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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

El nacimiento de Cristo

  • Aunque se trata de un tema religioso y no es de mi especialidad, confiado en la benevolencia de EMG y de su director, me animo a reflexionar sobre el tema.

Por Germán Ubillos Orsolich
lunes 20 de febrero de 2023, 23:26h

20FEB23 – MADRID.- ios compadecido de los defectos y barbaridades del mundo decidió hacer descender hasta él a su querido Hijo, el predilecto, y no encontraba otra forma de hacerlo que a través de un milagro personal; pero como quería hacer las cosas bien hasta el fondo, decidió que naciera normalmente del vientre de una mujer humana.

Eligió para ello a una muchacha llamada María, desposada con un carpintero llamado José; pero como quería descender hasta los mismos hombres decidió, Él mismo – Dios -, embarazar a esa joven hembra, y lo hizo a través del amor inmenso que Él sentía por su divino Hijo; esto es, con el poder del llamado Espíritu Santo.

Así que una joven mortal quedó embarazada nada menos que por Dios. Gracias, claro, a la humildad y a la condescendencia de esa joven mujer, llamada María.

José fue advertido por un ángel, en sueños, que no la repudiara, pues el hijo que iba a nacer de María era de Él mismo, o sea de Dios. José accedió a la visión del ángel, no la repudió, y a pesar de no haber tenido contacto carnal con ella la admitió en su casa y puso – a dictados del ángel - al que iba a nacer, el nombre de Jesús.

Este misterio tremebundo lo guardaron en secreto y en su corazón José y María, posiblemente sin acabarlo de entender del todo, sobre todo él, José.

Así en un cuerpo de mujer tomó forma carnal humana el hijo de Dios. Está claro que permaneció en silencio, en casa de sus padres adoptivos, ayudando al carpintero hasta los treinta años. De los treinta a los treinta y tres años comenzó a actuar personalmente.

Era como “Supermán”, pues tenía forma humana pero poderes divinos, por eso hacía infinitos milagros. Resucitaba a los muertos, curaba a los enfermos, hacía ver a los ciegos y oír a los sordos; no había limitación humana que él no se la saltara a la torera, a lo más invocaba a su Padre, mirando a lo alto, y el milagro se llevaba a efecto.

El impacto histórico de estos hechos no ha dejado de recorrer los continentes y los pueblos del planeta tierra desde entonces.

Pero aún faltaría otro misterio poco comprensible para nosotros, y es de su muerte, pero eso lo dejamos para otra ocasión.

Lo que sí es cierto es que la muchacha, la virgen santísima llamada María, es desde entonces “la madre de Dios”.

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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