Mientras, en el estuidio de la calle Cartagena, pinta un paisaje sobre “El Palacio de Cristal” de parque del Retiro madrileño, a partir de unos apuntes del natural, Carmen Feijó rememora su trayectoria con distintos maestros de la pintura:
-Manuel Alcover me enseño a bordear con el pincel la pintura, algo que la dotaba de una apariencia muy especial. Rogelio García Vázquez (1909-2011), que tiene un museo en su pueblo natal, Maguilla (Badajoz) fue uno de mis primeros profesores, él me dijo cambiar de la espátula al pincel. Se lo agradezco. Paco Molina también me dio clases y a mí me pareció siempre un pintorazo y un docente generoso. Pepe Carralero fue también un buen maestro, sobre todo en el campo del paisaje… Es bueno tener distintos profesores, porque de cada uno se aprende y se queda una con algo muy especial, porque le viene bien o le interesa.
La pintora habla de los años 80 como años fértiles en exponer y vender en Madrid y Valladolid.
-En Durán vendí muchos cuadros, siempre quería tener pintura mía en depósito, porque vendía muy bien mis paisajes y bodegones. Eran amables y me avisaban cuando vendían un cuadro. Amparo Martí también me vendió mucha obra, tanto en la galería como desde su casa, cuando cerró. Caja Madrid hizo una gran labor de apoyo a los artistas, con Fernando Mora a la cabeza. Recuerdo que en una exposición mí en la calle Barquillo se vendió todo. Era tiempo de abundancia y optimismo.
Valladolid era un hito seguro para exponer y vender. Como pintora vallisoletana, Carmen Feijóo era profeta reconocida en su tierra. Exponía periódicamente en la galería Olenka. “Mi hermana, que reside en Valladolid, me ayudaba siempre”, explica.
-También compré mucha pintura, tanto a mis maestros como a los artistas iberoamericanos que exponían en Cultura Hispánica, donde trabajaba Manolo, mi marido. Tengo tanta pintura que ahora pienso que es tiempo de desprender de alguna parte de ella. A Rogelio García Vázquez, que murió a los 102 años, le compré bastante obra. En mi opinión. No er aun pintor brillante, pero sí un magnífico profesor. Se aprendía mucha técnica con sus enseñanzas. Mi hermana también le compraba obra.
Carmen Feijóo estuvo en la junta directiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores junto a Wifredo Rincón, después se alejó de la AEAE. “El tiempo pasa y vuela sin darte cuenta. Es un misterio”, dice, “pero yo sigo ilusionándome con cada cuadro que hago. Mi mayor satisfacción es que guste mi pintura, más que vender, que también he vendido mucho. Escuchar un comentario elogioso de tu obra a tus espaldas en una exposición es un gozo. Par mí es la mejor manera de comunicarme con los otros: a través de una pintura que llegue a la gente”.
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