Casar de Periedo se convirtió en la capital de la alubia y la hortaliza

Los miles de visitantes tuvieron la ocasión de adquirir los más variados productos agroalimentarios y de artesanía en los 180 puestos de venta instalados, entre los que no faltaron las alubias que se cultivan en la zona y que gozan de calidad alimentaria.

Además, pudieron tuvieron la oportunidad de ver recreaciones de estampas singulares, como las evoluciones de parejas de vacas arando la tierra, la siembra, la deshoja, el herrero, la elaboración tradicional de tortos, morcillas y chorizos; una escuela rural, exposiciones etnográficas, además de degustaciones de cocido montañés, café y productos de matanza.

Señoras mayores en una portalada cosiendo, otras jugando a la lotería, otras haciendo la deshoja. En cada esquina, en cada rincón del pueblo, se pudieron ver escenas rurales como un corral de gallinas, otro de burros, otro de rebaños de cabras y talleres infantiles de artesanía.

En otros puntos, se ofrecieron degustaciones de café de puchero, sopa de ajo y otros productos. En el interior de una amplia carpa, varios vecinos se afanaron toda la mañana en preparar un monumental cocido montañés, del que salieron 1.900 raciones.

El presidente de la junta vecinal de Casar de Periedo, Jose Luis González Conchas, pendiente de que todo saliera lo mejor posible, confesó que estaban encantados de la afluencia de público, que había saturado todas las zonas de aparcamiento habilitadas y que pese a la lluvia no quiso perderse esta Feria de la Alubia y la Hortaliza.

En cuanto a los de los productos de la huerta que se ofertaron, no solo estuvieron los de la pedanía de Casar de Periedo, si no, además, otros hortelanos llegados de diversos puntos de Cantabria. En la feria se expusieron y vendieron alubias, hortalizas, quesos, miel, anchoas, orujos, vinos y otros productos, todos de Cantabria.

En cuanto a los puestos de artesanía la organización exigió que fuera toda hecha por los expositores. Hubo artesanos de madera, cuero, cerámica, lana, cestería, albarcas, yugos y otros artículos.

La Asociación Fotográfica Oticlic de Torrelavega llevó a cabo un maratón fotográfico a lo largo de toda la mañana.

Los visitantes en su deambular por el pueblo, mientras escuchaban música popular a cargo de diversos grupos folclóricos, pudieron contemplar una exposición de aperos de labranza; una escuela rural ambientada en los años 40, con presencia de maestro y alumnos que recrean en el patio juegos de la época; la fragua, en la que pudo observar la elaboración de objetos típicos de este oficio; y la deshoja manual y desgrana del maíz con máquinas antiguas.

También, se mostró una cuadra, con vacas, ovejas y pequeños animales domésticos, con demostraciones de ordeño. No faltaron en una casa antigua del pueblo una reunión de señoras mayores, como era costumbre antaño, realizando sus labores y jugando a las cartas y a la lotería.

Hubo reparto de café de puchero elaborado a la antigua usanza, con fuego de leña, así como talleres infantiles.

La gastronomía rural tuvo, igualmente, su protagonismo, con ala elaboración cara al público y posterior reparto de “sopa de ajo”. Igualmente, los visitantes pudieron presenciar demostraciones de cómo se elaboran artesanalmente mermeladas, sidra y quesos. Al público se le obsequió, además, con tortos, pulientas y productos de matanza. No faltó, tampoco, el chocolate caliente. Otros alicientes fueron las exposiciones de motos y coches antiguos.