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Opinión:

Cumbre UE-CELAC y las ausencias de Sánchez

  • Por José Antonio de Yturriaga

lunes 24 de julio de 2023, 20:16h

24JUL23 – MADRID.- Tras 8 años de barbecho, los pasados días 17 y 18 de julio se celebró en Bruselas la III Cumbre entre la Unión Europea y la Comisión de Estado de América Latina y del Caribe (CELAC), a la que han asistido los jefes de Estado o de Gobierno -o sus representantes- de los 27 países miembros de la UE y de los 33 de la CELAC, así como el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el alto representante de la Unión para los Asuntos Exteriores, Josep Borrell.

Entre las ausencias más notables cabe mencionar las de los presidentes de El Salvador, México, Nicaragua, Perú y Venezuela. En sustitución de Nicolás Maduro asistió la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, que hace 5 años fue sancionada con la prohibición de pisar el territorio de los países miembros de la Unión por haber violado los derechos humanos y socavado la democracia y el Estado de Derecho. En esta ocasión, Rodríguez -que como el rayo del sol por el cristal- pasó por las terminales del aeropuerto de Barajas sin pisarlo, de la mano del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, ahora -fruto de la ”real politik-, los que la sancionaron la han invitado y le han extendido una alfombra roja, al final de la cual, le esperaba el presidente rotatorio del Consejo Europeo, Pedro Sánchez, que le dio un par de besos, como desagravio por los malos tragos que apuró durante su no-estancia en España.

Situación de las relaciones entre la UE y la CELAC antes de la Cumbre

Como han observado Lucía Bosoer y Lucas Chiordi, en su excelente artículo “Las relaciones entre Europa y América Latina: un nuevo ciclo de ilusión (¿o desencanto?)”, publicado en la Fundación Foro del Sur, las relaciones entre la UE y América Latina oscilan entre periodos de vinculación simulada y de involucramiento activo. La vinculación es simulada porque, si bien la Unión no le otorga la prioridad que asigna a otras regiones, mantiene una apariencia de constante presencia en la región, en base a los lazos históricos, culturales y económicos. El involucramiento activo se produce cuando la UE intensifica su interés por la región en respuesta a lo que percibe como una afectación a sus intereses estratégicos. Cada coyuntura crítica desencadena un realineamiento, que hace que se refuercen los lazos entre ambas regiones. La Unión parece estar saliendo de su “adolescencia geopolítica”, ya que sus crisis la suelen llevar a una mayor presencia en la escena internacional.

La UE, sin embargo, percibe actualmente el mundo a través de la guerra de Ucrania, que condiciona profundamente su política exterior, pero los intereses de la CELAC no están especialmente relacionados con esta guerra, ya que su preocupación principal se centra en la pobreza, la desigualdad y la criminalidad, y Latinoamérica mira hacia la UE en busca de financiación para hacer frente a estos retos. La Unión cuenta con el “Global Gateway”, su instrumento para invertir en infraestructuras en los países en desarrollo, que está dirigido a reforzar su posición geoestratégica, pero a veces ignora los retos específicos que afrontan los países en desarrollo. De los 300.000 millones de euros presupuestados para el período 2021-2027, el 50% está destinado a África, y el otro 50 a Asia y América Latina.

En el contexto de la rivalidad por el liderazgo mundial entre Estados Unidos y China, si la UE quiere desempeñar un papel relevante en la esfera internacional necesita buscar aliados a nivel global, y América latina se le ofrece como un socio natural con el que comparte no solo valores y principios, sino también una intensa relación económica y comercial. Uno de los trámites claves para una posible cooperación europea afecta a la necesaria transformación digital. Ya en marzo de 2023 se lanzó la Alianza Digital UE-CELAC para realizar en ambas regiones una transformación digital inclusiva y centrada en el ser humano, que encaja muy bien en una Latinoamérica hondamente comprometida con la defensa de los Derechos Humanos. Para los latinos sería una excelente noticia el compromiso europeo en la región en este ámbito, pues supondría una diversificación en la financiación en infraestructuras tecnológicas. La UE tiene que ofrecer asimismo asistencia en otros temas, como la protección de la Amazonía, el fortalecimiento de las cadenas de valor y el compromiso para avanzar en la conclusión del Acuerdo entre la Unión y MERCOSUR.

Todos ellos son pasos positivos y motivos razonables para la ilusión, pero -según Bosoer y Chiordi- la UE debería tomarse más en serio sus compromisos, ampliar su cooperación con Latinoamérica, y evitar fórmulas simplistas. “De otro modo, al actual momentum en las relaciones podría seguir un nuevo período de desencanto”. No basta con repetir en Conferencias y Declaraciones que las dos regiones comparten valores y principios que potencian la cooperación. El diálogo debe partir del reconocimiento de las especificidades sociales, políticas, económicas y culturales de América Latina porque, sin ello, será improbable que este impulso revitalizador ofrezca resultados sustantivos. Europa podría terminar, una vez más, exportando recetas que se ven muy bien sobre el papel, pero que fracasan a la hora de producir un impacto real. ¿Ha cumplido la Cumbre de Bruselas con las expectativas de los países latinoamericanos o su Declaración Final ha sido una más plena de palabras solemnes pero poco efectivas?

Cumbre de Bruselas: Declaración Final

La Cumbre entre la UE y la CELAC tiene de entrada el mérito de haberse celebrado, tras ocho año sin contactos y en una coyuntura política internacional bastante complicada. Los participantes han acordado celebrar cumbres cada dos años y reuniones de ministros de Asuntos Exteriores para impulsar los compromisos comunes. Asimismo se establecerá un órgano de coordinación entre la UE y CELAC para velar por la continuidad y seguimiento de los compromisos asumidos.

Estimo que ha sido un grave error táctico por parte de la UE y de la presidencia española centrar la discusión de la Declaración Final de la Cumbre en un tema tan controvertido como el de la guerra de Ucrania, en el que se han producido distintas valoraciones a uno y otro lado del Atlántico, y sobre el que difícilmente se podía alcanzar un consenso satisfactorio. El tema no afectaba directamente, ni condicionaba el objetivo pretendido de potenciar las relaciones entre la UE y la CELAC, antes al contrario. Hay otros foros -especialmente Naciones Unidas- en los que se ha debatido el tema -y se seguirá debatiendo-, en los que los Estados participantes ya habían expresado su opinión y no era previsible que la cambiaran.

Algunos líderes latinos calentaron el ambiente con sus declaraciones, como el primer ministro de San Vicente y las Granadinas y presidente de la CELAC, Ralph Gonsalves, que afirmó que no podía ser que los países que aducían los principios de la ONU en Ucrania fueran los que históricamente habían usado la fuerza contra países pequeños y pobres, por lo que les pedía que se dejaran de hipocresías y aplicaran los principios de las Naciones Unidas de forma clara y objetiva. Más grave fue la filípica populista de Lula da Silva en la que criticó con dureza la política exterior comunitaria por utilizar las sanciones y los bloqueos sin apoyo del Derecho Internacional, lo que solo servía para penalizar a las partes más vulnerables de la población. Se necesitaba la paz para superar los grandes retos que había que afrontar. ”En vez de eliminar el hambre de tantos millones de seres humanos, estamos gastando miles de millones de dólares para alimentar la maquinaria de guerra, que solo causa destrucción y más hambruna. Esta cumbre es el momento de decir basta. Otro mundo es posible y es lo que tenemos que construir entre todos”. A la par, sus delegados trataban de que no mencionara a Ucrania en la Declaración. Fue la cuestión más debatida y, al final, se adoptó un párrafo inocuo, que no satisfizo plenamente a nadie y que suscitó el rechazo de la delegación de Nicaragua. La cubana aceptó qué se dijera “guerra contra Ucrania” en vez de“ guerra de Ucrania” -como mantenía- y, en compensación, obtuvo la inclusión de un párrafo en el que se condenaba las sanciones económicas a la isla y la consideración del país como promotor del terrorismo.

El parto de los montes ha sido el siguiente:” Expresamos nuestra preocupación por la guerra contra Ucrania, que continúa causando un inmenso sufrimiento y está exacerbando las fragilidades existentes en la economía mundial, restringiendo el crecimiento, aumentando la inflación, interrumpiendo las cadenas de suministro, aumentando la inseguridad energética y alimentaria, y elevando los riesgos para la estabilidad financiera. Apoyamos la necesidad de una paz justa y duradera, y reiteramos igualmente nuestro apoyo a la Iniciativa de Grano del Mar Negro y los esfuerzos del secretario general de las Naciones Unidas para asegurar su prórroga”.Otro debate innecesario fue el de la condena de la esclavitud. “Reconocemos y lamentamos profundamente el inimaginable sufrimiento infligido a millones de hombres, mujeres y niños como consecuencia del comercio trasatlántico de esclavos. Reconocemos que esta trata fue una tragedia atroz en la historia de la humanidad y que la esclavitud y la trata de esclavos constituyen un crimen de lesa humanidad”. Declaraciones de este tipo ya se han hecho en otros foros más adecuados y, por otra parte, al reducir la condena a la trata transatlántica, se puede implicar “contrario sensu”, que la esclavitud en el interior de los países no resulta condenable.

Los participantes se han comprometido a “remontar y seguir reforzando nuestra ya arraigada asociación birregional, que se basa en valores e intereses comunes y en estrechos lazos económicos, sociales y culturales… Reforzaremos nuestro diálogo y fomentaremos amplios contactos interpersonales”. Reafirmaron los valores compartidos, tales como la protección y el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, el Estado de Derecho, la democracia -incluidas las elecciones libres, limpias, integradoras, transparentes y creíbles-, la libertad de prensa, el multilateralismo inclusivo, la cooperación internacional, y el respeto al Derecho Internacional, especialmente a los principios de soberanía, libre determinación, no intervención en los asuntos internos y no recurso a la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial de un Estado. La referencia a las elecciones debe sonar a música celestial a las delegaciones de Venezuela, Cuba o Nicaragua. En cualquier caso, una declaración de este tipo no podría ser formulada junto con Rusia o China.

Los Estados también se han comprometido a cooperar para investigar los efectos adversos del cambio climático y la degradación medioambiental, de acuerdo con el principio de equidad y de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas, y de las capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales. Se trata de una salvaguardia razonable, que ya escuché en 1972 en la Conferencia sobre el Medio Humano de Estocolmo, pues las potencias industriales -que han contaminado durante décadas el medio ambiente para lograr su desarrollo- no tienen derecho a exigir a las emergentes que apliquen estrictas normas anticontaminantes que traban su desarrollo, sin prestarles la requerida asistencia técnica y financiera. A algunos fundamentalistas comunitarios se les va la mano al imponer unos estándares inasumibles para los países latinos, como en el caso de la desforestación de la Amazonia.

También han reconocido la importancia de un comercio abierto y justo, basado en normas acordadas a escala internacional, de las cadenas de suministro productivas, y del acceso a los mercados, así como la contribución al fomento del desarrollo sostenible. No se ha hecho mención alguna a la conclusión definitiva del Acuerdo comercial entre la UE y MERCOSUR, pero -desde las bambalinas de la Cumbre- se ha alentado a las Partes a que continúen las negociaciones para finalizarlo.

Según Michel, se trata de una declaración que ejemplifica la nueva dinámica que la Unión quiere generar con los países de la CELAC, tras un lapso de 8 años sin reuniones. El presidente argentino, Alberto Fernández, ha manifestado que la Cumbre ha colmado las expectativas de las dos partes, y Ralph Gosalves que ha servido para renovar las relaciones de amistad entre la UE y la CELAC. Por parte de España, fuentes de la Moncloa han expresado su satisfacción por los resultados de la Cumbre.

Sánchez había forjado “great expectations” con “su” presidencia del Consejo de la UE, que le facilitaría un protagonismo y una presencia ante los focos internacionales que le permitirían dorar su blasón de estadista mundial, pero el desastre del PSOE y sus aliados en las elecciones autonómicas y municipales frustró su propósito. Humillado por la injusticia de los electores convocó -sin encomendarse a Dios ni al diablo- unas elecciones generales impresentables a finales del mes de julio, al comienzo de la presidencia, si bien afirmó que ello no afectaría en modo alguno al desempeño de su mandato, pero no solo no se ha aprovechado de la presidencia rotatoria España, sino que ha incumplido sus funciones y responsabilidades. Cómo estará de desesperado por las negativas previsiones de los sondeos, que se ausentó de la cena de gala ofrecida a los participantes y de la rueda de prensa al final de la Cumbre que él supuestamente presidía, para hacer viajes-relámpago a Huesca y a San Sebastián donde hacer sendos mítines políticos para la caza de unos escaños huidizos ¡Todo sea por la protección del medio ambiente! También se ausentó de una reunión promovida por Emmanuel Macron entre Delcy Rodríguez y miembros de la oposición venezolana, en la que también participaron Lula, Petro y Fernández. España siempre ha pretendido ser el gran mediador en los conflictos entre las naciones latinoamericanas ¡Otra ocasión perdida! Pese todo, yo -que soy optimista por naturaleza- prefiero ver el vaso medio lleno.

Acuerdo comercial entre la UE y MERCOSUR

El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) fue creado en 1991 por el Tratado de Asunción, y está compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay Uruguay. Venezuela se incorporó en 2012, pero está actualmente suspendida pues no ser un Estado de Derecho. Bolivia ha solicitado su incorporación, que estás pendiente de la aceptación por parte de Brasil. Son Estados asociados Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guayana, Perú y Surinam. Tiene por objeto establecer una zona de libre comercio entre Estados democráticos, con la fijación de un arancel exterior común y otros mecanismos de integración económica, social y cultural, incluida la libre circulación de los ciudadanos del bloque. Es la cuarta asociación económica del mundo. Sus miembros no contemplan un sistema de integración similar al de la UE, sino una amplia zona de libre comercio.

En 1995, MERCOSUR y la UE firmaron un Acuerdo Marco Interregional de Cooperación y durante la Cumbre entre la UE y CELAC celebrada en Madrid en 2010, la Unión y MERCOSUR decidieron intensificar las negociaciones para concluir un Acuerdo Comercial. Los intercambios comerciales entre ambos ascendieron en 2020 a 36.000 millones de euros por parte de la UE y 33.000 millones por parte de MERCOSUR. Las exportaciones de aquélla son fundamentalmente productos industriales y las de éste agrícolas. La Unión es el principal inversor en MERCOSUR.

Las negociaciones entre la Comisión Europea y MERCOSUR concluyeron en mayo de 2019 con la adopción de un Acuerdo que contenía dos instrumentos: un Acuerdo Comercial, que requeriría la aceptación del Consejo y del Parlamento Europeo, y otro Acuerdo de Cooperación, que requeriría la ratificación de los Estados miembros. Los textos están actualmente en vía de revisión técnico-jurídica y de traducción a los 23 idiomas de la UE. El Acuerdo Comercial supone un delicado equilibrio entre los intereses agrícolas e industriales de las Partes y ambas han tenido que hacer sacrificios para obtener ventajas. Como ha reconocido Alberto Fernández, en un negociación todos tienen que ganar algo, porque, si unos ganan y otros pierden, no se trataría de un acuerdo sino de una broma. Al Acuerdo Comercial se oponen los sectores agrícolas de Francia, Irlanda, Países Bajos y Austria -los Parlamentos de estos dos últimos países han recomendado a sus Gobiernos que no apoyen el Acuerdo- y los sectores industriales de Argentina y de Brasil. La Comisión está a favor de tramitar los dos instrumentos por separado para que la mayor complejidad de uno no retrase la firma del otro. Von der Leyen ha expresado su confianza en que se pueda superar el actual bloqueo, pero Francia, Países Bajos y Austria -no así Irlanda, que sería una de las más perjudicadas- siguen mostrando su oposición. Es notable el egoísmo de Francia y de Países Bajos, que pretenden beneficiarse de las exportaciones de productos industriales por la supresión o reducción de los aranceles, pero no están dispuestos asumir los perjuicios que pudieran sufrir su sectoragrícola que es francamente minoritario dentro de sus economías. Los agricultores franceses está muy mal acostumbrados, pues -pese a su escasa relevancia económica- tienen una gran influencia política, y -si no les dan la razón- se toman la justicia por su mano y se dedican a quemar camiones españoles en tránsito.

La UE también ha sugerido añadir al Acuerdo un Protocolo sobre desarrollo sostenible que facilite la aplicación del Acuerdo de París Sobre Cambio Climático, pero esto plantea dudas a MERCOSUR, que todavía no ha dado una respuesta. Lula -que da una de cal y otra de arena- ha declarado en la Cumbre que espera que el Acuerdo pueda quedar finalizado durante la presidencia española. Según Félix Peña -en su artículo “Perspectiva del acuerdo entre MERCOSUR y la UE”-, la entrada en vigor del Acuerdo pondría de manifiesto la capacidad de Argentina y de MERCOSUR de traducir en hechos concretos las metas ambiciosas que se han fijado en sus estrategias de inserción comercial internacional, con lo que se iniciaría la etapa principal de esta Asociación. Habría que cumplir los compromisos asumidos para aprovecharse de la ampliación de los respectivos mercados. Para el embajador Rubens Barbosa, Brasil y Argentina quieren modificar algunas disposiciones del Acuerdo sobre la participación de su industria, pero la UE quiere asegurar la aplicación de las disposiciones sobre comercio y desarrollo sostenible sin retrasar el proceso de ratificación, y de ahí su propuesta de separar los instrumentos, que resulta oportuna. No conviene reabrir las delicadas negociaciones. El Protocolo adicional no debería plantear problemas a MERCOSUR sino va más allá de lo previsto.

Sin embargo, Pierre Grignard -embajador de Francia en Argentina entre 2016 y 2019- ha afirmado en su artículo “El Acuerdo UE-MERCOSUR no verá a la luz”, que el Acuerdo no responde hola actualmente a sus expectativas y ha quedado superado, porque las circunstancias no son ya las mismas ni en Europa ni en América Latina. Existen diferencias sociológicas y culturales entre una Europa que envejece y una América Latina joven, y un acercamiento a Europa sería percibido como un alineamiento. Grignard asoma la orejita gabacha cuando afirma que los agricultores franceses no se oponen a la competencia, sino al exceso de la misma, que los dejaría en condiciones de vulnerabilidad si todos los productores no respetaran las mismas normas, pero la OMC ha sido incapaz de imponerlas. La ecuación agricultura-medio ambiente cristaliza la oposición al Acuerdo y las resistencia son múltiples en ambos lados. La suma de las oposiciones es más fuerte que las ventajas del Acuerdo, que ya no responde a las expectativas depositadas en él. “No perdamos el tiempo con un borrador que nos retrotrae al siglo XX y destaca lo que nos ha dividido”. No comparto la opinión del colega francés. Es posible que algunas disposiciones del Acuerdo sean mejorables, pero -recordando la sabiduría de los refranes españoles- “lo mejor es enemigo de lo bueno” y “más vale pájaro en mano que ciento volando”. Se trata de un texto muy equilibrado que se ha discutido durante años, y que ha obtenido un amplio apoyo. Concluyamos y apliquemos el Acuerdo aunque tenga imperfecciones, y tratemos de mejorarlo sobre la marcha, recordando el famoso poema de Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Hay además un elemento de urgencia, pues -mientras la UE y Estados Unidos discutían sobre si eran galgos o podencos-, el dragón chino ha extendido sus zarpas sobre América Latina, siguiendo la táctica que tantos éxitos le ha proporcionado en África. Es cierto que juega con ventaja: incumplimiento de las normas de la OMC, ofrecimiento de créditos a bajo interés financiados por los bancos estatales chinos o por instituciones ”ad hoc” como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras -en el que participan Ecuador y Uruguay-, inaplicación de las normas medioambientales, falta de respeto a los estándares laborales, empleo de mano de obra semi-esclavizada, o tolerancia y comprensión con los regímenes dictatoriales. Como han señalado Gino Panselli y Román Pros en el artículo “China, importante socio comercial y prestamista”, su gran instrumento de penetración es el “Belt and Road Initiative” (BRI) –“Iniciativa de la Franja y la Ruta”-, establecida en 2013 por Xi Yinping, como la “Nueva Ruta de la Seda”, destinada a impulsar la proyección económica mundial de la República Popular. En 2022, 20 países latinoamericanos se habían unido al BRI: Antigua, Argentina, Barbados, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Chile, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guayana, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana, Surinam, Trinidad-Tobago, Uruguay y Venezuela. Incluso la CELAC -en cuanto tal- se ha asociado al BRI. De la noche a la mañana, China ha empezado a construir conexiones ferroviarias -Argentina-, marítimas -Argentina Brasil, Chile-, y de telecomunicaciones -Brasil, Argentina, Méjico-, instalaciones portuarias -Colombia, Perú, Uruguay-, y hasta una estación de rastreo espacial en Neuquén -Argentina-. En paralelo, ha realizado una gran inversión cultural a través de los Institutos Confucio, su diplomacia y sus medios de comunicación.

La situación es alarmante y preocupante, aunque no tan irreversible como en África, pues aún se está a tiempo de reaccionar. Según una encuesta realizada en 2021 entre 300 líderes de opinión, el 35% tenía una opinión positiva de China, el 33% negativa y el 30% intermedia. El 80% estimaba la influencia de China era alta y el 5% que era baja. En cuanto a la influencia en los distintos sectores, el 90% consideraba que era elevada en la economía, 10% en la tecnología y solo 6% en la cultura. El 33% creía que la influencia era negativa, 25% que positiva y otro 25% que neutral.

El ” Global Gateway” está muy por detrás del BRI y la UE tendrá que ponerse las pilas y redoblar sus esfuerzos si quiere competir en serio con China, especialmente en los ámbitos digital, tecnológico y de las infraestructuras, así como en la financiación de los proyectos. Latinoamérica es la región más compatible con la UE, pero sus relaciones están por debajo de lo deseable, y para los latinos sería una buena noticia un mayor compromiso europeo en su región. Como ha observado José Juan Ruiz en su artículo “¿Por qué importa América Latina?”, publicado en “El País”, hace falta menos arrogancia, más conocimiento mutuo y una negociación realista. Los intereses y los valores compartidos están allí, esperando como Godot.

Madrid, 21 de julio de 2023

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