En torno a la escritura

Ahora es una jauría inmensa de lobos hambrientos aullando para que les publiquen sus ocurrencias.

Sí, realmente aquello era maravilloso, yo lo recuerdo como un vergel, y me alegro mucho haber vivido hace casi ochenta años y haber reinado en aquel paraje inolvidable del antiguo régimen, no porque lo fuera tal, pues tenía sus inconvenientes, sino por lo que eras valorado, por lo que te valoraban como un león en un páramo yermo, el de la dictadura.

Escribir y leer, ¡ qué grandes placeres ¡, a mi hija la repito siempre que la cultura no la dan las carreras universitarias por brillantes y difíciles que sean, la cultura te la da viajar y leer; viajar, claro está, observando los paisajes y a nuestros semejantes, no observando la pantallita del móvil.

Cuando una mañana salí a la calle y vi a una multitud con el móvil pegado a la oreja sentí tal espanto y desconcierto que volví a subir hasta mi casa muerto de miedo. Después me enteré que eran los móviles, y constaté la genialidad diabólica de los seres que los habían inventado y patentado, volaban en sus aviones privados y navegaban en sus yates dorados, el resto, la multitud, las masas, como decía Ortega, caminaban día y noche con aquel mejillón pegado o incrustado a la oreja.

Y así ha sido siempre, y el mundo, el planeta sigue girando y dando vueltas alrededor de su estrella, alrededor del Sol. ¿Hasta cuándo?, no lo sé. Lo que sí pido es no estar aquí para ese día.