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Opinión: “La Cueva del Lobo...”

A vueltas con Suecia

Por Ignacio Vasallo
miércoles 18 de noviembre de 2020, 22:23h

19NOV20 – MADRID.- La singularidad de la reacción sueca ante el virus está produciendo extrañas alianzas. Los libertarios del mundo, especialmente los de Estados Unidos se muestran a favor, como no podía ser de otra manera, de la actitud pretendidamente pasiva del gobierno socialdemócrata. Uno de los más ilustres, como es Elon Tusk, de Tesla no ha dejado de pregonarlo en twitter, mientras que gobiernos vecinos del mismo color como los de Dinamarca y Finlandia mostraron su oposición, cerrando fronteras, aunque ya abiertas.

Dentro del país, el respeto a las instituciones y el convencimiento de los suecos de su superioridad moral han evitado el duro enfrentamiento que ha existido en otros sitios.

Durante la primera fase el “modelo sueco recibió bastantes elogios, sin embargo en esta etapa otoñal se han levantado numerosa voces críticas, dentro y fuera del país.

Las más duras son las expresadas en la revista Time en su edición del 14 de octubre por Kelly Björklund , escritora y activista de derechos humanos y Andrew Ewing , catedrático de Biología molecular en la Universidad de Gotemburgo y miembro de la Academia Sueca de Ciencias. En su artículo califican a la política sueca sobre el asunto como “experimento fallido “y un fracaso que no debe ser imitado. Defienden que lo que se buscaba era la inmunidad de grupo –algo que niegan los responsables - , aunque no atacan directamente a los políticos- ni siquiera aparece el nombre del ministro o ministra del ramo-, sino directamente a la Agencia de la Salud y al Epidemiólogo Anders Tegnell , responsable de las actuaciones.

En el centro de las acusaciones figura una de las actuaciones más discutidas, la de obligar a que las escuelas para los niños hasta 16 años permanecieran abiertas todo el tiempo, sin excusa para no asistir- la educación es obligatoria y con sanciones en caso de inasistencia a la escuela- en un experimento para obtener la inmunidad de grupo – que según ellos no ha funcionado y que ha causado muchas infecciones en las escuelas, aunque no dan las cifras.

La Agencia de Salud preveía en abril que el 40 % de la población de Estocolmo pasaría la enfermedad y desarrollaría anticuerpos, una cifra muy alejada de la realidad que demostraría que “la inmunidad de grupo nunca se ha conseguido sin una vacuna “

La alta mortandad en residencias se debería a que los residentes no fueron atendidos en hospitales que funcionaban con triaje, lo que redujo la atención en cuidados intensivos al precio de la vida de muchos ancianos.

No se hicieron, y siguen sin hacerse suficientes test y rastreos.

Para los autores las decisiones sanitarias fueron influidas por intereses económicos y citan como ejemplo el aeropuerto de Arlanda, el principal del país, en el que los propietarios impidieron que el personal utilizara guantes y mascarillas para demostrar que el virus tenía poco peligro, a costa de un alto índice de infecciones y que solo cambió la decisión en julio por la recomendación de la Agencia Europea de Seguridad Aerea.

Terminan con una frase lapidaria: “el modelo sueco solo ha producido muerte y miseria y no se ha presentado honestamente al resto del mundo “, aunque reconocen que gracias a las recomendaciones oficiales un millón y medio de suecos, sobre una población cercana a los once, se aisló voluntariamente.

Un par de días después Richard Milne, en el Financial Times, publicó un magnifico articulo con muchos más matices, en el que acepta el fracaso pero explica las políticas como una expresión más del” excepcionalismo sueco” como ya había ocurrido con la crisis de los inmigrantes en el 2015 cuando fue el país que más acogió en relación a la población.

A pesar de su pequeño tamaño Suecia se considera un gran poder moral que pretende actuar racionalmente mientras que otros países se basan en emociones o cálculos políticos.

La actuación racional genera una cierta lentitud en la reacción, lo que admite Tegnell al asegurar que el sigue evidencias científicas mientras que otros países toman decisiones políticas.

En Suecia, un país secular, la racionalidad es un bien muy valorado.

Desde esta perspectiva el objetivo era el mismo: asegurar que el sistema de salud diera abasto sin olvidar a la mayoría de la población.

La confianza en las autoridades consiguió que mucha gente trabajara desde sus casas con magnifica cobertura digital.

Otros países como Gran Bretaña- en realidad Inglaterra y Gales – y Estados Unidos intentaron seguir esta vía pero no pudieron aguantar la presión de la opinión pública al aumentar el número de fallecimientos.

A pesar de los seis mil muertos, diez veces más que los vecinos Dinamarca y Finlandia la Agencia y Tegnell tienen fuerte apoyo, aunque debilitado últimamente.

La enorme autoestima colectiva de los suecos les hace difícil aceptar que hayan hecho algo mal.

Hay quien cree que la mala conciencia por la actuación en la Segunda Guerra Mundial en la que colaboraron en diversas ocasiones con los alemanes está en la base de ese deseo de resolver cualquier asunto que beneficie a la humanidad en su conjunto y en la aparición de personajes como Olof Palme o Greta Thunberg .

Queda aquí más patente la paradoja sueca de un Estado fuerte que cuida del individuo pero que confía en la responsabilidad personal en sus actuaciones.

Lo que muy pocos medios publican es el duro relato de las cifras , bien explicado en el noticiero digital de la Radiotelevisión sueca : SVT Nyheter que demuestran que entre los niños de 10 a 19 años no ha habido fallecimientos , solo dos entre los menores de esa edad , 11 de los de 20-29 y 18 en la franja 40-49 . , mientras que 4.000 tenían más de ochenta años y 1.300 entre 70 y 79 . SVT no saca conclusiones pero son fáciles de observar. Lo que nos están diciendo es que habrá que esperar un par de años para conocer la incidencia real, cuando es posible que el diferencial de muertes sea negativo y podamos concluir que la gran parte de los caídos lo hubieran hecho en todo caso en los siguientes meses.

Ignacio Vasallo

Destacado profesional del sector turístico en España. Fundador y primer Director General de Turespaña. Ha sido consejero de Turismo en Estocolmo, Nueva York, Milán, Londres y Paris.

Es miembro de - FEPET - Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo y Gastronomía

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