El Mont Saint Michel que preside la Gran Bahía quedaba completamente anegado en el agua y por mor de los pólders, ahora se ha acercado a la tierra firme hecha de limo blanco extraído del fondo del mar y colocado a partir de los diques de contención que permiten reafirmar el terreno. Un trabajo ambicioso y costoso que ha sufragado el Estado francés.
No sólo Holanda ha creado pólders junto al mar sino también Francia en esta franja del Atlántico, con lo que ha enriquecido su agricultura de por sí rica, con estos centenares de kilómetros cuadrados de terreno que pertenecen a la municipalidad del Mont Saint Michel, la que cobra los impuestos a los pocos propietarios de estas nuevas tierras feraces.
Los corderos que se cuentan por miles de patas (cuatro por animal) pastan los prados-salados frente a las majadas donde pueden beber agua dulce y donde se recogen al atardecer cuando el sol baja. La “disciplina” de los animales impuesta por eficientes perros de vigilancia especiales es tal, que ningún cordero puede escaparse, ni entrar ladrón alguno al recinto. Con un solo ejemplar de estos perros basta para controlar un gran rebaño; a la menor indicación de sus ladridos el ganado ovino obedece como corderos.