Un magistrado de Hawai y un juez de Maryland han vetado la nueva disposición contra la migración. Ciertamente, las declaraciones públicas de los principales asesores y políticos de confianza del ocupante de la Casa Blanca han vuelto a insistir en los mismos argumentos.
Por tanto, se entiende perfectamente que los jueces digan que no se sostiene jurídicamente lo que pretende el presidente de los Estados Unidos en relación con el control de las personas que llegan a este gran país. Aunque Trump ha dicho que va a recurrir al Supremo considero que no va a lograr su propósito y no le dará la razón en sus pretensiones.
Estos dos vetos migratorios que han sido rechazados por la justicia norteamericana indican varias cosas. Y la más relevante, a mi juicio, es que se percibe un claro fracaso político y una falta de prudencia en las decisiones tomadas. Tenía que haberse asegurado de no ordenar medidas contra la inmigración que son desproporcionadas y claramente injustas.
Además, debería preocuparse más por mejorar la situación de la sanidad en Estados Unidos. Podría tomar como modelo la sanidad española que atiende de forma universal y que es pública. Pensar que con la atención médica privada es suficiente es ilusorio, si se quiere conseguir una adecuada calidad en la asistencia sanitaria para todos los ciudadanos independientemente de su nivel de renta o ingresos.
Ya se sabe que en Estados Unidos prima el individualismo en gran medida, pero eso no justifica que no se garantice el bienestar general de los más de 320 millones de habitantes que viven en este gran y extenso país.
Hace unas horas MacDonald’s que ha criticado en un tuit a Trump ha dicho que su cuenta ha sido pirateada y que lo está investigando. Sea cierto o no está claro que Trump no destaca precisamente por su cautela en las redes sociales y en su trato con los medios de comunicación, excepto con Fox News.
En el recibimiento que Trump le ha dado a Merkel en el interior de la Casa Blanca no se ha dignado a responder a una petición de darse la mano de la canciller alemana y no la ha mirado a la cara. Creo que no son formas de tratar a la líder del gobierno del país más poderoso económicamente de Europa.Por supuesto que tampoco es una forma de trato amable y considerado.
Las diferencias de opinión y las discrepancias sobre asuntos políticos no justifican, de ninguna manera, una actitud fría, distante y descortés en ningún momento. Aunque luego en otros momentos de su encuentro diplomático se haya mostrado Trump cortés con la jefa de gobierno germana.
Estos detalles y otros muchos dan una imagen que no es la que debería ser la propia de un presidente que debe estar por encima de improvisaciones y salidas de tono inadecuadas. Trump debería moderar su estilo de comunicación y ser dialogante y reflexivo. Su equipo de asesores y expertos tienen una gran tarea por delante.
(*) José Manuel López García es Doctor en Filosofía y Profesor