A veces las condiciones climáticas y/o sanitarias dificultan estas labores y es de vital importancia tenerlas cubiertas con los seguros agropecuarios, ya que sin esta actividad, nuestra pirámide alimenticia quedaría casi vacía.
¿Necesarios?
La respuesta no permite ningún tipo de duda, son extremadamente necesarios y de hecho cada vez más. Cada año vemos como la meteorología arruina plantaciones agrícolas enteras; el granizo acabando con la fresa o la uva, las inundaciones y las sequías arruinando la naranja y la aceituna, y así podemos continuar con un largo etcétera.
Por eso, a no ser que contemos con un sistema de protección inexpugnable contra todo esto, lo mejor es contratar uno de los seguros agropecuarios que existen y que en el caso de compañías como Green Seguros llevan protegiendo ya desde hace más de 20 años.
¿Qué cubren?
Los seguros están hechos a medida según las necesidades de cada explotación y es importante conocer todas las diferencias de las que se dispone a la hora de contratar uno. En los seguros hay principalmente 3 categorías que son las que nos van a llevar a encontrar la combinación adecuada:
- Producto: los seguros están ordenados en primer término por el tipo de producto de la explotación, bien sea ganadera o agrícola. De esta forma encontramos seguros para cada tipo concreto de producto, incluso diferenciando (en el caso de la ganadería) el tipo de alimentación que lleva cada animal para afinar al máximo el cálculo de las variables.
- Rango cubierto: como es evidente, el precio de la póliza del seguro es distinto en función de si lo contratamos en épocas de “bonus” o de “malus”, y es por eso que podemos encontrarnos con que no podemos cubrir la totalidad de nuestra explotación, para esto encontramos también la opción de asegurar parcialmente los cultivos o ganados.
- Tipo de riesgo: Aquí se alude al origen del riesgo, y es que es importante hacer una distinción entre catástrofe natural o catástrofe biológica. Afortunadamente las probabilidades de que ocurra una u otra no son las mismas, y suele ser más frecuente una época de heladas o granizo que una crisis sanitaria como sucedió con las conocidas “vacas locas” por toda Europa.
Respondiendo con claridad a esas 3 variables se confecciona un seguro a medida para cada explotación.
La realidad del asunto
Lo cierto es que el sector primario está cada vez más acuciado y castigado por casi todos sus flancos. Por una parte es la víctima directa ya no sólo de los problemas normales de la meteorología o las catástrofes biológicas y plagas, sino que las características del creciente cambio climático provocan cada vez más desajustes en la producción y las temporadas de cosechas y plantaciones de casi todos los productos.
Por otra parte los márgenes económicos cada vez son más pequeños debido a estos costes de subactividad, sumados a los costes que conllevan las reconstrucciones en los casos de catástrofes, y al pago de las nóminas de los trabajadores. En algunos lugares se está dando el caso de que es más rentable dar toda una plantación por perdida antes que recogerla y venderla aunque fuera a un precio mínimo.
La competencia por parte de las grandes superficies de supermercados, que importan grandes cantidades de productos no autóctonos más baratos, también está haciendo mella en el sector debido a que cada vez se compra menos fruta de temporada y de lo que se denomina “kilómetro 0”, lo cual desencadena una serie de efectos que repercuten sobre el precio al que los ganaderos y agricultores venden sus productos.
Para hacer frente a todo esto, los seguros agropecuarios son la herramienta más útil que podemos encontrar, y desde luego suponen un fuerte escudo para los decenas de miles de profesionales del campo y todos los demás consumidores de sus productos.
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