Liberalismo y Determinismo

Determinismo podría ser el lugar y el país donde has nacido, la situación económica y social de la familia a la que perteneces, la salud muy predeterminada por la herencia biológica o genética… y tantas otras cosas más.

El llamado libre albedrío se da en casos muy concretos pero en otros muchos brilla por su ausencia. Hay un número considerable de personas que estando en su plenitud aparece una especie de tren de mercancías que, arroyándoles, acaba con todo. La pena es que los padres o los seres cercanos sienten culpabilidad del fatal desenlace, cuando no tienen ninguna responsabilidad de lo ocurrido y por lo tanto de culpa.

Ese tren de mercancías lanzado puede aplastar a la persona en su adolescencia; en cuyo caso lo ha fulminado para siempre o casi siempre. En su primera madurez, con lo que pueda trastornar o colapsar su vida durante una larga temporada o una parte considerable de ella, pero el sujeto acaba recuperándose. Si el convoy le arrasa en la vejez o les fulmina o les induce al suicidio.

He visto y presenciado casos de jóvenes que cuando están iniciando o a punto de iniciar sus estudios superiores caen de repente segados por un hacha inmisericorde. Es preciso que sus padres no se sientan culpables, pues la desaparición de sus hijos y su futuro nada tiene que ver con sus esfuerzos personales acertados o desacertados.

Con el cuerpo humano siendo semejante ocurre algo muy distinto. El cuerpo humano es como la maquina portadora de la conciencia, de la memoria, del querer. Su equilibro es algo complejo y requiere atenciones y cuidados. Desde tiempo inmemorial tiene tres enemigos, enemigos que Buda, cuando se decidió a salir de los jardines del palacio de su padre, definió con los nombres de: la enfermedad, el dolor y la muerte.

Se esforzó desde entonces en ayudar a sus semejantes, y tras vagar por lugares remotos guardando la abstinencia de no poder comer casi nada, elaboró una especie de fórmulas que sin ser una religión, pues no ponen en relación al sujeto con Dios, sin embargo si le aportan unos conocimientos, unos principios, casi podría decirse unas formas de vida, una técnica ampliada para mitigar o hacer desaparecer el sufrimiento que conllevan esas tres realidades.

El avance fue importante pues no creaban sentimiento de culpa y sin embargo dotaban a sus semejantes de una llave maestra con la que abrir y airear las zonas más oscuras y penosas del deambular por este mundo.

De esa forma Buda, Cristo y Mahoma, aportan cada cual en su cometido, razones fundamentales antes inexploradas e inexplicables para poder vivir mejor y también para morir con un menor grado sufrimiento.

Al culmen de la perfección hecha práctica en esta vida se le llama Nirvana.

El libre albedrío se da en parcelas pequeñas de tiempo dentro de una vida predeterminada o limitada o fijada dentro de unas coordenadas que el ser humano jamás podrá variar. En “España como problema”, un artículo escrito hace tiempo, se hace alusión precisamente a este hecho. Nuestro país cae fatalmente en una realidad política y económica concretas, cuando se dan unas circunstancias muy especiales que a su vez pueden llegar a darse y se dan cíclicamente como ocurre con los eclipses de sol o de luna, o como por debajo de los cero grados centígrados el agua se convierte en nieve con el asombro y la fascinación de los que la ven caer por vez primera.