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“El cuerpo si lo cuidas, te puede durar toda la vida” (X)

Pamela, guapa modelo chilena luce un espectacular físico producto tanto de la naturaleza, como de una dieta y rutina de ejercicios apropiadas.
Pamela, guapa modelo chilena luce un espectacular físico producto tanto de la naturaleza, como de una dieta y rutina de ejercicios apropiadas.

Por Freddy Hammer

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Si Ud. se ha decidido finalmente por hacer algo para mejorar su actual estado físico, ha elegido posiblemente la mejor fecha para iniciar su programa de cambios. Tiene por delante lo que resta del otoño y todo el invierno para prepararse y lucir así en la próxima época veraniega, un “look” completamente nuevo.

Decidirse, el paso más difícil

Sin lugar a dudas, la conclusión de que Ud. no está en buen estado físico, es algo que tiene asumido desde hace tiempo, y posiblemente cada cierto tiempo le acomete el deseo de hacer algo para remediarlo y seguramente para no hacer nada, Ud. se “apoya” en todas esas “verdades” con las cuales la mayoría de las personas que están en su misma situación, se autoexculpan y justifican a si mismas.

Veamos cuáles son las más usuales:

  • Después de los 30 o 35 años, es completamente “natural” tener tripa, subir de peso y perder el entusiasmo por las actividades físicas o deportivas.
  • El hombre y/o la mujer, una vez casados, ya no tienen que “preocuparse” por su figura...
  • Es ridículo, que un hombre o una mujer que tienen más de 40 años, se “preocupen” de su figura o físico, eso es para los jóvenes...
  • Tengo tanto trabajo, que “no me queda tiempo para nada”...
  • A mi mujer (novia) le gusto tal como soy...
  • Mi marido (novio) es tan celoso, que prefiere que sea gorda... así los “otros” hombres no me miran...
  • En mi profesión (cualquiera que sea) es normal que sea un poco gordo... tengo tanta vida social...
  • Si estoy gordo(a) es porque tengo buena salud y me alimento bien... (??)

 

Podríamos enumerar muchas más, pero ni una sola de ellas es válida y/o razonable, porque no hay que engañarse. Ninguna persona que esté consciente de tener una figura con exceso de peso, está íntimamente satisfecha.

Sería muy improbable que ante la posibilidad de cambiar de manera inmediata de figura, esa misma persona rechazara tal oportunidad, lo cual nos lleva a la conclusión de que si pudiéramos, todos cambiaríamos algo de nuestro aspecto.

Cambiar de hábitos, comenzando por el principio

Alguien dijo que si uno ha de ser esclavo de los hábitos, más vale serlo de “buenos hábitos”. Esta frase es cierta y muchas cosas bien llevadas, pueden ayudarnos en nuestro propósito de mejorar nuestro estado físico y mental.

Cuando uno se siente bien físicamente, tiene mejor ánimo para realizar tareas u obligaciones que en otras circunstancias, constituirían una pesada carga. Por otra parte, la buena salud es consecuencia ineludible de un buen estado físico y por lo tanto, no sólo la vanidad de querer mantenernos bien debería animarnos a cambiar nuestros hábitos de alimentación o de actividad física por ejemplo, sino que la seguridad plena de estar haciendo algo para conservar y mantener una buena salud.

Excesos en la comida

A todos nos gusta una buena comida y una buena bebida. La mayoría de nosotros estamos lejos de ser anacoretas o tener alma o corazón de fakires. Pero esto no es de manera alguna, patente de corso para irnos exactamente al otro extremo.

La gran mayoría de las personas por razones de costumbre u otras, cree que alimentarse bien es comer en exceso y eso, aparte de no ser verdad, provoca a la larga, más daño que beneficio.

 

Los expertos en nutrición afirman que una persona común y corriente, en circunstancias normales, pueden vivir perfectamente sólo con el 50% de los alimentos que ingiere a diario. En otras palabras, si pudiera rebajar a la mitad lo que come a diario, su vida seguiría siendo exactamente igual y lo más probable es que consiguiera un mejor aprovechamiento de todos los nutrientes contenidos en los alimentos y su organismo en general “respondería” mejor.

Se han hecho experimentos en USA con un grupo de 750 personas con edades comprendidas entre los 25 y 70 años que durante dos años, consumieron bajo estricta vigilancia de los conductores del experimento, la mitad de los alimentos que ellos mismos declararon ingerir de manera habitual. Los resultados fueron sorprendentes.

Ni uno solo de los participantes (ni los de más edad siquiera) acusaron fallas en su organismo o desórdenes metabólicos. Por el contrario, se comprobó la ausencia de malestares propios de la digestión (dispepsia, gases, mala digestión, etc.) en todos aquellos participantes que antes de someterse al experimento, dijeron sufrir de manera regular de estas molestias.

 

Más del 50% de ellos perdió varios kilos de peso sin que ello constituyera riesgo para la salud. Un 20% de los participantes de más de 65 años, aseguró “recuperar” en gran medida, el apetito sexual. Un 10% de los hombres mayores aseguró que su calvicie se había “frenado” y todos los participantes decidieron al término del experimento, que en el futuro, mantendrían el hábito de “comer menos para vivir mejor”.

El comer grandes cantidades es en la mayoría de los casos, un fenómeno cultural que responde a múltiples y variados orígenes. Se dice que los países que han padecido grandes calamidades o pasado por épocas de gran escasez de alimentos (como consecuencia de una guerra por ejemplo), al recuperar la normalidad, conceden una importancia extraordinaria a resarcirse de esas etapas de privaciones.

 

En otros países donde la naturaleza es feraz, con abundancia de productos naturales como los países del trópico por ejemplo, en épocas pasadas el comer abundantemente, era una suerte de “dar gracias” a la madre naturaleza por lo dones recibidos y así, en cada país o territorio existirán motivos para concederle a la alimentación copiosa, una explicación razonable y valedera.

Sin embargo, los tiempos han cambiado. La vida agitada y llena de preocupaciones del hombre común y corriente actual, demanda una salud adecuada para resistir todas las exigencias del trabajo y del diario vivir.

 

Una buena salud pasa por una alimentación equilibrada, no sólo en el tipo de alimentos sino también “equilibrada” en la cantidad. En la comida, como en casi todo, “cantidad” no es sinónimo de “calidad”.

Una dieta sana, equilibrada y en la proporción justa a lo que el organismo necesita, unida a la práctica regular de ejercicio, nos ayudará a tener mejor calidad de vida y enfrentar con mejores posibilidades todas las exigencias de nuestra vida diaria.

Haga un intento y procure “rebajar” aunque sea mínimamente, lo que come a diario. Sáltese la “tapa y la caña” del mediodía antes de comer, o pase por alto el aperitivo previo a la cena, o mejor todavía, reduzca la cantidad de alimento de una de las comidas, verá como al cabo de unos días su organismo (la naturaleza es sabia) termina por “reacomodarse”, adaptando todas sus funciones a las nuevas condiciones. Si lo consigue, habrá dado el primer paso a una vida más sana y más plena. Esto no quiere decir que de vez en cuando, no se de “un gusto” y coma todo lo que quiera hasta quedar ahíto. Esto también es perfectamente natural y normal.

Será hasta la próxima...

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