En Kallstadt, un pequeño poblado que hoy pertenece a Alemania, vivía en 1608 el abogado Hanns Drumpf. Por entonces, la región del Palatinado Renano era un lugar pobre conocido por la producción de vinos desde los tiempos del Imperio Romano, de modo que Drumpf debió de someterse a un régimen continuo de trabajo para mantenerse a su familia. No se sabe demasiado sobre su vida, pero se tiene una idea muy clara de su progenie: uno de sus múltiples descendientes es hoy el presidente de Estados Unidos.
La historia registrada sobre la genealogía del mandatario comienza con su abuelo, un barbero y asistente de hotel llamado Frederick Trump. Como lo recordó Ted Widmer en la revista The New Yorker, Frederick arribó a uno de los puertos de Nueva York en octubre de 1885, procedente del pueblo originario de su familia, Kallstadt, donde había aprendido a modelar las barbas de los germanos. Puesto que sus perspectivas en el pueblo no eran mayores, se habrá embarcado con la intención, por entonces común, de formar una vida próspera en un país que estaba en plena construcción. Cuando llegó a Nueva York, se instaló con una de sus hermanas, que había llegado allí hacía un tiempo y estaba casada con un empleado de apellido Schuster.
Tras numerosos trasteos, en los que incluso llegó a ubicarse por un tiempo en Washington, Frederick se afincó en Queens. En 1918, al parecer a causa la gripe española, falleció. Dos hijos, Fred y John, y su esposa, Elisabeth Trump —Christ era su apellido original—, lo sobrevivieron. Fred, un hombre que en sus años mozos tuvo un bigote bien recortado y lució vestidos muy formales, formó con ayuda de su madre y algunos socios una compañía de construcción, la organización Elizabeth Trump & Company. Donald Trump la convertiría en la Trump Organization.
Por el lado materno del mandatario, la historia también es de migración. Mary Anne McLeod, su madre, nació en una isla escocesa en mayo de 1912. Era, en su origen, campesina. Antes de afincarse en Nueva York, hizo varios viajes trasatlánticos. En 1929, en plena época de la Depresión, llegó a la ciudad multilingüe y se registró con el oficio de ama de casa. Pocos años después, conoció a Fred Trump, que por entonces ya tenía en firme su negocio inmobiliario, en el que vendía casas a precios exorbitantes. Se casaron en 1936 se establecieron en Jamaica, una zona de Queens, en Nueva York. Allí nacieron Donald y sus cuatro hermanos.
El hecho de que su esposo fuera boyante le permitió a McLeod vestirse de manera ostentosa y llevar una vida llena de riquezas, en la que, según un perfil publicado en The New Yorker, reemplazó los barcos y los viajes trasatlánticos por recorridos en avión hacia Cuba y Puerto Rico. Ella murió en 2000, un año después que Fred. En numerosas ocasiones, Donald Trump ha recordado a su madre como una seguidora implacable de la reina Isabel II —“veía siempre la televisión cada vez que ella aparecía”, dijo en una entrevista— e incluso ha asegurado que su instinto de comerciante proviene más de ella que de su padre.
El próspero negocio de construcción de viviendas, que ha hecho tan célebre a la familia Trump, tuvo sus comienzos en el abuelo germano. Frederick Trump adquirió numerosas tierras, donde construyó restaurantes y comercios para abastecer a los trabajadores, también migrantes como él y habitantes impertérritos de los barrios más pobres que convivían ante la voluptuosidad casi europea que se alzaba en Manhattan. Fue allí donde se construyó la Trump Tower.