Cada primer domingo de junio, la alicantina Elda comienza su transformación hasta convertirse en un escenario de película, donde nueve Comparsas con vistosos y realistas atuendos, reviven durante cinco días la historia de la comarca, con una Fiesta nacida en el siglo diecinueve: “Moros y Cristianos”, hoy en día considerada de Interés Turístico Nacional.
Prácticamente todos los vecinos y hasta los que llegan de otras regiones españolas, intervienen en esta celebración, que sumerge a la localidad en un emocionante y colorido espectáculo donde no hay actores profesionales, sin embargo, los miembros de las Comparsas actúan de forma histriónica. Actualmente, concurren cinco Comparsas del bando cristiano: Cristianos, Estudiantes, Contrabandistas, Piratas y Zíngaros; y las cuatro del lado moro: Marroquíes, Musulmanes Realistas y Huestes del Cadí.
En enero de 1944 mientras el pueblo disfrutaba de sus fiestas patronales de San Antón Abad, informalmente se agruparon algunos hombres, mujeres y niños. Algunos iban disfrazados y portaban arcabuces; indumentaria que se procuraron alquilándola, o pidiéndola prestada a vecinos de poblaciones colindantes. La foto que atesora la Junta Central de Comparsas de este superlativo festejo, confirma que en 2024 se cumplen 80 años de la recuperación de una antiquísima costumbre, devenida ya en fabuloso espectáculo.
En la sede de la Junta se conserva una espada toledana de 1869, expuesta como parte del patrimonio de la Fiesta, perteneciente a quien desempeñaba en aquella época el papel de “embajador”: Don Antonio Sirvent Maestre. Se puede ver además, el acta donde se acordó trasladar las fiestas coincidentes con el patrón San Antón, de enero a junio.
ENTENDER LA FIESTA: ALARDOS Y EMBAJADAS
El primer día de la celebración empieza con el Pregón y termina con una algarada de fuegos artificiales. El desfile de las Comparsas que representan sus pasodobles, colman la Plaza del Ayuntamiento, donde la Banda Municipal interpreta Ilella, el himno de la Fiesta. Durante las cálidas noches eldenses, las calles son un hervidero de personas de todas las edades, bailando y compartiendo comidas y bebidas, en largas mesas colocadas en las aceras o calzadas, que se acomodan para disfrutar del jolgorio.
Durante estos cinco días, los “cuartelillos” (locales donde se come y bebe en compañía de amigos y allegados), están a rebosar de parroquianos, que lucen durante todo el día sus trajes de fiesta. Se les llama por aquí “festeros”, a los miembros de las Comparsas que gozan de esta particular romería; mientras que los “fiesteros” son los disfrutones, que lucen trajes relativos a la Fiesta pero no están afiliados a ninguna compañía. Mientras duran los festejos poco se duerme en esta ciudad.
El sábado comienzan los “alardos”, un neologismo que es reconocible en prácticamente todas las poblaciones, donde se realizan fiestas de Moros y Cristianos. Se traduce en un acto de ostentación o alarde de la soldadesca, que lanza al aire andanadas de pólvora con sus arcabuces. Quien no haya visto en su vida estas escenografías, con seguridad se enfrentará a una de las escenas, más extraordinarias de siglos pasados traídas a nuestros días.
Este mismo día tiene lugar la “Embajada Mora”, una genuina exhibición de montaje, vestuario y creatividad, que puede rivalizar con cualquier producción cinematográfica, y llega a su cumbre en la lucha de los embajadores, peleando a capa y espada. En las siguientes jornadas, resucita la “Embajada Cristiana” que se traduce en la reconquista, y como confirma la historia, terminó con la expulsión de los musulmanes, y la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492.
La ilusión y el sentimiento de todos los miembros de las Comparsas eldenses que participan en estas escenas, demuestran un profundo arraigo a sus costumbres populares.
Animarse a disfrutar de estas celebraciones, puede ser un plan novedoso en pareja o en familia, comenzando la temporada estival en una zona con paisajes asombrosos, buena gastronomía y un calzado artesano que goza de muy buena reputación.