El parque está poblado por una enigmática fauna escultórica producto de la imaginación desbordante y plena de buen humor del escultor Stefan von Reiswitz, creador de un universo surrealista formado por seres extraños y fantásticos. Nacido en Múnich en 1931, tras vivir en París, Madrid y otras provincias españolas, se estableció en nuestra ciudad en 1957, donde residió hasta su fallecimiento en 2019. Dotado de gran inteligencia y curiosidad desde su infancia, no cesó nunca en su formación, asimilando todas las influencias que marcarán su producción artística, tanto en la pintura como en el grabado y, sobre todo, en la escultura. Fue en esta disciplina donde mejor supo desarrollar su sello inconfundible y la que más popularidad le proporcionó. En el conjunto de su obra se aprecia su afición por la arqueología y la mitología clásica, con un profundo conocimiento de las culturas griega, etrusca y latina. Otro de sus rasgos característicos es la incorporación de piezas y objetos de maquinaria y desecho en la composición de sus obras, dando como resultado objetos marcados por la originalidad. Este hecho enmarca claramente su obra en el dadaísmo que, junto con el surrealismo, son los movimientos artísticos que mejor definen el estilo de sus creaciones.
Los estanques están adornados con peculiares fuentes. La primera que se instaló fue “Hombre recostado”, realizada por Elena Álvarez Laverón, formada por tres grandes módulos de mármol travertino. Obra de Stefan, son las simpáticas criaturas con aletas que expulsan chorros de agua por la boca, “La sirena varada”, con cola de hélice, la “Sirena con pez” y otras figuras femeninas, todas ellas realizadas en bronce, con cabeza y peinados de claras reminiscencias clásicas.
Entre los moradores del universo stefaniano en el recinto, merecen mención el “Lector de audiolibros”, “Minotauro bebé”, “El último fauno sur”, “Llama”, “Cuadrúpedo”, o sus bellos y armoniosos grupos escultóricos.
Por desgracia, este parque no está teniendo la consideración y protección que merece, siendo frecuente objeto de vandalismo, como los que trágicamente han sufrido algunos animales desde su apertura, o el destrozo intencionado que este mismo año sesgó parte del “Zigurat”, máquina de coser transfigurada en un ser alado y con cuernos, sobre un pedestal escalonado.
Por esta circunstancia ha surgido el “Círculo de amigos del Parque del Oeste”, promovido por el gestor cultural José Antonio Sierra Lumbreras, que intenta sensibilizar a los ciudadanos y autoridades y con el propósito de revalorizar el parque, demandando que le sea otorgada la categoría de museo. Entre sus propuestas está la programación de visitas guiadas para difundir su valor artístico y dar a conocer la obra de este genial creador, lamentablemente desconocido para el gran público.
Un modelo y referente de gestión ideal para nuestro parque malagueño podría ser, en mi opinión, el parque Vigeland de Oslo, que tuve la ocasión de visitar el año pasado. Se trata de un conjunto monumental ajardinado, con estanques y fuentes, diseñado en su totalidad por el escultor Gustav Vigeland, donde se exponen permanentemente más de 200 figuras esculpidas en granito entre los años 1907 y 1942. Este recinto está perfectamente custodiado y protegido. Que lleve el nombre de su autor es significativo y digno de ejemplo. Así como que una completa información histórica, biográfica y de las obras que lo componen está bien visible para los visitantes. Además de ser una parada casi obligada incluida en las rutas turísticas y culturales de la capital noruega.
El parque del Oeste es, en definitiva, un museo al aire libre que reclama mayor protección y reconocimiento y que bien merece una visita.
Pilar Menoyo García
Bibliotecaria de profesión e historiadora del arte de afición. Titulada en Biblioteconomía y Documentación por la Universidad de Granada, su ciudad natal y residente en Málaga desde hace treinta y cinco años. Todos ellos como directora de la Biblioteca Pública Municipal Emilio Prados, ejerciendo su gestión cultural.
(Enviado por José Antonio Sierra)