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Opinión:

¿La Europa que queremos?

Por Alfonso Amayuelas Fernández

domingo 17 de abril de 2016, 03:09h

17ABR-16.-Tres amigos deciden hacer un viaje por España. ¿Por qué? Básicamente por los mismos motivos por los que la Semana Santa se trata de una con los mayores desplazamientos en toda Europa. Celebrar la Pascua, reencontrarse después de mucho tiempo sin verse, visitar nuevos lugares, hacer turismo. Lo típico.

Es exactamente esa situación la que viven esos tres amigos. Destino, Barcelona. Como no podía ser otro. La ciudad de Gaudí que a tantos turistas maravillan sus obras. Deciden visitar absolutamente todos los lugares emblemáticos de la ciudad condal: el monte de Montjuic, el parque Güell, la abarrotada rambla… Callejean por las estrechas calles del barrio gótico y disfrutan de un paseo por el puerto. Lo típico.

Como no podía ser de otra manera, quieren salir de fiesta. Son jóvenes y la noche de Barcelona es conocida en el mundo entero. Se preparan, se ponen guapos, cenan y se ponen rumbo a uno de los locales de moda los lunes en Barcelona. Lo típico.

Pero es en la entrada a la discoteca donde se marcan las diferencias. Donde ponen a cada uno en su sitio y hacen recordar que solo somos iguales sobre el papel. Porque solo uno de ellos puede pasar. El encargado de seguridad decidió rechazar a los otros dos chicos al ver su lugar de procedencia, su pasaporte estaba escrito en árabe. Y ante la exigencia de explicaciones, tan solo logró esgrimir la excusa fácil: “Hoy la fiesta es solo para locales” . Mientras se podía ver como desfilaban por la entrada personas de todas las nacionalidades: alemanes, franceses, británicos…

¿Qué es lo que les hace diferente a estos dos jóvenes? Tal vez sea su lugar de origen, Argelia. O el hecho de ser musulmanes. Podría ser que, para conseguir llegar a España, hayan tenido que trabajar durante cuatro meses después de clase. O que tal vez, que hayan comenzado a tramitar el visado 6 meses antes de su viaje. Todas esas trabas superadas para ser rechazados en el último paso. Ahí donde intervienen los prejuicios.

¿Se está convirtiendo esta situación en el algo normal en Barcelona? ¿En España? ¿En Europa? Quiero pensar que no. Que simplemente fue un acto inconsciente, desconocimiento o pereza de ver que el pasaporte está también escrito en francés en letra diminuta. Cada uno es libre de encontrar sus propias explicaciones.

Pero yo era el tercer acompañante. Aquel que cuando rechazaron a mis dos amigos, sentí como si me estuvieran rechazando a una parte de mi. Tal vez me molesta el hecho de no ser un buen anfitrión. De no poder hacer proveer de la misma experiencia y la misma ilusión con que yo fui recibido en su país. Igual me molesta más la impasividad con que reacciona la gente al contarles la historia. La normalidad con que se ha instaurado que la mayoría de árabes son ciudadanos de segunda. Digo la mayoría, claro, porque aquellos jeques del petróleo no cuentan, ellos no son moros.

Me duelen profundamente este tipo de acontecimientos. Aquellos en los que se rechaza a la gente por su lugar de procedencia. Existen muchos fallos en la educación, y uno de ellos es comprender que somos ciudadanos globales. Que por haber nacido en un país concreto no tenemos derechos ilimitados sobre el resto. Quizás exista en Europa el sentimiento de miedo, y ese miedo sea el que propaga algunas ideas e impulsa ciertos partidos políticos en las encuestas. Pero creo profundamente que antes echar balones fuera, debemos mirarnos a nosotros mismos. Ver cómo hemos respondido a los problemas que no nos conciernen.

A mí, personalmente, se me cae la cara de vergüenza al contar esta historia. Y más aún cuando está protagonizada por mis conciudadanos, no por holandeses afectados por el efecto del alcohol antes de presenciar un partido de fútbol. Pero ésta ya no parece ser la Barcelona que conocía, tampoco la que me siento orgulloso de enseñar al mundo. Tan solo espero que tarde o temprano reaccionemos todos y espero que no volvamos a cometer los errores del pasado. Porque yo, como John Lennon en sus tiempos, también sueño con un mundo sin fronteras, donde no haya motivos por los que matar y las personas vivamos en paz.

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