El Gobierno ha creado una comisión de expertos para elaborar un informe sobre los escenarios de la denominada transición energética en la que no habrá ningún representante de organizaciones ecologistas. Conversamos con Héctor de Prado, de Amigos de la Tierra, una de las ONG junto con Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF, que han exigido esta semana al Ejecutivo su inclusión como voces autorizadas.
¿Por qué es necesaria vuestra participación?
Es fundamental contar con la visión de los grupos ecologistas para la transición energética. Somos propositivos, atesoramos experiencia, y tenemos una visión a medio y largo plazo. Es necesario reconducir la influencia del lobby empresarial que aboga por la inacción frente al cambio climático, y nuestra visión con las personas y el planeta en el centro es básica para lograr una transición positiva para el interés general. Además, en el caso de Amigos de la Tierra, llevamos casi diez años exigiendo una ley integral para abordar el cambio climático, sin importarnos el color que represente el partido de turno. El clima no es algo de izquierdas o derechas. No estar en la comisión es correr el riesgo de que los presupuestos de carbono (objetivos de reducción anuales), la mejor herramienta que hemos encontrado para planificar la paulatina descarbonización de la economía española, no aparezca en los debates ni el texto final, o la creación de un grupo independiente de expertos ajenos a los “amiguismos”.
¿Por qué cree que el Gobierno no ha contado con vosotros?
Nuestras propuestas basadas en la evidencia científica y en la promoción de alternativas efectivas suelen chocar con los intereses corporativos y del sistema tal y como lo conocemos. Es posible que por este motivo no hayan querido incluirnos, por resultar un incordio en sus planes para mantener la transición energética en niveles muy bajos, con gran falta de ambición. Para estar a la altura de la magnitud del problema climático, necesitamos tomarnos en serio lo que nos dicen los informes científicos, especialmente cuando se refieren a la vulnerabilidad de España y a los eventuales impactos socioeconómicos y ambientales que sufriremos este siglo. Llevamos años llamando la atención sobre el tema porque nuestro interés por el medio ambiente es genuino, no lo concebimos como otra manera de hacer negocio con mecanismos financieros especulativos.
¿Cuál es el eje de vuestras reivindicaciones en esa transición energética?
Hay que abandonar la importación y quema de combustibles fósiles cuanto antes. Es un despropósito a nivel económico y ambiental y ya existen alternativas. Apostar definitivamente por las energías renovables a todos los niveles, creemos que para mitad de siglo puede ser factible dejar en herencia un sistema energético 100% renovable, eficiente e inteligente, que no trate a los consumidores como meros testigos de piedra.
¿Qué propuestas energéticas deben ser irrenunciables y qué actuaciones hasta ahora vigentes deben ser desterradas?
Necesitamos medidas que sirvan para reducir de manera efectiva las emisiones, que amplíen nuestra capacidad instalada de energías renovables de manera distribuida, y que se cree un fondo para adaptación con el fin de mitigar los impactos que ya se están sintiendo actualmente en diversos ecosistemas del país. Consideramos que debe haber una mayor voluntad política en cuanto objetivos, y una mejor fluidez comunicativa entre carteras ministeriales y entre administraciones centrales y regionales. Finalmente, la ciudadanía debe sentir esta ley como algo beneficioso para él y para sus allegados. Con medidas como el “Impuesto al sol”, lo único que se consigue es desincentivar a personas que, de otra forma, serían partícipes de la deseada transición energética.
¿Cuál es el principal desafío de los gobiernos ante el cambio climático?
Son muchos y muy diversos, pero en el corto plazo el mayor reto es lograr que las emisiones de gases de efecto invernadero alcancen su pico en 2020, y a partir de ahí desciendan. Aunque esto actualmente no parece factible trabajando con los actuales instrumentos de mitigación. También tienen delante el Acuerdo de París, muy plural y, aunque poco ambicioso, sigue falto de contenidos que todavía están en fase de desarrollo, por lo que tememos que una vez más sigan llegando tarde.
Olivia Carballar
La Marea
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