Beatriz González, Collages oníricos sobre grabados originales de Doré o Bentley

Ciertamente son escenas entre oníricas y surrealistas que se instalan sobre grabados originales de Gustave Doré, Bentley y otros en blanco y negro (otros artistas lo hicieron sobre grabados de Goya), a base de recortables de color, que producen perplejidad o inquietud en el espectador.

Los títulos dinamizan la interpretación del que mira y algunos de ellos alucen a la mitología greco-romana, otros a los fenómenos celestes o de boscajes románticos. Hay algunas piezas sobresalientes como “Brotes, renuevos”, en el que labios o boquitas de colores se desplegan a modo de hojas sobre un árbol incrustado en medio de una cascada del grabado original.

“Menina”, una visión de mujer asesina con un cuchillo en la mano es una escena inquietante. “la sonrisa de ja Gioconda”, juega con las palabras y los sonidos. “Cazadores de sueños” es otro título de interés; “Renacer; “La lunas de Júpiter”; “Las nereidas”… Marilyn Monroe aparece en dos collages, porque el cine y la moda son protagonistas certeros de este trabajo plástico.

La autora juega con los significados y en algunos tocas conceptos “perversos” o dobles sentidos. Con el amor, el Edén, los bosques y los paraísos se pueden plasmar ideas elípticas de gran calado.

Artista refinada, Beatriz González sitúa la firma con discreción fuera del grabado, para no perturbar la dicción plástica, para no altererar el duermevela de las escenas. El tríptico de la exposición –muy concurrida el día de la apertura- acoge un poema de Octavio Paz sobre Joseph Cornell, otro collagista de cajas objetos que son condensación de la memoria:

Fragmentos mínimos, incoherentes;/ al revés de la Historia, creadora de ruinas,/ tú hiciste con tus ruinas creaciones./ Teatro de los espíritus:/ los objetos juegan al aro/ con las leyes de la identidad”.