¿Hasta cuándo?

Cualquiera lo puede ver y oler si pasa por la calle Río Becerril, esquina con la de Río Tera (polígono industrial de Las Hervencias). Son perros tristes y mugrientos por la calamitosa situación en que sobreviven y por la evidente ausencia de la más mínima higiene de quien tiene el deber de proporcionársela.

Cuando ha dejado de llover unos días y el sol comienza a desecar aquel muladar de orines y deyecciones, a veces los he visto tendidos sobre sus propios excrementos, entre resignados y anestesiados por las emanaciones olorosas de su miserable encierro. En ocasiones, en un cacharro metálico con salpicaduras fangosas, se han podido ver restos de una especie de pienso que, por su tamaño y aspecto, no puede ser de perro sino de rumiantes. Y cuando llueve, tal pienso se diluye por efecto del agua entre la literal

mierda que pisan.

Ésta es la fiel descripción en la que se encuentran los dos pastores alemanes y que en Semana Santa llevó al Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) al cuartel de la Policía Local de Ávila para firmar una denuncia en regla. En el expediente abierto por este cuerpo municipal, se proponen varias sanciones por lo constatado en la inspección. Ahora toca a la Junta de Castilla y León dictaminar sobre las sanciones y el futuro de los canes, porque nada, absolutamente nada, ha cambiado desde que este caso fue denunciado. ¿Hasta cuándo hay que esperar para poner fin a una situación tan injusta y tan antagónica de una ciudad que se declara “patrimonio de la humanidad”?.

No me estoy refiriendo, obviamente, al concepto arquitectónico, sino al de otro más relacionado con la ética.

Argumentos legales no faltan para la incautación de los dos perros, tanto por el artículo 9 (título III) de la Ordenanza Municipal de Tenencia de Animales de Compañía, como por los artículos 4, 26 y 34 de la Ley de Protección de los Animales de Compañía de la Junta de Castilla y León. En ellos se habla del mantenimiento en buenas condiciones higiénico-sanitarias, la facilitación a los animales de alimentos y bebidas adecuadas, así como sobre el ejercicio físico. También se dice que el Ayuntamiento podrá confiscarlos cuando existan indicios de mala alimentación o se encuentren en instalaciones inadecuadas. Si esto es así y es tan fácilmente constatable, ¿a qué se está esperando? ¿Acaso la normativa anteriormente referida es simple y despreciable papel mojado? Ellos, los animales, no tienen voz propia para denunciar los malos tratos y las indignidades a los que son sometidos por presuntos seres humanos. Sin embargo, es un deber de conciencia de los ciudadanos con suficiente noción de justicia exigir la pronta actuación de los poderes públicos. Ayuntamiento de Ávila y Junta de Castilla y León: no más demoras.

Por si le sirve a alguien, ahí van estas sabias palabras: “Un país, una civilización, se puede juzgar por el modo en que trata a los animales”. (Gandhi).