplicas tras el terremoto del 14 de mayo, en el [hotel] Sofitel de Times Square?", se preguntaba este lunes el diario Libération.

Georges Tron, secretario de Estado para la Función Pública, acusado de acoso sexual a dos antiguas empleadas de la alcaldía de Draveil -donde Tron sigue siendo el regidor- dimitió este domingo del gobierno, sólo 15 días después del arresto del socialista Dominique Strauss-Kahn, acusado de crímenes sexuales contra una empleada del hotel neoyorquino. La fiscalía investiga si las acusaciones contra Tron pueden tratarse de agresión sexual y no sólo acoso.

El shock provocado por el 'affaire DSK' ha suscitado encendidos debates sobre los comportamientos de los políticos franceses con respecto a las mujeres, pero también sobre la indulgencia otorgada en este país a actitudes duramente reprimidas en otros países.

Si el machismo está extendido en la sociedad francesa, está especialmente presente en el ámbito político, de acuerdo con la jurista Caroline Ressot, del Observatorio de la Igualdad, un organismo gubernamental encargado de promover la igualdad entre hombres y mujeres.

"Hay cierta tolerancia en el seno de los partidos políticos", dice, lamentando su incapacidad para excluir de sus filas a responsables que habrían tenido conductas sexistas.

En la Asamblea

Chantal Brunel, diputada del partido presidencial UMP, recuerda ella misma haber sufrido "reacciones muy fuera de lugar" de un vecino en la Asamblea Nacional, sin querer decir más. Brunel forma parte de la centena de mujeres diputadas en Francia, sobre 577 escaños.

Un testimonio que se suma a las anécdotas abrumadoras recogidas el lunes por el diario Le Parisien. La ministra de Deporte, Chantal Jouanno, no puede asistir a la Asamblea en falda sin escuchar comentarios salaces. Por su parte, la diputada socialista Sandrine Mazetier, está harta de ver cómo en el hemiciclo reina "una forma de paternalismo e infantilización de las mujeres que no había visto antes".

Una diputada socialista recuerda en el diario cómo la semana pasada, cuando asistió a la Asamblea con un traje de chaqueta y pantalón y tacones, escuchó a su paso: "¡Así vestida, no hay que extrañarse si es violada!". Las palabras venían de otro diputado -del gobernante UMP- que preside una comisión parlamentaria y a quien todavía enerva que su compañera de partido Christine Lagarde sea la apuesta de Sarkozy para suceder a Strauss-Kahn al frente del FMI.

Otra diputada, en este caso de la derecha, relata cómo si abandona antes de tiempo su escaño su compañero de bancada le suelta comentarios desvergonzados como: "¿A quién te vas a tirar?".

"Desde mi madre, el lugar de las mujeres en política no se ha movido", explica Françoise de Panafieu, diputada de la UMP, ex secretaria de Estado e hija de Hélène Missoffe, que fue diputada y secretaria de Estado de Valéry Giscard d’Estaing.

Ante estos comportamientos, muchas mujeres se callan, por miedo a que no las tomen en serio. "Ellas se dicen 'nunca me creerán', sobre todo cuando la persona es alguien conocido y puede que aún más cuando es alguien que tiene poder", explica Caroline Ressot.

En Francia, explica Chantal Brunel, 10.100 violaciones fueron oficialmente denunciadas en 2010. Pero "se estima que sólo una de cada 10 personas habla de su violación. Las otras se callan", añade.

Pero en este ámbito, sociólogos, periodistas y políticos coinciden en decir que el caso DSK marca un giro. Y el 'affair Tron' parece ser el primer ejemplo.

"Cuando veo que una joven camarera es capaz de plantar cara a Dominique Strauss-Kahn, me digo que no tengo el derecho de callarme (...) hace falta romper esta omertá [ley del silencio]", decía la semana pasada en Le Parisien una de las dos mujeres que han denunciado al ya ex secretario de Estado.

Y este paso podría inspirar a otras. "Creo que la palabra de las mujeres va a soltarse (...) Hay un después de Strass-Kahn", añade Chantal Brunel.

¿Signo de un cambio de mentalidad? Mientras la prensa francesa ha sido acusada de complacencia por haber guardado silencio en relaciones preocupantes de DSK con las mujeres, varias mujeres dedicadas al periodismo político relataban recientemente a Le Monde las insistentes peticiones de hombres políticos de su entorno.

 

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