Kristio Nikolov (Plovdiv. Bulgaria, 1950) es capaz de permanecer encerrado varios días sin salir, consagrado a su pintura con fe y vocación arrolladoras. Ha expuesto su obra en diversos países europeos y ahora prepara una gran muestra para presentarla el próximo 11 de mayo en el Centro Riojano de Madrid.
Aunque Nikolov comenzó haciendo sólo y exclusivamente iconos, esa técnica peculiar y exigente que bien conocen las escuelas, búlgara, rusa y griega, con el tiempo ha querido esponjarse en la pintura abstracta para descansar y liberarse temporalmente de la forma, la disciplina y las normas que requieren los iconos.
“He querido entrar en el arte contemporáneo a base de manejar el color de manera libre, en abstracciones o figuraciones más abiertas y deshechas que el icono, que tiene sus reglas inflexibles. Esta es la obra fundamental que voy a presentar en el Centro Riojano, aunque igualmente añadiré algunos iconos porque me los piden ciertos coleccionistas fieles al género”, explica el pintor búlgaro.
El pintor que ha expuesto sus iconos junto a la colección Onieva de La Casa Grande (Torrejón de Ardoz), uno de los mejores museos de iconos de España, lo hizo también en el Museo de la Ciudad en 1999, en una muestra inaugurada por la Reina Sofía y Antonina Stolanova, esposa del presidente de Bulgaria. La reina de España conversó ampliamente con Nikolov y adquirió tres piezas para su familia, lo que llenó de orgullo al artista.
Una relación celestial desde el Patocrator a la Teotocos
Desde el Cristo Pantocrator, en o fuera de la mandarla, a la Teotocos (Madre de Dios), pasando por los distintos arcángeles y coros de ángeles, así como el Apostolario diverso, donde el abrazo de Pedro y Pablo cobra una emoción inusitada. Los soportes varían desde las pizarras a las ágatas, pasando por el lienzo o la tabla. El mérito del pintor búlgaro está no solo en pintar sino también en haber vendido ha vendido numerosos iconos a coleccionistas españoles y extranjeros.
Kristio Nikolov es exigente en su trabajo, con una capacidad de concentración asombrosa, con una veneración grande a la pintura como el arte con mayor capacidad de sugerir e ilusionar al espectador. Sus abstracciones se mueven en curvas y arabescos con tonalidades suaves y nacaradas. A veces se adentran en cierto espacialismo lleno de infinitud y misterio, que quizás procedan de su dominio del icono.