Un día yo te vi
al otro día te hablé;
en una semana te conocí
y no se en cuanto tiempo me enamoré.
Nunca dije nada
pensé no lo ibas a creer,
hoy mi vida está ilusionada
desde que te empecé a querer.
Esas tardes de verano
fueron algo diferente,
y si no tomé tu mano
fue solo por no ofenderte.
Cuando el agua nos mojaba
sobre la arena encendida,
yo contigo jugaba
sin pensar en la despedida.
Pero la despedida llegó
y el agua nunca más nos mojó,
y lo que entre nosotros nació
sobre esa arena húmeda quedó.
Hoy sólo hay recuerdos
y muchas esperanzas,
de esos días veraniegos
de sinceridad y confianza.
Querida, tú eres niña,
querida, tú eres bella;
tú eres mi alegría,
en una noche sin estrellas.