La salida desde el Palacio Provincial, en la avenida de la Estación, dio paso a un recorrido de 21,097 kilómetros que dibuja una de las rutas más espectaculares del calendario atlético español. Los corredores atravesaron el parque natural de El Palmeral antes de adentrarse en un trazado costero que discurre por las playas de Urbanova, Arenales del Sol y El Carabassí, con el histórico Faro de Santa Pola como referencia visual, hasta alcanzar la meta en la playa Varadero.
Una ruta única en el panorama mundial
La organización no escatima en superlativos al describir las características de la prueba: se trata de la única media maratón del mundo cuyo recorrido transcurre íntegramente por playas galardonadas con bandera azul. Este distintivo, que certifica la excelencia medioambiental y la calidad de las instalaciones, convierte cada kilómetro de la carrera en una postal del Mediterráneo que los participantes inmortalizan y comparten en redes sociales, multiplicando el alcance promocional del evento.
La peculiaridad del trazado, sumada a las temperaturas benignas de noviembre en la costa alicantina —con máximas que rondan los 20 grados—, explica el crecimiento exponencial de la participación internacional. En solo seis ediciones, la Carrera del Mediterráneo ha pasado de ser una prueba de ámbito local a competir en atractivo con clásicos consolidados del calendario mediterráneo.
Efecto económico más allá del asfalto
Los datos de participación extranjera revelan algo más que el atractivo deportivo de la prueba. Cada corredor que viaja desde el extranjero genera un impacto económico que trasciende la jornada de competición: la estancia media se sitúa en tres noches, y rara vez viajan solos. Familiares y acompañantes multiplican la ocupación hotelera y el consumo en restauración, comercio y ocio.
Esta dimensión económica ha convertido el turismo deportivo en un vector estratégico para diversificar la oferta turística provincial, tradicionalmente concentrada en el segmento de sol y playa. Las pruebas atléticas ofrecen, además, la ventaja de la desestacionalización: noviembre, mes tradicionalmente más tranquilo, se llena de corredores y acompañantes que descubren un destino diferente al de la temporada estival.
Noviembre, mes grande del atletismo
La Carrera del Mediterráneo abre un calendario sin precedentes en la historia deportiva reciente de la provincia. Del 17 al 23 de noviembre, el Club de Tenis Montemar acogerá el Challenger ATP Montemar, que traerá a Alicante a tenistas del circuito profesional internacional en busca de puntos para el ranking mundial.
Pero el verdadero hito llegará el último domingo de noviembre con la celebración de la I Maratón Internacional Elche-Alicante, una prueba que unirá por primera vez las dos principales ciudades de la provincia en una competición de 42,195 kilómetros. Esta maratón inaugural representa mucho más que un evento deportivo: simboliza la capacidad de colaboración intermunicipal en proyectos de gran formato y sienta las bases de una alianza estratégica con enorme potencial.
Elche-Alicante: la maratón que une dos ciudades
La maratón Elche-Alicante aspira a convertirse en un clásico del atletismo nacional. El recorrido, que conectará el Palmeral ilicitano —Patrimonio de la Humanidad— con el paseo marítimo alicantino, ofrecerá a los participantes un viaje por dos realidades urbanas complementarias: el interior agrícola y el litoral mediterráneo, la tradición industrial y el turismo costero, dos identidades que conforman el músculo económico y social de la provincia.
Las expectativas de participación son altas. Los organizadores confían en superar los tres mil inscritos en esta primera edición, una cifra nada desdeñable para una maratón debutante que competirá en calendario con pruebas consolidadas. El factor diferencial reside precisamente en la conexión entre Elche y Alicante, dos ciudades que suman más de medio millón de habitantes y que hasta ahora no habían explotado su potencial conjunto en el ámbito del deporte de masas.
Una alianza con proyección de futuro
La colaboración Elche-Alicante en el ámbito deportivo abre un horizonte de posibilidades que trasciende el atletismo. Ambas ciudades reúnen infraestructuras complementarias, masa crítica de aficionados y capacidad hotelera suficiente para albergar eventos nacionales e internacionales en múltiples disciplinas. La Copa del Rey de balonmano, prevista para junio de 2026 en Alicante, es otro ejemplo de la ambición provincial por acoger grandes citas deportivas.
Esta estrategia de eventos deportivos responde a una visión a largo plazo: posicionar la provincia como destino de referencia del turismo deportivo en el sur de Europa. Valencia capital ha demostrado con su maratón —una de las más rápidas del mundo y cita obligada para corredores que buscan récord personal— que el atletismo puede convertirse en un potente motor económico y de proyección internacional.
Alicante y Elche aspiran ahora a replicar ese modelo, aprovechando ventajas competitivas como el clima, la calidad de las infraestructuras, la conectividad aérea y la oferta complementaria de ocio y cultura. La Carrera del Mediterráneo y la inminente maratón Elche-Alicante son las primeras piezas de un engranaje que podría transformar el perfil turístico provincial en la próxima década.
El pistoletazo de salida ya ha sonado. Ahora toca recorrer el camino.