Bien es verdad que no acude en señal de servilismo, pues ahí está Cuca Gamarra, su número dos para recordarlo. Pero el estilo es totalmente distinto al de Pablo Casado, que estaba enrocado y hacía meses que no entablaba contacto alguno con Pedro Sánchez.
La oposición, pues, es bien distinta. Núñez Feijoo es un hombre de Estado y no un figurín que solo ha valido para pasearse por la piel de toro con sus mocasines beige de tafilete y su barbita bien recortada. Tras la elegancia dialogante del nuevo líder del PP se esconde una manera directa de tratar a su oponente, pues es de suponer que tras esas largas y cordiales entrevistas en el Palacio de la Moncloa no se esconde otra idea que la de conocer a fondo a su contrincante, para intentar rebatirle.
El juego democrático sigue sus reglas y la Constitución es garante de que las piezas del ajedrez que representan al pueblo se mueven con la precisión y nitidez que requiere un estado de derecho como el nuestro, en un sistema de libertades.