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Opinión: “La Cueva del Lobo”

La religión la inventaron los hombres hace ya varios milenios, para conseguir la cohesión social...(imagen de referencia)  Crédito foto: Pixabay
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La religión la inventaron los hombres hace ya varios milenios, para conseguir la cohesión social...(imagen de referencia) Crédito foto: Pixabay

Regreso al Nacionalismo

  • Hay un nacionalismo bueno: el nuestro y uno malo: el de los otros.

viernes 15 de diciembre de 2023, 22:57h

15DIC23 -MADRID.- Habíamos vivido tan felices durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo veinte . Ya estaban olvidados los dos grandes problemas : nacionalismo y religión. Nada más lejos de la realidad. Ambos han regresado y más fuertes que nunca.

La religión la inventaron los hombres hace ya varios milenios, para conseguir la cohesión social de los grupos que compartían una creencia frente a los que adoraban a otros dioses . Era uno de los principales motivos de enfrentamiento y servía como justificación para la lucha por la propiedad de la tierra o las personas . Al principio las religiones convivían, pero la implantación del monoteísmo exigía la eliminación de las demás creencias y en consecuencia la guerra, primero contra los que profesaban otra y después entre sí.

La religión se convirtió en el principal punto de unión de los grupos humanos y también de las guerras entre ellos. En el caso de Europa hasta la Ilustración y la revolución francesa, a partir de la cual, fue siendo sustituida por la nación. Rousseau plantó la semilla en “El Contrato Social“

Durante siglos, las sociedades, ciudades, regiones estaban sometidas a dirigentes que tenían a un pueblo a su servicio. Mandaban “por la gracia de Dios“.

Los reyes heredaban los territorios como hoy se heredan las fincas. Carlos I se hizo con las coronas de Castilla y Aragón con 16 años, sin conocer el país, ni hablar castellano o catalán . Tampoco hablaba el alemán al ser proclamado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Su lengua materna era el francés.

Un par de siglos después como el rey de entonces murió sin herederos directos, el resto de los monarcas europeos decidieron resolver el asunto con la sangre de los que después serían los españoles. Una vez derramada esta, pusieron en el trono a otro jovenzuelo de 17 años que se convertiría en Felipe V, que tampoco había cruzado los Pirineos, ni hablaba los idiomas locales.

En Inglaterra, un Orange holandés ocupó el trono en 1688 (incluso estuvo pluriempleado como jefe de estado en su país). Luego se hicieron cargo los Hannover, sustituidos a su vez por los Sajonia-Coburgo-Gotha, reinantes en las islas en la actualidad bajo el seudónimo de Windsor. Ellos representan la esencia de lo ”british”.

Napoleón ,cuyo apellido, Bonaparte, indica su origen, llegó a la academia militar con un horrible acento extranjero, pero terminó siendo el hombre más importante de la historia de Francia. Al final de las guerras que llevan su nombre, los vencedores aceptan que uno de sus mariscales , que ya era el príncipe heredero, acceda al trono de Suecia y al de Noruega.

Cuando ese país y Dinamarca se separan en 1814 se sienta en el trono un príncipe de origen alemán; como alemán, Sajonia-Coburgo, era también el primer rey de los belgas designado tras la independencia en 1831. Un año después un príncipe bávaro inauguró el trono griego.

Tan tarde como en 1905 el parlamento noruego ofreció la corona del país a un príncipe danés de origen alemán, casado con una noble británica.

Solo la familia real holandesa es indígena. Idioma y nación no iban unidos. Hasta mediados del siglo XIX la familia imperial rusa y, por extensión gran parte de la nobleza, usaba el francés. Ya en el último tercio de ese siglo, cuando se unifica Italia, la élite piamontesa y la casa real de Saboya-Cerdeña- se expresaban en ese idioma tanto públicamente como “en la intimidad” . Víctor Manuel II se convirtió en el primer rey de Italia sin conocer la lengua local. El alemán fue el idioma doméstico de la casa real británica durante generaciones. El padre de la moderna Finlandia, el mariscal Mannerheim, hijo de un sueco de origen holandés nació en territorio ruso, hablaba sueco, ruso, francés, alemán, inglés y polaco. Lo que no hablaba era finlandés que tuvo que aprender a trompicones cuando ya tenía 50 años.

La implantación del nacionalismo -mi pueblo es mejor que el tuyo, que es un asco- es una de las peores consecuencias de ese nefasto movimiento llamado romanticismo, que consiguió que el sentimiento se pusiera por encima de la razón y que donde antes había sociedades surgieran naciones, esas que ahora son muy antiguas. Goethe, Schiller y Byron pusieron la letra, Beethoven y Verdi la música.

En el siglo XXI volvemos a las andadas. Hay una verdadera explosión de nacionalismo en toda Europa especialmente en los Balcanes y en el Cáucaso tras la división de la antigua Yugoslavia y el desmantelamiento de la URSS .

Los dirigentes de cada nación real o imaginaria buscaron un signo de identidad. En Francia fue el estado laico y centralista, en Inglaterra la monarquía, en Escocia el kilt. En Eslovenia son los caballos ”lipizanos” que los austriacos les han robado para ser exhibidos en la Escuela Española de Viena. En Cataluña el idioma, en el país vasco la raza. En Galicia la morriña al son de la Gaita y como parece que somos tan distintos, el nacionalismo español se identifica con la unidad de la patria y en contra de otros nacionalismos .Tanto se identifican con la patria que muchos están dispuestos a derramar hasta la última gota de su sangre -es decir de la nuestra- para defenderla.

También las “nuevas“ autonomías necesitan una identidad propia para poder acusar a ”los otros” de “despreciar“ a los nuestros. La más avanzada es la madrileña que se identifica con las cañas y el pincho de tortilla. La capital de la capital se sitúa en la calle Ponzano, donde puedes encontrar cada 13 metros un lugar donde tomarlos .

Algunos de los grandes nacionalistas que han construido, o destruido las modernas patrias también eran extranjeros en su país, como los reyes de los siglos pasados: Stalin, georgiano; Hitler, austriaco; el “irlandés“ De Valera, había nacido en Nueva York de padre español.

Paradójicamente durante las décadas del globalismo, cada uno estaba en su pueblo. Con el regreso del nacionalismo, en varios países europeos, han elegido dirigentes procedentes de tierras lejanas, especialmente del continente indio, de donde vienen las familias de Risi Sunak en el Reino Unido, que ni siquiera pertenece a la Iglesia anglicana, Leo Varadkar, en Irlanda, el dimitido Antonio Costa en Portugal y el joven Humza Yousaf, ministro principal de la nacionalista Escocia.

Con todos estos antecedentes auguro al nefasto nacionalismo un gran futuro, claro que, como decía Groucho Marx: este es mi nacionalismo y si no les gusta tengo otro.

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