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Reunificación del país

Alemania celebra 20 años de unión con tareas pendientes

El Muro de Berlín es historia, pero aún persiste cierta distancia entre el Este y el Oeste

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
La célebre fotografía que muestra a un soldado de Alemania oriental desertando a occidente
La célebre fotografía que muestra a un soldado de Alemania oriental desertando a occidente

BERLÍN Veinte años después de la reunificación, uno de los procesos más costosos de la historia de Europa, Alemania ha experimentado una transición velocísima hacia una sociedad pluricultural. Se pide paciencia para aceptar la transición y valorar convenientemente sus efectos, pero los datos económicos demuestran de manera irrefutable que siguen existiendo obstáculos que salvar.

A los alemanes les sigue costando aceptar el cambio, pero de forma tácita aceptan de buen grado la consecución de un objetivo común. Sólo uno de cada diez 'Ossis' echa de menos la vida bajo el socialismo. Es un dato significativo, pero debe ser tenido en cuenta en relación con el hecho de que sus ahora compatriotas creen a su vez que antes de 1989 se vivía mejor en el oeste, en la entonces República Federal Alemana.

Sin embargo, en julio de este año, la tasa de desempleo en el este de Alemania (11,5%) prácticamente duplicaba a las zonas del oeste (6,6%), según datos recogidos por 'Deutsche Welle'. Deficiencias heredadas de la fuerte desindustrialización de los años 90, tras el cierre de las industrias estatales de la antigua República Democrática Alemana (RDA), que experimentan una recuperación lenta y gradual.

Una mayoría ajustada de alemanes --53% en el este, 57% en el oeste-- celebra el hecho de la reunificación en sí misma. Pero ello no significa que tengan que tolerar a los vecinos. Para un 69 por ciento de los orientales, los alemanes del oeste son unos "arrogantes" y un 54% les tacha de "tacaños", según una encuesta del instituto Allensbach.

A su vez, los occidentales están hartos de que sus compatriotas del este nunca hayan expresado apropiadamente su agradecimiento por las cuantiosas transferencias realizadas al Este para sustentar el período de transición. Se trata de una cantidad tan elevada de dinero que el Gobierno nunca se ha atrevido a dar cifras concretas.

Para la mayoría de los alemanes, el país se encuentra en un constante proceso de recuperación. La reunificación deja, a nivel personal, momentos extraordinarios --la reunión de miles de familias separadas por el muro, el fin del envío de los 26 millones de raciones anuales de ayuda al este-- pero también fallos estructurales en lo social. El más destacado de ellos: la falta de integración de las élites orientales en la Alemania unificada.

El ejemplo más rotundo se encuentra en la figura de Angela Merkel, nacida en la RDA. Merkel iba a abanderar un período de comunión entre las cúpulas de poder de las respectivas Alemanias. Un símbolo de integración. Pero, actualmente, resulta que Merkel es la única representante oriental del Gabinete. "Está ella, y después nadie", lamenta la secretaria general del partido de izquierda Linke, Gesine Lötzsch.

Y a pesar de ello, los alemanes antepondrán la unidad del país a la integración europea, sin importarles el peso específico que han adquirido en la Unión. Así opina el antiguo oficial de la misión diplomática estadounidense en la desaparecida Berlín Oriental, E. Wayne Merry, para el que la crisis financiera ha actuado como catalizador de la aparición de "un nuevo parroquialismo nacionalista y cortoplacista".

En su columna de opinión para el 'NY Times', Merry relaciona directamente "la celebración de los 20 años de unificación del país con el momento más bajo en su compromiso con la unidad de Europa". Buena parte de la culpa la achaca a la población del este de Alemania, largo tiempo "sujeta a un aislamiento físico y social prolongado" de Europa, que ha terminado por disociarse de cualquier sentimiento de culpa que suscitó la II Guerra Mundial en la mentalidad alemana.

"La RDA enseñó a sus hijos que no tenían por qué cargar con la culpa del pasado de Alemania, porque la culpa era del oeste", indica Merry. Como consecuencia, "la nueva generación alemana no guarda memoria alguna de la larga lucha de su país para ser aceptado como un estado europeo responsable, y apenas comprende el complejo sistema de acuerdos que anclan la identidad nacional alemana al contexto de Europa".

En la creación de esta identidad nacional han sido imprescindibles los inmigrantes, esenciales por su capacidad de trabajo y cruciales a la hora la tasa de natalidad. En Alemania se concentran mayorías procedentes del centro de Europa con una minoritaria pero cada vez más relevante población de origen turco.

 

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