Las desorbitadas demandas: 36% de aumento en 3 años, semana laboral de las 32 horas con 40 pagadas, mejoras en el seguro sanitario, pensiones, más vacaciones, etc. no tienen como motivación la pérdida de poder adquisitivo y el deterioro de las condiciones laborales, sino que exigen la equiparación porcentual con las mejoras salariales que han obtenido en los últimos años los ejecutivos de esas empresas. UAW pretende también convencer a los trabajadores de las plantas de fabricación de coches eléctricos de que deben sindicarse.
Por supuesto no es lo mismo un 36% de un sueldo de un millón de dólares anuales que ese mismo porcentaje en otro de 100.000 con lo que, aun cuando sus demandas fueran atendidas, las diferencias salariales seguirían aumentando. Pero estas exigencias permiten al combativo presidente del sindicato, Shawn Fain, sacar a la luz un debate que hasta ahora solo tenía lugar en los “ think tanks” y en los medios académicos: ¿cómo deben ser distribuidos los beneficios de las empresas?.
Por supuesto la tesis dominante es que una vez pagados los impuestos, los salarios, los intereses de la deuda y descontadas las amortizaciones y los fondos para reservas el beneficio se dedicaba primordialmente a retribuir a la propiedad -los accionistas-. En representación de estos los consejos de administración y la dirección decidían los sueldos y los demás beneficios como fondos de pensiones y jubilación, seguros médicos, opciones sobre acciones, etc. A lo largo de los últimos 30 años, en todos los sectores, las retribuciones de ejecutivos crecieron mucho más, tanto en términos absolutos como porcentuales, con lo que la brecha con los salarios de los trabajadores ha ido aumentada hasta el punto de que algunos de los primeros ganan en un día lo mismo que los trabajadores en un año.
El sindicato del automóvil puede iniciar esta huelga porque, a pesar de las diferencias, el personal está bien pagado y no hay desempleo en el sector. La propiedad, por su parte está obteniendo importantes resultados positivos tras las numerosas crisis desde los años 70 ,durante las que las que obtuvieron sustanciales subvenciones.
Tanto el presidente Biden como el candidato Trump han apoyado a los huelguistas que tienen más votos que los ejecutivos y los accionistas.
Si la UAW consigue que sus trabajadores le den un mordisco a los beneficios habrá cambiado la historia de la negociación colectiva.