Pero el plato fuerte de la jornada era la intervención de Alberto Nuñez Feijóo, acompañado en el escenario por el presidente de la CEOE Antonio Garamendi. Empezó el político popular leyendo cuatro datos sacados del informe coyuntura de Exceltur referidos al pasado año: La aportación del turismo al crecimiento, creación de empleo, número total de empleados en el sector y contribución al PIB, sin tener en cuenta que todos los que abarrotábamos la sala éramos profesionales del sector, para concluir que cuando España va mal siempre llega el turismo al rescate.
Una vez cumplido el trámite pasó a centrarse en el verdadero objetivo de su intervención: atacar al gobierno por todos los flancos posibles. Le acusó de turismofobia recordando las palabras del exministro Garzón sobre la precariedad y la baja productividad del empleo, pero olvidando que, tras la reforma laboral el nivel de precariedad ha mejorado notablemente y es ahora inferior a la media. Se trataba del aperitivo, luego vino el plato principal, que es el mismo desde hace semanas: La deslegitimación de las instituciones que no controla su partido, que desde ayer también incluye a la constitución, tras el parlamento y el tribunal constitucional.
Ni una palabra sobre la política turística del partido popular. Toda una descortesía hacia los asistentes a un foro pretendidamente turístico y hacia el resto de los ponentes que hicieron un esfuerzo presentando proyectos que ayuden a definir el futuro del sector en España, que quedaron sepultados bajo los escombros del nihilismo del presidente del principal partido de la oposición. A fin de cuentas, Feijoo, como en su día Umbral, no había ido al foro a hablar de turismo sino a presentar su libro.