Han aparecido programas en que el público se doblega ante suculentas sumas de dinero, para contar “sus verdades”, aflorando muchas confesiones que con o sin desparpajo son emitidas, tras la lucrativa meta del premio.
Es increíble ver como el ser humano es fácilmente presa de las tentaciones que le provocan algunos programas de televisión. Esto ya va dejando atrás a los realityes de encierro (lo que ya es mucho decir).
Pero realmente este nuevo formato de programa - concurso, se va apoderando de sus protagonistas hasta llegar al punto de exponer secretísimos episodios pasados de sus vidas.
Y esto ya ha alcanzado ribetes trágicos. Hace poco en Perú, una participante fue muerta, en días posteriores a su confesión pública que en un momento de la vida había oficiado como prostituta.
¿Hasta donde iremos a llegar en materia de privacidad, versus dinero, rating y “popularidad”?
¿Quién impondrá los límites?
Pareciera ser que “el fin justifica los medios”; aunque “Los Medios” no parecieran justificar su fin…