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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

El dragón insaciable (relato)

Por Germán Ubillos Orsolich
miércoles 16 de agosto de 2023, 20:45h

16AGO23 – MADRID.- Érase una vez un planeta lejano, muy lejano, un exoplaneta situado más allá del sistema solar, incluso más allá de la llamada vía láctea. Era un planeta semejante a la tierra pero situado a miles de millones de años luz del nuestro. De tal forma que en él aún existían los dragones pues no habían nacido aún los dinosaurios, pues los dinosaurios eran hervívoros y los dragones carnívoros. Del que os voy a contar además de ser carnívoro se alimentaba de animales y de personas, he ahí el problema.

La historia es la de una bella ciudad situada en lo alto de una montaña cónica, así que demás de tan alta era circular. En todo lo alto estaba el palacio de los príncipes, algo así como Mónaco.

Los príncipes M. y G. se preocupaban porque su pueblo y sus habitantes fueran muy felices. No les faltaba de nada, había granjeros y comerciantes, poetas, prosistas y músicos muy variados, además no conocían la muerte, pues allí no había llegado aún aquel terrible mal.

Solamente tenían un problema y era el de un dragón que desde los polos más alejados del planeta de vez en cuando descendía, merodeaba, y se zampaba a alguno de sus habitantes.

Echaba fuego por sus fauces y por su nariz un humo negro y pestilente. Sus ojos eran violeta, como los de Elizabeth Taylor, y un mechón de pelo castaño sobresalía entre sus puntiagudas orejas.

Una mujer entrada en años, de inmensa fantasía, bondad sin límites y pelo de caracolillo, se propuso exterminarlo a petición de los príncipes. Luchó con él en batalla campal y desigual, y antes de que se la zampara tuvo que huir a todo correr.

Después apareció otra dama de mediana edad, muy original y de poderosa fantasía, decía cosas muy raras que entretenían a los ciudadanos así como a los príncipes. Se propuso exterminar al dragón, llamado “insaciable” porque nunca su cansaba de hostigar y de zampar a sus habitantes. Pero aquella dama impertérrita también fracasó, su imaginación giratoria hizo dar al dragón 1250 vueltas al planeta, pero no consiguió domesticarlo, antes bien y al contrario, le hizo aún más irritable e insaciable.

Los príncipes sin saber ya que hacer encargaron a una joven trompetista de ojos negros y largos cabellos acabar con semejante lacra, y fue ella la que como Hamelín tocando y tocando la trompeta, hizo correr y galopar al dragón insaciable de tal manera que en una de aquellas inacabables vueltas, cada vez más veloces, salió en una de ellas disparado más allá del planeta esférico, a la sombra de la nada. Esto es, al vacío ignoto e irremediable.

La joven trompetista fue recibida en palacio con todos los honores y el príncipe G y la princesa M, le impusieron la gran Cruz de la Fama Planetaria, algo así como el premio Nobel de la Paz que se concede cada año en la ciudad de Oslo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

El dragón insaciable (relato)
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Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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