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CARTA DESDE ALEMANIA

El toro saltó una barrera de casi 10 metros de altura en Tafalla, Navarra
El toro saltó una barrera de casi 10 metros de altura en Tafalla, Navarra

El mensaje de los animales

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Hace pocos días una noticia ocupó los titulares de la prensa de todo el mundo. En este país, que se cuenta entre los mejores clientes del verano español y en que millones de sus habitantes disfrutan de la costa, del sol, de la buena comida, de la amabilidad y alegría de vivir de los españoles, cualquier noticia que ataña a este país se lee con mucho interés.

Así la del toro aquel, que en la localidad navarra de Tafalla saltó al tendido provocando que numerosos espectadores fueran heridos, incluyendo a un niño que presentó numerosas contusiones, pero no causadas por el animal, sino por alguno de los que tuvieron que huir.

Aunque se podría decir que en este caso no se trataba de una de las sangrientas corridas tradicionales a capa y espada, esto es, con el típico final mortal para el animal, sino de un mero concurso de recortadores, para muchos librepensadores de este país no deja de resultar curioso el que tales eventos tengan lugar durante la celebración de fiestas llamadas cristianas. La prensa informó que se trataba de las celebraciones anuales en honor de la virgen Nuestra Señora de la Asunción y de san Sebastián, aquel santo católico que sobrevivió la tortura de haber sido perforado por las flechas de arqueros mauritanos, pero que al final fue muerto a golpes de mazos por orden del emperador romano Diocleciano, en el siglo IV d. C.

 

Igualmente singular resulta el hecho de que el toro ya había intentado fugarse en otras dos ocasiones a lo largo de la tarde, por lo que los asistentes protestaron aduciendo que el animal “no servía” para aquel espectáculo, es decir, para divertirles, lo que la prensa local tradujo en un lenguaje más aséptico, diciendo que se había intentado devolver la res a los corrales “porque no reunía las condiciones para el concurso”. O sea que la tradición cristiana tiene aquí su sentido: en su día al santo ahora celebrado se le mató a golpes en un circo romano, y ahora se tortura a un toro en un circo moderno, lo que es una prueba más de que muchas de las tradiciones del cristianismo eclesial de estos días tuvieron su origen en rituales paganos.

No obstante, y por muy absurdos que hoy parezcan estos espectáculos, nadie los cuestiona, y no sólo en España se sigue torturando a animales indefensos de la manera más cruel. Ya a los niños se les prepara para disfrutar de tales espectáculos, por ejemplo con el “torillo de fuego”, que también es siempre parte de las fiestas de Tafalla.

 

En un programa de televisión alemán, al comentar este suceso en la ciudad de Navarra, un periodista preguntaba si la huida del toro no tendría un significado más profundo y más significativo que la mera transmisión de una noticia, tanto es el sufrimiento que se causa a los animales en todo el mundo, agregando que el cambio de actitud de muchas personas va muy lento. El reportero celebró que en una región de España entretanto se hayan prohibido las corridas de toros; afirmó que se sabe que muchos españoles protestan cada vez más contra las tradiciones en que se mata cruelmente a todo tipo de animales, agregando que en realidad toda persona que tiene animales en su casa sabe que éstos sienten alegría y dolor, como cualquier ser humano. Por último comprobó que la ciencia ha demostrado repetidas veces cuán nocivo para la salud y el medio ambiente es no sólo el consumo de carne sino también la crianza masiva de animales, concluyendo en que hay suficientes antecedentes, además de los éticos inherentes al homo sapiens, como para cambiar definitivamente la actitud que se tiene contra otros seres vivos.

 

Pero como también suponía este periodista, puede que los animales sufran tanto justamente a manos cristianas, debido a que uno de los instituidos como santo por su Iglesia, el doctor de la Iglesia Tomás de Aquino, dijera que los animales no tenían alma. Con ello abrió la puerta a todo tipo de crueldades contra criaturas indefensas, que no obstante fueron las que acogieron al Niño –que fuera justamente el fundador del cristianismo– en un pesebre, cuando los seres humanos les habían cerrado sus puertas, una contradicción garrafal que se agrega a las muchas otras que alberga la teología de base escolástica.

 

En este sentido ya en el sigilo XVIII, y por lo menos dentro del ámbito de vida alemán, el gran poeta Goethe advirtió: “El profundo respeto religioso por aquello que está por debajo de nosotros, incluye naturalmente también al reino animal, e impone a los hombres la obligación de respetar y proteger a las criaturas que están por debajo de él”. No obstante, puede que algunas aseveraciones legadas de los discípulos de Jesús sirvan de ejemplo y reflexión a los cristianos actuales. Según las Homilías clementinas XII, 6; rec. VII, 6, s. Pedro decía: “Yo vivo de pan y olivas, a las que sólo en ocasiones añado alguna verdura”; En las Palabras de Pablo, en Toledoth Jeschu, en la pág. 113 de la Edición Krauss, Berlín 1902, se lee: “Jesús me ordenó que no comiera ninguna carne ni bebiera ningún vino, sino sólo pan, agua y frutos, para que me halle puro cuando él quiera hablar conmigo”; Clemente de Alejandría escribe en Paidagogus II, 1, 16: “Mateo vivía de granos, frutos de árboles y verduras, sin carne”; Hegesipo, historiador de la Iglesia, según Eusebio, dice en su Historia de la Iglesia II, 3: El discípulo “Juan no comió nunca carne”; y en las Epístolas a Fausto, XXII, 3, se puede leer: “Santiago, el hermano del Señor, vivía de semillas y plantas, y no probó ni la carne ni el vino”.

 

Tal vez los textos citados ayuden a corregir no sólo la opinión del famoso doctor de la Iglesia, pero para quien desee adquirir una visión más profunda, a la vez de sencilla y lógica, sobre la vida y función de los animales, la editorial alemana www.das-wort.com ha editado en español un novedoso librito con el título Tú, el animal. Tú, el hombre – ¿Quién tiene valores más elevados?”. Las explicaciones de este librito dan cabida a comprender mejor que la huida del toro en la ciudad navarra efectivamente puede que haya sido un mensaje dirigido no sólo a los espectadores del aquel dudoso espectáculo, sino a todo ser humano, para que haga uso del sentido común y deje de participar en la tortura de criaturas indefensas. Y en el caso de los cristianos, puede que el sacrificio de este animal haya servido al menos como un buen recordatorio del verdadero sentido de la enseñanza de Jesús de Nazaret, así como está contenida en su Sermón de la Montaña, donde entre otras cosas dijo: “Lo que quieras que otros te hagan a ti, hazlo primero tú a ellos”, aunque en el caso de los animales la común inversión de su cita puede ser de mayor ayuda para el lector de mente despierta: Lo que no quieras que te hagan a ti, no se lo hagas tampoco tú a nadie… ni a la naturaleza ni a los animales”. La aplicación diaria de esta milenaria “Regla de Oro” en las relaciones humanas podría ser un primer paso para practicar el verdadero respeto a la creación de Dios.

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