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Reflexiones

De como yo hice mis estudios, un pelín ebrio, (borrachito)…

Por Quino Moreno

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Ahora que estoy sentado frente al ordenador tomando un vino blanco (que se lleva mucho porque los protas de las series americanas lo hacen), me acuerdo de una historia de mi infancia y no sólo de mi infancia porque duró hasta la pubertad, (por cierto, palabra que odio y no me pregunten porqué me suena mal y asexuada)

Un servidor realizó sus estudios EBRIO, yo diría y había días, un poquito borracho. Soy muy dado a hacer monólogos de mis historias y mis amigos se ríen, pero ésta, es una historia verídica como diría Paco Gandia.

Lo mejor de lo que voy a contaros es que estoy seguro, que hay gente de mi generación que le habrá pasado, y no se han dado ni cuenta.

Empiezo: mi MADRE, Magdalena (y pongo Madre con mayúscula, porque fue un ejemplo familiar sin parangón) a nadie y somos una familia muy longeva he oído decir una palabra mal sonante de Magdalena porque era mucha Magdalena, madre nada más hay una y la mía, fue la MEJOR. Sigo... todo el mundo sabe que yo soy de Cai… pero de Cai, Cai porque hay muchos Cai. Los que están en el extramuro y lo que están de las puertas de tierra p’a entro y yo, soy de esos y lo llevo por montera como decía la Tonadillera.

Mi madre era de Chiclana (casi ná) donde hay unos caldos exquisitos y unos moscateles que quitan las penas del sentío con deciros que hay una Bodega que la llaman el Sanatorio y la recomendaban los médicos. Quedaros con ese nombre por si pasáis por Chiclana, pediros un rebujaito que es vino de Chiclana con moscatel de uva blanca… en fin, lo que pasa es que me pongo hablar de mi Cai y no estoy a lo que estoy. Y estoy en el barrio de Sta. María en la mismísima calle de Antulo, en una casa compartida… ¡¡si señores!!... no había inmigración pero yo tenia una vecina que se llamaba Maruchi que yo la quería y después, es que tenia dos cachas que no se podía aguantá. Bueno, a lo que voy, Magdalena por las mañanas, me hacia un CANDIE. Un candie es como un  batido pero sin batidora, entre otras cosas por que no había batidoras y las que habían tenia que ser a dita y se tardaba en pagarla una jartá, perdonarme pero no voy a pararme a contaros lo que es una dita porque no voy terminar nunca.

Bueno mi madre cogía un vaso mezclador (que era el más grande que había en casa y ponía los componentes del Candie, su yema de huevo, sus dos cucharadas de azúcar y bien cargaíto de moscatel que en aquel entonces, era un muy buen reconstituyente. Años después se publicó cuando por fin vino la TV a España, que fue el último país del mundo en tener televisión. En aquella época tenían televisión hasta los bosquimanos.

¿Os acordáis de Quina Sta Catalina? ¿QUE DABA UNAS TREMENDAS GANAS DE COMER?... aquello era moscatel pero más malo que el de Chiclana. Después del reconstituyente de mi madre, yo enfilaba la calle Nueva para el colegio y os aseguro que algún hipo se me escapaba, pasaba la mañana en el colegio. Yo fui un niño muy alegre… a lo mejor era por el Candie.

Sobre la una de la tarde de regreso a casa siempre buscaba a mi PADRE, Antonio, (alias Hechurita, que viene de hechuras, es decir que tenia buenas "jechuras") y lo vuelvo a poner con Mayúscula, porque no entiendo, -y soy creyente- como se pueden ir personas al otro mundo que sólo han hecho el bien y felices a los demás. De mi padre, solamente contaros que Cádiz, ciudad pequeña, y por mor de que era camionero, vinieron gentes de toda España,  ¡vamos ni cuando se entierro del Alcalde Ramón de Carranza!... Sigo: mi padre paraba en un bar cerca de mi casa que se llamaba la Nueva Vía (no se llamaba así pero un día cambiaron las vías del tranvía que pasaba por la puerta, y el mote fue inmediato), mi padre nada más verme entrar en el Bar,  le decía al camarero: “Un moscatelito p’a er niño”,y er niño se dejaba querer y siempre caía otro. Esta jugada aunque yo era pequeño, no la sabia mi madre pero llegó el día en que se enteró por mi padre, porque mi madre ante de la comida, con el pan duro del día anterior,  me daba otro reconstituyente (llámese moscatelito) p’a mojá  y así, se me abriese el apetito.  Después de comer cogía la cartera -que no se porque por la tarde pesaba más si llevaba los mismos libros-, eso si tengo que confesar por la tarde, en el cole, me entraba un sueño terrible.

Yo me vine a Madrid muy pronto (a los dieciséis), en Cádiz hice hasta el bachiller elemental pero os aseguro que asimilaba más los estudios de mi Cádiz que los posteriores en Madrid pero, MIENTO,  en la academia San Bernardo de periodismo, también había un bar al lado que hizo muchos destrozos con el personal. Pero no había moscatelito así que yo me salvé (nada tiene que ver el el Whisky DYC con el moscatel de Chiclana)

Y esta es la historia,  la había contado pero ahora la dejo escrita y rubricada así que puedo prometer y prometo que hice mis estudios un pelín BORRACHITO… 

 

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