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Opinión:

Las lecciones de Aznar

  • Por Luis Ménderz Viñolas

lunes 04 de octubre de 2021, 03:45h

03OCT21 – MADRID.- Lecciones o supuestas lecciones son las que Aznar ha dado a Casado para que este recupere el centro. Decimos supuestas porque en este galimatías lampedusiano en que estamos ya no es fácil distinguir entre centro, derecha o izquierda, en cuanto que un elemento fundamental de la organización económica del estado, la nacionalización, ha sido enviado por casi todos al exilio polar.

En definitiva, que Aznar recoge la antorcha de Fraga en lo magistral y orienta a su sucesor para que se defienda de propios (que los hay y quieren mayor dureza) y de extraños. Supuestas lecciones, porque una cosa es predicar y otra dar ejemplo.

El término convención está bien escogido; le da a la cosa un tinte libera-americano que potencia el back again (¡vivan los anglicismos!) yestemos en lo de siempre.

Muchas cosas se han tratado, ciertamente; por ejemplo, que hay que dar la batalla cultural, porque según Aznar las batallas que no se dan se pierden. Y tanto. Sólo que resulta dudoso creer que estamos inmersos en una cultura de izquierdas activa frente a una cultura de derechas pasiva. Si los medios de comunicación son fundamentales en tal batalla, lo que nos faltaría oír es que están monopolizados por la izquierda, tan huérfana de publicaciones oficiales propias. Realmente, si alguien ha ganado en España la batalla cultural, es Hollywood, que desde sus comienzos ha trufado sus guiones con consignas políticas y malos caricaturescos. Pero no hay problema: todos amamos a Hollywood.

Habló también de la crisis institucional. Estamos con él: tal crisis existe, pero no a su modo. A muchos nos tiene confundidos, por ejemplo, la judicialización de la política. No entendemos la causa por la cual decisiones que son propias de los poderes ejecutivos pasen a los tribunales. Antiguos estudiantes de derecho que fuimos, creíamos que la función del juez era aplicar el derecho, no la de crearlo con sus decisiones. Pero vemos que los modos que tienen los anglosajones cada día imperan más en nuestro ordenamiento. Igual un día volvemos a las caóticas fazañas, precursoras, en cierto sentido, del sistema jurisprudencial.

Tampoco comprendemos esa extraña mezcolanza entre poder legislativo, ejecutivo, judicial, mediático (cuarto poder, se decía en expresión desaparecida), empresarial, financiero, diplomático (el de fuera), en donde parece que tienen mayor legitimidad los poderes fácticos que los legalmente constituidos. Pero ya se sabe: toda esta ingeniería de la posverdad nos ha dejado sin capacidad dialéctica. Las verdaderas verdades ya no valen; es lo bueno del individualismo: sólo vale lo propio. Si a alguien se le dice que no nos parece aritméticamente justo ni económicamente eficaz que el 8,2% de la población posea el 85% de la riqueza, responderá que ese 91,8% restante no madruga; aparte de que a él le va muy bien.

Si nos referimos al orden representativo del país, nos preguntamos qué hace Ayuso en EE.UU. ¿A quién representa? ¿a Madrid? ¿a España? ¿a ella? ¿a la derecha del PP? Cuando lo hagan los catalanes pondremos el grito en el cielo. ¿Acaso es un apoyo a Trump frente a Biden o al revés?

Si preguntamos por el orden interno del PP no hablemos del pulso Casado – Ayuso, tan poco edificante (o el de Aznar – Rajoy).

Tomar ejemplo de Sarkozy, ya condenado en marzo, y pendiente de sentencias muy posiblemente condenatorias, es como decirnos que la corrupción es un factor normal que no contribuye a esa crisis. Curioso que este grave problemas sea solapado, de mayor a menor culpable, con tanta naturalidad. Qué se diría si fueran otros, de dentro o de fuera.

Los pataleos, insultos, gritos, mentiras en el Congreso son un asunto menor propio de los que utilizan la cabeza para embestir, como decía Machado.

No podía faltar el asunto de los impuestos, generalmente tratado con ese lenguaje críptico destinado a ocultar que quienes hablan de ellos seriamente no piden subir los impuestos de los que menos tienen y más pagan, sino de subir los de los que teniendo más, pagan menos. En realidad no se cumple la Constitución. La presión fiscal en España se sitúa por debajo de la media de la Unión Europea, y no vemos que eso otorgue ningún dinamismo a nuestra economía ni se vea reflejado en unos salarios compensatorios. Se podrá decir que Irlanda paga muy pocos impuestos y los salarios son altos. Que le pregunten a los irlandeses quién se hace cargo de sus gastos sociales y luego hagamos la resta. España se mantiene entre los países de la UE con menor presión fiscal, con un 35,4% del PIB, mientras Francia (48,4%), Bélgica (47,2%), Dinamarca (45,9%), Suecia (44,4%), Austria (42,8%), Finlandia (42,4%) e Italia (42%) son los que más pagan. Detrás de nosotros están Lituania (30,5%), Letonia (31,4%), Bulgaria (29,9%), Rumanía (27,1%) e Irlanda (23%). Habría sido oportuno hablar también del gran fraude fiscal, de la ingeniería tributaria que resta miles de millones a las arcas públicas, de la economía sumergida que no cotiza, de las horas extra impagadas (3,5 millones de horas a la semana), de las dádivas a las eléctricas. Y por qué no también de la ingeniería legal, como la de las sicavs. Entrar en el asunto de los impuestos a las multinacionales, de los paraísos fiscales, de las cuentas bancarias en el extranjero, sería pedir mucho. El asunto es que recurre a la vieja, manida pero eficaz argucia de confundir a la clase media, haciéndole creer que sus enemigos son las clases que están por debajo de ella, no las que están por encima. Que las pequeña y medianas tiendas se pregunten quiénes las han perjudicado más, si sus clientes trabajadores, o las grandes superficies que lo van suplantando todo.

Vaticina que la UE va a restablecer las reglas de estabilidad presupuestaria y que el BCE, dejará de comprar deuda. Los vaticinios son eso, vaticinios, y de momento la UE ha dado un giro de 180º en sus políticas tradicionales y ha creado el Mecanismo Europeo de Recuperación y Resiliencia, con 672 500 millones de euros, destinado a inversiones públicas y reformas para fortalecer las economías de los países de la UE. Eso hasta 2026. Oponerse a los ERTE quizás sea más eficaz, pero no se entiende por qué luego criticaban el retraso en los pagos. Lo malo cuanto más tarde mejor ¿no?

En lo del indigenismo no creemos que acierte plenamente. Se ha dejado llevar por una visceralidad hueca o una rabieta artificial. Maquiavelo decía que en política todo acto inútil es enojoso. América Latina cada día nos mira con mayor simpatía, y desde Fidel Castro, en un extremo, a Perón, en el otro (creemos), jamás ha dejado de considerar a España como madre patria. Si hay que hablar de leyenda negra no hay que pensar en América Latina, sino en quienes la crearon, con intenciones varias, entre ellas, la de separarnos, a lo que contribuyeron, junto a las burguesías e iglesias de esos lares. No les hagamos el juego ni confundamos nuestros errores (explotación) con sus mentiras (exclusividad, explotación, genocidio sádico, inepcia, incultura, etc.).

Respecto a AMLO, (que ha rebajado la edad de jubilación de 68 a 65 años; él sí puede) que tenga un nombre español no determina su pensamiento ni cambia los hechos históricos; cometimos errores y lo que restañará las heridas y fortalecerá los lazos entre nosotros será aceptarlos, evitar repetirlos por otros medios y ser capaces de ver las grandes posibilidades que tenemos juntos, todo ello encima de nombres propios y simpatías personales. (Seguramente el neoliberal Peña Nieto sí le parecía bien a la derecha bienpensante). Indalecio Prieto (que sí era un hombre de talento) consideraba que nuestro futuro no estaba esencialmente en Europa, sino en Hispanoamérica. No convirtamos un asunto de unión en uno de exclusión. Pena que Aznar no hubiera posado los pies en alguna otra mesa en la que no estuvieran Bush y sus dibujitos de armas de destrucción masiva. Dice que "España se está latinoamericanizando en el peor sentido". ¿Acaso tiene preferencia por algún modelo racial determinado? ¿Los anglosajones (Gibraltar, Marruecos – Sahara), en detrimento de nuestros derechos? Lo que sí está pendiente es la labor de desentrañar esas historias anglosajonas, nada autocríticas ni transparentes. Nosotros fuimos colonialistas, sí; y ellos siguen siéndolo. Por ejemplo, Canadá, que extrae el oro de Guatemala llevándose el 99% de los beneficios.

La regañina al Papa resulta sorprendente en un católico ferviente. Es evidente que la infalibilidad sólo opera cuando no nos lleva la contraria. Suponemos que el Papa tiene más autoridad moral sobre el cristianismo (católico) que Aznar. El Papa ha pedido perdón en nombre de la cristiandad, no en nombre de España. Es evidente que hay una Iglesia universal y otras estatales. ¿Será que gustan más los euro-polacos que los hispano-argentinos?

Pensiones. Decíamos que a veces no sabemos cuál es nuestra mano derecha ni cuál nuestra mano izquierda. Seguramente Aznar está completamente de acuerdo con el ministro independiente Escrivá en eso de prolongar la edad laboral hasta los 75 años. No entendemos que haya que trabajar hasta esa edad habiendo parados nacionales o emigrantes dispuestos a sustituirlos (a los septuagenarios) y cotizar correspondientemente. Se dirá: a gusto del interesado. La figura del derecho irrenunciable tiene su fundamento en la desigualdad de poder entre el mundo empresarial y el laboral. Un parado es capaz de renunciar por necesidad a cualquier cosa. También podríamos pensar en la figura de pensiones post mortem.

Reforma (disminución) del gasto público: Qué extraño que un patriota del pueblo (partido popular) no desee se invierta en su país y sus ciudadanos. La realidad es que “El gasto público de España es entre 6,3 y 7,7 puntos de PIB inferior al de los estados autointitulados como "frugales" y que han pasado a erigirse en los nuevos "halcones" de la ortodoxia fiscal y del requerimiento de disciplina a los socios. Esto significa, que en términos del PIB nacional, el gasto público español es entre 78.455 y 95.890 millones inferior al de los países que abanderan el rigor y la austeridad según los datos oficiales de Eurostat, la oficina estadística europea”. dice La nueva España, periódico nada sospechoso de radicalismo. Entre esos países está Holanda, que es incierto que trabaje más horas o más eficazmente. El secreto de su éxito es el de ser una especie de paraíso fiscal. También es incierto que en Alemania trabajen más horas.

La memoria histórica o democrática también se lleva lo suyo. Sin aceptar los criterios de Aznar, hay un déficit histórico en nuestro país que no sólo es contable y de reparación a los familiares. Es correcto, sí, que de una vez por todas se desentrañe el asunto de las ejecuciones y de los desaparecidos (respecto a este segundo dato, después de Camboya el país donde más ha habido). Pero es insuficiente. Hay que analizar las causas, los efectos, los antecedentes, las clases perjudicas y premiadas, las fortunas heredadas. Y no por un afán morboso de resarcimiento, sino para edificar el país sobre suelo firme y cabal. Ocultando qué paso, por qué, quiénes fueron sus actores y sus víctimas, el ambiente habrá de ser forzosamente malsano. En más de cuarenta años los españoles deberían saber ya qué fue aquello. Sin embargo, sigue habiendo historias peregrinas sustentadas por gente honrada pero ingenua, Porque no ha habido, sobre todo por parte de la izquierda, una labor didáctica. El temor a enturbiar la transición lo ha enturbiado todo, y estamos en una situación en la que no se percibe qué representa verdaderamente vitorear al nazismo o al fascismo. Somos analfabetos de la historia española. Sabemos más de Inglaterra o EE.UU. que de España.

Por supuesto, Aznar no va a reconocer que no quiere ese acto de memorización histórica porque llevará a reconocer que su partido fue fundado por personas como Fraga, adscritas a aquellos, como Franco, que para salvar a España acabaron con gran parte de ella. Ni querrá que se sepa que más que un acto de salvación general, fue un acto de salvación de los privilegios de una minoría. Después de todo, está en esa batalla, en la de hacer creer que pertenece a una clase que merece más que el resto. Vana vanidad.

En el asunto de la crisis territorial debería aceptar que la unidad de la nación se construye de muchas formas. Una, fundamental, es la de la ejemplaridad. La corrupción es un pésimo abono para ese huerto. Poco didáctico puede ser quien no evalúa esto y no hace un llamamiento general y particular contra esa vergonzosa práctica. Pero ¿qué decir de fuerzas que venden a empresas privadas extranjeras parte de sus viviendas de protección social, parte fundamental del patrimonio nacional? Creemos que es materialmente uno de los actos más antipatrióticos y simbólicos que se puede realizar. Decíamos que una cosa es hablar y otra gobernar. ¿Es este Aznar el mismo que propició en 1998 contactos con el “Movimiento de Liberación Nacional Vasco” (Aznar se refiere con este nombre a ETA) con la finalidad de "dar los pasos necesarios para abrir un proceso de paz mediante el cese definitivo de la violencia"?. Aznar, además dejaba abierta la puerta a una “interlocución directa con el líder de Euskal Herritarrok (EH), Arnaldo Otegi” (tomado de El País de la época).

Finalizamos con una reflexión que no puede sorprender. Su mundo es unilateral, concéntrico y jerarquizado: los países americanos deben supeditarse a las necesidades de Europa, y esta a la política de Estados Unidos. No hacía falta que lo dijera. Ya lo vimos en casos como los de Irak, Afganistán o Perejil.

Una intervención realmente conservadora, poco creativa y sin novedad alguna.

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