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Futuro incierto en el PSOE

Zapatero ya ha decidido si volverá a presentarse pero solo lo sabe una persona

El presidente del Gobierno intenta evitar el «sálvese quien pueda» entre sus barones.

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ya ha decidido si se presentará o no a la reelección en el 2012, pero solo se lo ha comunicado a una persona del partido, porque sería totalmente inconveniente hacerlo público.

En la tradicional copa de Navidad con los periodistas que cubren la información de la Moncloa, Zapatero dio una pequeña pista sobre su futuro, pero prefirió centrarse en hacer balance del año 2010, que ha sido, dijo, un «estrés continuo», en referencia a las pruebas de resistencia a las que se han sometido los bancos este año, y auguró que en 2011, sobre todo el primer trimestre, también será complicado.

El vértigo ante una debacle electoral se ha vuelto a apoderar de buena parte de los dirigentes regionales del PSOE. Apenas dos meses después de acometer profundos cambios en el Gobierno y el partido para ganar cohesión interna, José Luis Rodríguez Zapatero se vio obligado a dedicar la última ejecutiva del año a justificar su gestión y hacer un nuevo llamamiento a la unidad interna.

Todos los males que aquejaban a su partido a la vuelta del verano -el debate de la sucesión y las reticencias hacia la política económica- siguen vivos. Frente al miedo creciente, el jefe del Ejecutivo defendió que 2010 ha sido un año «duro y difícil, pero no un año perdido» e insistió en que en 2011 volverá la creación de empleo.

El discurso del optimismo no evitó, sin embargo, que las dudas planteadas a lo largo del fin de semana tanto por el lendakari, Patxi López, como por el candidato socialista a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, acerca de la bondad de la reforma de las pensiones o de la estrategia elegida para tranquilizar a los mercados afloraran en el debate interno. El secretario de Organización, Marcelino Iglesias, admitió, durante la rueda de prensa posterior al encuentro, que la cuestión «preocupa a todo el mundo», pero aseguró que no hay razones para temer que las modificaciones que prepara el Gobierno vayan a debilitar el sistema público de Seguridad Social y a favorecer los privados.

«Ya sabemos que hay elecciones, pero iremos más seguros a las elecciones si hacemos nuestro trabajo - alegó el portavoz frente a los reticentes-. De lo que nos quejamos es de que debemos ser capaces de explicarlo mejor». El reproche implícito a los díscolos fue algo más evidente, según miembros de la ejecutiva, a puerta cerrada. No solo Zapatero, sino también el presidente del PSOE, Manuel Chaves; el vicesecretario general, José Blanco, e incluso el secretario de Economía y Empleo y secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, defendieron que no es momento de intentar sacar ventaja mediante el desmarque, sino de estar todos a una.

El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, fue aún más directo. «Aquí formamos parte del mismo equipo, navegamos en el mismo barco y quien pretenda separarse como táctica electoral se equivoca», dijo en una entrevista en Onda Cero. La capacidad de la dirección del PSOE para contener el nerviosismo ya ha demostrado ser, en todo caso, limitada. Cuando parecía que Zapatero había logrado contener el debate sobre su candidatura en 2012 hasta después de las autonómicas y municipales de mayo, los rumores sobre su futuro han vuelto a la primera línea política a cuenta del protagonismo creciente del vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Desgaste

El asunto sigue sin abordarse en las reuniones orgánicas, pero eso no impide que en otros ámbitos públicos muchos caigan en la tentación de dejar pequeñas perlas. En una entrevista que publicará Vanity Fair, el ex presidente Felipe González destaca el gran «desgaste» que sufre el jefe del Ejecutivo y, aunque asegura no tener opinión sobre cuál debe ser su decisión, también manifiesta ciertas reservas hacia el papel que Zapatero ha otorgado a Rubalcaba. No porque le parezca mal, sino porque duda que haya dejado claro esta designación no significa una renuncia a su deber de arbitrar el Consejo de Ministros.

También el presidente del Congreso, José Bono, dio una de cal y otra de arena. Si bien se sumó a la doctrina oficial al asegurar que «no hay ambiente de sucesión en el PSOE», que «la tienda de repuestos está cerrada» y que no cree que haya que abrirla, añadió, en una entrevista en Telemadrid, que él no está «en la carrera» y que siempre defenderá a Rubalcaba -que en su día le apoyó frente a Zapatero en las primarias- «con el placer de defender a un amigo». El río, pues, continúa revuelto y ni las encuestas electorales ni los movimientos especulativos de los mercados dan tregua.

Iglesias admitió, de hecho, que en ocasiones el PSOE se siente desbordado. «Cada día, cada semana, tenemos que abordar cuestiones sin esperarlas; la actualidad es vertiginosa y el tiempo para explicar las reformas es muy limitado», se lamentó.

Aún así, pidió un esfuerzo a todos los candidatos para que no se dejen llevar por el pánico, justo el mismo día en el que el Instituto de Estudios Sociales Avanzados publicó un estudio que vaticina la pérdida de Andalucía, el gran bastión socialista, a manos del PP. «Lo que tenemos que hacer es trabajar sin que las encuestas y los estudios nos agobien», pidió.

En la tradicional copa de Navidad con los periodistas que cubren la información de la Moncloa, Zapatero dio una pequeña pista sobre su futuro, pero prefirió centrarse en hacer balance del año 2010, que ha sido, dijo, un «estrés continuo», en referencia a las pruebas de resistencia a las que se han sometido los bancos este año, y auguró que en 2011, sobre todo el primer trimestre, también será complicado.

El vértigo ante una debacle electoral se ha vuelto a apoderar de buena parte de los dirigentes regionales del PSOE. Apenas dos meses después de acometer profundos cambios en el Gobierno y el partido para ganar cohesión interna, José Luis Rodríguez Zapatero se vio obligado a dedicar la última ejecutiva del año a justificar su gestión y hacer un nuevo llamamiento a la unidad interna.

Todos los males que aquejaban a su partido a la vuelta del verano -el debate de la sucesión y las reticencias hacia la política económica- siguen vivos. Frente al miedo creciente, el jefe del Ejecutivo defendió que 2010 ha sido un año «duro y difícil, pero no un año perdido» e insistió en que en 2011 volverá la creación de empleo.

El discurso del optimismo no evitó, sin embargo, que las dudas planteadas a lo largo del fin de semana tanto por el lendakari, Patxi López, como por el candidato socialista a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, acerca de la bondad de la reforma de las pensiones o de la estrategia elegida para tranquilizar a los mercados afloraran en el debate interno. El secretario de Organización, Marcelino Iglesias, admitió, durante la rueda de prensa posterior al encuentro, que la cuestión «preocupa a todo el mundo», pero aseguró que no hay razones para temer que las modificaciones que prepara el Gobierno vayan a debilitar el sistema público de Seguridad Social y a favorecer los privados.

«Ya sabemos que hay elecciones, pero iremos más seguros a las elecciones si hacemos nuestro trabajo - alegó el portavoz frente a los reticentes-. De lo que nos quejamos es de que debemos ser capaces de explicarlo mejor». El reproche implícito a los díscolos fue algo más evidente, según miembros de la ejecutiva, a puerta cerrada. No solo Zapatero, sino también el presidente del PSOE, Manuel Chaves; el vicesecretario general, José Blanco, e incluso el secretario de Economía y Empleo y secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, defendieron que no es momento de intentar sacar ventaja mediante el desmarque, sino de estar todos a una.

El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, fue aún más directo. «Aquí formamos parte del mismo equipo, navegamos en el mismo barco y quien pretenda separarse como táctica electoral se equivoca», dijo en una entrevista en Onda Cero. La capacidad de la dirección del PSOE para contener el nerviosismo ya ha demostrado ser, en todo caso, limitada. Cuando parecía que Zapatero había logrado contener el debate sobre su candidatura en 2012 hasta después de las autonómicas y municipales de mayo, los rumores sobre su futuro han vuelto a la primera línea política a cuenta del protagonismo creciente del vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Desgaste

El asunto sigue sin abordarse en las reuniones orgánicas, pero eso no impide que en otros ámbitos públicos muchos caigan en la tentación de dejar pequeñas perlas. En una entrevista que publicará Vanity Fair, el ex presidente Felipe González destaca el gran «desgaste» que sufre el jefe del Ejecutivo y, aunque asegura no tener opinión sobre cuál debe ser su decisión, también manifiesta ciertas reservas hacia el papel que Zapatero ha otorgado a Rubalcaba. No porque le parezca mal, sino porque duda que haya dejado claro esta designación no significa una renuncia a su deber de arbitrar el Consejo de Ministros.

También el presidente del Congreso, José Bono, dio una de cal y otra de arena. Si bien se sumó a la doctrina oficial al asegurar que «no hay ambiente de sucesión en el PSOE», que «la tienda de repuestos está cerrada» y que no cree que haya que abrirla, añadió, en una entrevista en Telemadrid, que él no está «en la carrera» y que siempre defenderá a Rubalcaba -que en su día le apoyó frente a Zapatero en las primarias- «con el placer de defender a un amigo». El río, pues, continúa revuelto y ni las encuestas electorales ni los movimientos especulativos de los mercados dan tregua.

Iglesias admitió, de hecho, que en ocasiones el PSOE se siente desbordado. «Cada día, cada semana, tenemos que abordar cuestiones sin esperarlas; la actualidad es vertiginosa y el tiempo para explicar las reformas es muy limitado», se lamentó.

Aún así, pidió un esfuerzo a todos los candidatos para que no se dejen llevar por el pánico, justo el mismo día en el que el Instituto de Estudios Sociales Avanzados publicó un estudio que vaticina la pérdida de Andalucía, el gran bastión socialista, a manos del PP. «Lo que tenemos que hacer es trabajar sin que las encuestas y los estudios nos agobien», pidió.

 

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