La trama gira en torno a Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina, uno de los principales aristócratas sicilianos integrado en el absolutismo borbónico, que vive el declive de su clase social e intenta acomodarse, sin mucho éxito, a los nuevos tiempos. A través de su figura, la novela explora temas como el paso del tiempo, la pérdida del poder de la nobleza y la adaptación al nuevo escenario político. En ese contexto describe la relación entre su hija, Concetta, y su sobrino Tancredi. Concetta está enamorada de Tancredi, pero su amor no es correspondido, ya que él decide comprometerse con Angelica, una jovencísima y bella hija de Calogero Sedara alcalde del pueblo donde la familia Corbera pasa sus vacaciones. Sedara es el Sancho frente al príncipe Quijote, que aprovecha cada oportunidad para especular y enriquecerse cambiando de bandera las veces que sea necesario, mientras que Tancredi aparece inicialmente como un idealista que termina acomodándose a las peores situaciones del nuevo régimen.
Todos los capítulos son de una estética exquisita , la belleza del paisaje, el vestuario y las fastuosas comidas constituyen , quizás, lo más interesante de la serie que intenta, sabiamente, alejarse de la maravillosa película de Luchino Visconti de 1963 y más aún de la novela en la que está basada.
Es inevitable la comparación con la adaptación cinematográfica de Luchino Visconti. La película, con Burt Lancaster, Claudia Cardinale y Alain Delon, es una obra maestra del cine. La serie, con más del doble de duración, tiene la ventaja de ofrecer una narrativa de mayor profundidad, atendiendo a aspectos que en la película solo pudieron ser tocados de manera superficial y añadiendo otros que no figuran en la novela, pero al final nos preguntamos qué aporta al mito del Gatopardo y la respuesta es que nada.
La figura del príncipe es descrita por los creadores de la serie como un personaje más introspectivo y complejo que el retratado en la película y Kim Rossi Stuart aguanta la comparación con Burt Lancaster . El personaje de Concetta,,interpretado por Benedetta Porcaroli adquiere una importancia desconocida tanto en el libro como en el filme y sale dignamente del reto. Sin embargo ni el Tancredi, ni la Angelica de la serie aprueban. Tancredi, Saul Nanni, carece del mínimo carisma .Nos hace recordar constantemente al inmenso Delon. Lo mismo ocurre con la Angelica, Deva Cassel una actriz que ha heredado la belleza y la planta, mide un metro ochenta, de su madre, Monica Belluci, pero no el carisma de su padre Vincent Cassel. En todo caso le sobra presencia para aventajar a su pareja en todas las escenas en las que aparecen juntos.
Como en cualquier adaptación histórica, uno de los mayores retos de El Gatopardo es mantener un equilibrio entre la fidelidad a los hechos y la narrativa dramática. Más allá de la trama y los elementos históricos, El Gatopardo es una historia sobre el cambio. La famosa frase de la novela, cuando Tancredi le explica a su tío porque milita con los partidarios de la unificación "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie", captura el dilema central de la obra. Fabricio acepta obligado el cambio, pero él no cambia, mientras que Calogero Sedara, Francesco Colella, se acomoda en cuerpo y alma, aprovechando cualquier oportunidad para especular. Cuando Fabricio rechaza ser senador del nuevo Reino como le ofrecen en Turín, propone a Sedara para ese puesto asegurando que pertenece a una antigua familia siciliana… o que pertenecerá en unos días, pues sabe que está rebuscando en los archivos a ver si puede comprar discretamente un pequeño título nobiliario .
La frase, que aparece en la película , pero no literalmente en la novela, complementa a la conocida del cambio: aparentemente todo seguirá igual, pero algunas personas habrán cambiado y los leopardos habrán sido sustituidos por hienas.