Reflexiones sobre la XXII cumbre Iberoamericana

A la ceremonia inaugural han asistido 15 jefes de Estado y Gobierno, así como la reina y los príncipes de Asturias, y cancilleres de toda la comunidad iberoamericana. El rey Juan Carlos I inauguró la Cumbre en el Teatro Falla de Cádiz, en el bicentenario de la Carta Magna aprobada en la ciudad andaluza en 1812. En la cita han acudido también invitados especiales como el presidente de Haití, Michel Martelly, el ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Saadedín al Otmani, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, entre otros.

Estuvieron ausentes por diversas razones los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Cuba, Raúl Castro; de Guatemala, Otto Pérez; de Nicaragua, Daniel Ortega; de Argentina, Cristina Fernández; de Paraguay, Federico Franco, y de Uruguay, José Mujica. El presidente de Bolivia, Evo Morales, adelantó su partida aduciendo que tenía "compromisos", al igual que su colega hondureño, Porfirio Lobo, quien dijo que regresaba a su país por las elecciones locales del domingo día 18.

En estas circunstancias podemos señalar que la Cumbre de Cádiz ha sido un foro económico donde el Gobierno español ha intentado recuperar la condición del mejor socio para los países iberoamericanos. Mientras “los dos miembros europeos de la comunidad iberoamericana sobrellevan como pueden su profunda crisis, la veintena de excolonias prevé crecer un 3,2% y casi un 4% el próximo año, una cifra nada desdeñable paras las madres patrias en recesión.”

Tenemos que subrayar que los países latinoamericanos también han reducido la pobreza de casi el 50% al 30% en el último decenio y, según un reciente informe del Banco Mundial, la clase media ha crecido más de un 50% desde principios del milenio y aumenta entre un 1% y 2% anual .Es evidente que el Nuevo Continente crece y que poco a poco se están reduciendo los índices de pobreza, vislumbrándose una mayor cohesión social., mientras que en los países de la zona europea-España y Portugal- la crisis general es patente y prolongada. No obstante conviene recordar, ante el coreado triunfalismo de algunos, que el presidente de Perú, Ollanta Humala, alertó a América Latina de que no debe "sobreestimar su fortalecimiento económico" porque aún es la región con más desigualdades.

Cierto es que España y Portugal ven en el inmenso mercado iberoamericano, una oportunidad para que parte de esa riqueza emergente pueda convertirse en una salida para su precaria situación económica y financiera. Se trata de un mercado de unos 550 millones de personas en el que España aspira a mantener y, en mayor o menor grado a aumentar sus inversiones, aun contando con situaciones de expropiación como la de Repsol en Argentina y Bolivia u otras similares que pudieran producirse con las grandes empresas como Telefónica, Repsol, los bancos BBVA y Santander, que llevan años en América Latina recogiendo los frutos de su inversión.

Esta cumbre de Cádiz ha estado principalmente enfocada a apoyar y facilitar a las pequeñas y medianas empresas (PYMES) y su posible introducción en este inmenso mercado, ya que necesitan urgentemente hilvanar el aumento de su tejido de demanda tras la caída brutal de su posicionamiento productivo ocasionada en los mercados nacionales y supranacionales. Sería una forma operativa de que España recupere y consolide su histórica influencia, perdida en gran medida por su declive financiero y por la profundidad de su crisis económica cuya salida de la recesión esté encontrando obstáculos significativos y duraderos.

Aunque las Pymes rara vez cuentan con los recursos para pagar análisis de riesgo o grupos de influencia locales que protejan sus negocios, es posible que puedan realizar operaciones empresariales aun considerando la existencia y acostumbradas maniobras político-electorales de los sistemas presidencialistas latinoamericanos, donde el poder ejecutivo concentra tanta fuerza (algunos de ellos basados en el populismo demagógico) y la perpetuación en el cargo genera desconfianza por los vaivenes políticos que amenazan las inversiones extranjeras como ha sido el caso antes aludido de algunas empresas españolas.

Países como México, Colombia, Perú y Chile y Brasil pueden convertirse además en excelentes vías de comunicación económica de las inversiones españolas con el mercado de los países emergentes del centro y sur del continente asiático en el que el faro de la actividad económica china marca uno de los caminos claves en este proceso de desarrollo económico. A este respecto conviene recordar que las exportaciones latinoamericanas hacia el Pacífico han crecido un 30% en los últimos 10 años.

El presidente español, Mariano Rajoy, ha reivindicado asimismo, en el contexto de una cooperación mutua, el papel de España como "la plataforma más cercana" que los países del nuevo continente tienen para acceder "a la mayor área de prosperidad del mundo" que es Europa, a pesar de los tiempos actuales de crisis económica y la necesidad de trabajar juntos en busca del progreso y el crecimiento económico, convencido de que "más que una tradición que continuar tenemos un futuro que realizar".

Recordar, por último, que las Cumbres Iberoamericanas comenzaron hace veintidós años, cuando América Latina atravesaba una grave crisis de endeudamiento, mientras España y Portugal vivían un "boom" económico y de confianza, justo lo opuesto de lo que ocurre ahora, cuando la comunidad planea hacer una reflexión para su renovación. Estas Cumbres han sido testigo históricamente de la evolución, los logros, las preocupaciones y los problemas de los miembros de esta comunidad, de sus consensos y disensiones, de encendidas discusiones y reconciliaciones.