A pesar de los esfuerzos de distintas empresas como Natalie Tours, el globo se fue deshinchando. España se estabilizó en posiciones alejadas de la cabeza como destino de vacaciones. Mas de la mitad de los que vinieron lo hicieron a Cataluña, especialmente a la Costa Dorada.
En el ultimo año de la” normalidad”, al percibir cierta debilidad en los dos grandes mercados el sector miró de nuevo hacia el este para observar síntomas de recuperación tras las caídas del rublo. Cuando se esperaba poder recoger los frutos la pandemia lo echó todo a perder y el turismo procedente de Este quedo congelado a la espera de tiempos mejores. Por el camino desapareció Natalie Tours y ocupó su lugar Anex Tour.
La esperanza se ha convertido en desesperación al comprobar que los rusos seguirán sin venir tras la superación de la pandemia. La brutal invasión de Ucrania les impedirá moverse en mucho tiempo. Saben que no serán bien recibidos tras la intolerable actuación de sus dirigentes, pero además las consecuencias de esas acciones: encarecimiento del petróleo, devaluación del rublo, limitaciones a los vuelos y restricciones a pagos a través del sistema “ Swift” impiden que el sistema funcione.
En 2019 los rusos gastaron unos 1.400 millones de euros para sus vacaciones en España, de los cuales algo más de 1.100 se quedaron aquí. Es una cantidad importante pero que puede recuperarse con un ligero aumento del gasto de los europeos. En contra de las esperanzas de algunos los americanos no sustituirán a los rusos.
La realidad nos demuestra, otra vez más que hay que centrarse en los mercados en los que tenemos ventajas comparativas debido a la proximidad, la seguridad, el precio, el índice de repetición y otros factores. En el caso ruso carecemos de esas ventajas que, si tienen algunos competidores, especialmente Turquía.
La guerra ha hecho un destrozo al turismo, pero cuando empiece la recuperación habrá que olvidarse durante largo tiempo de los rusos y centrarnos en nuestros clientes tradicionales.