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A MESA Y MANTEL

Brindis…por España

Por Manolo Méndez - [email protected]

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Brindis…por España
Yo, a qué engañarles, no soy muy futbolero. Me sacas del Depor, y algo del Real Madrid, y no tengo opinión que valga ni criterio digno de ser tenido en cuenta. También soy de La Roja, claro, y muy intensa y emotivamente.
El otro día vibré con ella y con esos colores a plena intensidad; el fútbol que hicieron en Suráfrica (que no Sudáfrica, que la partícula “sud” no existe en español, del mismo modo que no es Sudamérica sino Suramérica) fue, a lo largo de todo el campeonato, de una calidad extraordinaria y apabullante, y la gran final ciertamente no apta para cardiacos. La conjunción fue realmente histórica y también providencial, porque por su consecuencia hemos vivido unos días de fervor patrio, por una vez, al fin liberados de complejos, que a mí se me antoja más importante y trascendente aún, si cabe, que la propia consecución del triunfo deportivo.

Bien sé que lo uno y lo otro son indisociables, y que lo otro es consecuencia de lo uno, pero qué hermosura de experiencia. Yo, que andaba casi desahuciado de esperanza, vi renacer una luz soberbia en rojo y gualda, que había llegado a temer definitivamente perdida. En fin, que hemos podido comprobar que, aunque tímida y acobardada por el empuje pertinaz, de tantos años, de los nacionalismos radicales y excluyentes, hay todavía una nación española que quiere seguir siéndolo, si la dejan. Y qué bien poder sentirse uno, como yo me siento desde siempre, ciento por ciento gallego, al máximo de lo posible y tanto como el que más, y ciento por ciento español, sin menoscabo, ni recorte ni conflicto, de lo uno con lo otro. Si es lo natural, pero estaba ahí, tan oculto y amedrentado, que ha hecho falta un gol a término, genial y extraordinario, para revitalizar esa lógica apabullante e histórica.

Lo que nos hace falta ahora es perseverar con valentía en el ejemplo, y conjurarnos para encontrar el mejor modo de avanzar juntos en ese empeño natural e indeclinable de hacer posible y armónica nuestra secular pertenencia común, sin perjuicio, al tiempo, de una identidad regional tan peculiar y entrañable como, por fortuna y herencia de siglos, nos distingue a los gallegos. Brindemos por ello.

Brindemos, sí, y hagámoslo, como aquí solemos, contando la historia curiosa de esta costumbre, también milenaria, de entrechocar las copas en gesto de cómplice efusión.

Veamos, pues, lo que del caso hemos sacado. La costumbre de brindar tiene raíces muy antiguas que, indefectiblemente, remiten al norte, a los países del norte de Europa. La propia palabra “brindar”, “brindis”, es un germanismo, que tiene su origen en la frase alemana “Ich bring dir’s”, que quiere decir, más o menos, “yo te lo ofrezco, yo te lo traigo”.

En otros países también norteños, escandinavos por ejemplo, la acción de brindar suele acompañarse con la exclamación “sckol”, cuyo origen, según algunos, viene de los tiempos en los que aquellas tribus primitivas solían utilizar para beber los cráneos (sculls) de sus enemigos vencidos en la guerra.

Esta costumbre, que bien se ve tan antigua, de beber brindando, tiene su origen, pues, en un rito bárbaro, de grupo, encaminado a lograr que todos beban y se alegren a la vez.

En algunos países, y aún hoy, el acto de brindar se realiza de un trago, y mirándose a los ojos; es decir, que subyace y perdura aquella razón primitiva de forzar que nadie partícipe pueda sustraerse de la euforia colectiva. Del mismo modo que también en muchos países y sociedades, pongamos por ejemplo significativo la rusa, rechazar un brindis conlleva una ofensa grave para quien lo ofrece y propone.

En cuanto al rito de entrechocar ruidosamente los vasos en el acto de brindar, parece ser que viene de los tiempos en los que las copas eran opacas, de cuerno o de metal, y se hacía así, se entrechocaban, para demostrar que no había engaño de que alguno de los recipientes estuviera vacío, y evidenciando también, al tiempo, que todos los partícipes habían recibido equitativamente la misma cantidad de bebida.

En fin, ya ven que, como queda dicho, nuestro castellano “brindis” tiene su origen etimológico e histórico en ese centro-norte de Europa. Por cierto que también el término francés “trinquer”, deriva del alemán “trinken”, que quiere decir “beber”.

Hoy, cuando esto escribo, en el día después de esa gesta histórica protagonizada por nuestra Selección Nacional, con la moderación que es debida y todo caso conviene, levanto con entusiasmo mi copa, bien colmada esta vez con un fragante y frutal albariño, para “tranquear” con ella por la emocionante tarde-noche que ayer nos “brindaron” esos héroes de La Roja. ¡Por España!… “Chin-chin”… y buen provecho.



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