Una desconocedora del turismo, al frente de la promoción de España

Intentaré explicar por qué conductas de esta naturaleza son mucho más propias de países bananeros que de quienes pretenden avanzar, crear empleo y mejorar.
Nada de esto tiene vinculación alguna con la persona de Marta Blanco, a quien no sólo no conozco, sino que, con muchas probabilidades, esté dispuesta a poner lo mejor de sí para sacar esto adelante. No obstante, sigue siendo una situación lamentable que nos permitimos para el país pero que ninguna empresa turística habría aceptado para su organización.
Un país serio tiene bien delimitado dónde acaba la política y dónde empieza lo profesional; dónde hay que introducir el componente ideológico y dónde el rigor, el conocimiento y la competencia. La ideología la votamos cada cuatro años, e introduce una visión que en ciertas cuestiones puede llegar a diferir mucho de lo que supondría otra opción política. Pero, en cambio, en los asuntos que implican gestión, las diferencias son mínimas o directamente nulas. ¿Cómo se puede diferenciar la promoción turística de izquierdas de la promoción turística de derechas? No, no lo busquen porque no existe esa diferencia. Lo que existe es el amiguismo de poner a ‘compañeros’ del partido para que tengan algo que hacer.
Sin embargo, es completamente inadmisible que un país ponga la promoción del sector que genera más del diez por ciento de su empleo y un poco más de su PIB en manos no profesionales, no expertas. Jamás en Alemania, Suecia o Estados Unidos se les hubiera ocurrido hacer algo así. Al frente de sus departamentos profesionales están los mejores, elegidos exclusivamente por razones de mérito, que tienen instrucciones precisas de seguir las grandes directrices que le señalen los ministros o quien sea equivalente a secretarios de estado. No se pierdan al Reino Unido que para dirigir su banco central nombró a un canadiense, ex-gobernador del emisor de ese país.
En España, no. Aquí imitamos no imitamos a Cameron sino a Camerún. Ahora, pues, esta bienintencionada Marta Blanco tendrá que invertir varios meses para aclararse sobre quién es quién en el turismo, en conocer qué camino habíamos recorrido y qué nos queda por hacer, en entender cómo ha funcionado hasta ahora la promoción y en qué cuestiones podemos cambiar o mejorar para sacar el máximo provecho de los 300 millones de euros de los que dispondrá. Cuando esta persona haya adquirido los conocimientos y la soltura necesaria, cuando tenga en mente una estrategia, cuando crea que puede relanzar nuestra imagen, ya habrá llegado otro gobierno o simplemente otro ministro que tendrá otro conocido al que ofrecerle una ‘joyita’ en la que aprender para un día llegar a ministro.
El nuevo responsable de Turespaña debió de haber sido elegido en una convocatoria pública, abierta, a la que pudieran presentarse los mejores expertos en estas cuestiones, incluso a nivel internacional. No vean la cantera de expertos que tiene este país, que han sido capaces de vender hoteles en todo el mundo, que han captado clientes en los lugares más recónditos. Pero no, con todo el respeto a la persona elegida, esto se acordó en torno a una mesa camilla, en la oscuridad, donde obviamente sólo contaron criterios ajenos a lo profesional.
Mientras en España los mandos intermedios que toman las decisiones de gestión no sean elegidos entre los más cualificados y sí entre los mejores amigos, tendremos que sufrir los bandazos, la incompetencia y la desmotivación que genera el sector público en general.