A veces, también cuando vendo algo, lo cual es una lata, porque hay que andar con el aparato para todos lados y la frustración de un mal negocio se hace más pesada.
El problema es que pareciera que el chip de las empresas de comunicaciones lo implantaran en nuestro cerebro en lugar del aparato celular, lo cual presiento no está muy lejos de ser realidad, como ya lo he sugerido en otros escritos informales. Así se prevé, en circunstancias que por décadas hemos estado practicando cómo ser buenos esclavos de los sistemas, alimentados con mierda, medicados "de por vida" sin sanarnos nunca y muy comunicados sin comunicarnos más que con una idea de interlocutor.
Por otro lado, está la gran cantidad de personas intervenidas quirúrgicamente para parecerse a alguna caricaturas, animal o personaje de películas, entre lo más saludable. La drogadicción o enajenación a propósito hace pensar que está despareciendo el deseo de ser juicioso, que ya nos da igual conservar nuestra voluntad y el raciocinio humano, aún sin que intervenga algún tipo conocido de dictadura de la cual zafarse.
Andan todos dominados por una terrible fuerza o adicción “comunicacional”, contra la que hay que luchar a diario para intentar salvar el matrimonio, la familia, las amistades o la propia vida. Hoy, no usar el móvil, nos hace parecer como un marciano y nos clasifican como comida para el abominable monstruo Bullying.
Mientras veo atrapados a mis amigos, mi familia, vecinos y todo aquel con quien me relaciono, me siento inexistente frente a sus presencias corpóreas de muñecos sin alma. Me he dejado arrastrar varias veces, pero aún tengo la voluntad de resistirme y retomar aquello de ser persona, aunque me condene a ser una solitaria, aunque signifique quedarme desconectada de la sociedad y se me vea como a un bicho raro, anticuado y temeroso. Con todo, mantengo la esperanza de encontrarme con otros bichos raros en cada lugar que frecuento y, en todas esas locaciones, agregarnos en vivo e invadir de nuevo con nuestro pensamiento, acciones reales y no pro fotográficas. Agregarnos a la vida misma en este hermoso planeta que nos han prestado para disfrutar como niños buenos y no como mal criados, que una vez cansados con el juguete roto, calculemos cómo conseguir, prontamente, otro diferente y más costoso para impresionar a nuestros vecinos. Algo así como un Marte, una Luna... o un infinito, sin siquiera haber aprendido a mantener nuestras propias vidas en buena forma, con una buena nutrición, con buen juicio, con mayor uso de la mente... Porque con todo lo pelotudos que nos vemos, aún no nos queda bien, no nos sienta para nada matarnos dentro de un automóvil, en una estúpida guerra o mediante excesos innaturales. Necesitamos vivir de verdad. Necesitamos crecer como humanidad. Necesitamos volver a ser pensantes con urgencia.
(Primavera desconectada)