Condolencias, (por los muertos de 1973 y 2001)

También, aprovechando la ocasión y el espíritu solidario del periódico, quería preguntar a esos familiares, amigos y conocidos de las víctimas, si alguno de ellos envió en su oportunidad, condolencias por los 30.000 asesinados en Chile, los 20.000 torturados, las 15.000 mujeres mal tratadas y violadas y por los 100.000 exiliados.

Hubo diferencia entre una tragedia y un genocidio. En las Torres Gemelas a ninguna mujer le abrieron las piernas a la fuerza y le introdujeron una rata viva por la vagina, nadie le quemó los pezones con un cigarrillo, nadie orinó sobre su rostro. En Chile si. A los hombres detenidos por pensar diferente, les introducían un tubo de hierro por el culo y después vertían agua hirviendo, les ponían cables eléctricos en los testículos, unos perros policiales enseñados, los violaban, les arrancaban la dentadura con un alicates y les quemaban las pestañas, eso no ocurrió con los hombres en las Torres Gemelas. En Chile si.

Las autoridades norteamericanas, financiaron el genocidio en Chile, instruyeron a los torturadores, como antes hicieron en Viet-Nam, en Guatemala, en Afganistán, en Japón y Corea. Contaron con la complicidad del Vaticano y las iglesias de Chile, no todas, solo con el ala derechista y corrupta que era la mayoría. También con las multinacionales, con gobiernos “amigos” de América Latina, especialmente con los serviles lacayos del gobierno brasileño de esos años.

Aún pasados los años, muchos deambulamos por Europa y otros continentes, la gente nos respeta, la ley es igual para todos, vivimos en libertad y podemos pensar y opinar sin que nos torturen. Pero, lo triste es que ésta no es nuestra tierra, no están los barrios de la infancia, los amigos, el olor de nuestras comidas, o el acento tan nuestro. Muchos tenemos en la memoria cadáveres en las calles, y con un caminar rápido no podíamos mirar ni cubrir con un periódico, porque si lo hacíamos, entonces éramos comunistas y la sentencia era el rugir de los fusiles y la sangre escapando del pecho. Qué puede hacer un pueblo cuando el día 10 de septiembre los parques están llenos de niños, en el aire flota la fiesta de la independencia, el baile nacional, y los guisos nuestros, pero al día siguiente y durante meses y años, nos encontramos con miles de huérfanos, de amigos y vecinos desaparecidos, con hermanas, novias y amigas violadas y asesinadas. Con prohibición de salir a caminar por nuestras calles, de ayudar a los niños abandonados en viviendas donde ya no estaban los padres.

En las Torres Gemelas nadie robó nada, nadie buscó en los bolsillos de los muertos arrancando relojes, cadenas de oro, dinero o sortijas. En Chile si. Pero no es tarde, si alguien emparentado con alguna víctima de las Torres Gemelas quiere enviar condolencias, aun puede hacerlo, así por lo menos podemos respetar a una familia de ese país terrorífico, criminal y prepotente.