Preysler – Vargas Llosa

En un tiempo indefinible mi amigo Julio Iglesias, el cantante, se casó con la joven de origen filipino Isabel Preysler. El ascenso si no meteórico sí acelerado del cantante fue arrastrando en su estela a su joven esposa de ojos orientales.

En ese momento todo cobró una aceleración inesperada. Julio escalaría la fama mundial y a decir de mi amigo Mendoza se transformaría en una de las fortunas del mundo. Su esposa filipina saliendo de su órbita centrífuga no perdió ni un segundo para casarse con el entonces un poco amojamado pero con buen título y renombre el Marqués de Griñón.

Mario, entretanto seguía escribiendo en Barcelona o en Londres o en París e iba decantando su talento hacia una postura de demócrata liberal conservador. Quizá hay que posicionarse y desde Madrid la pléyade de estrellas, la constelación del boom, venía fraguando en una especie de los dos córneres opuestos a Gabo, por un lado y por el otro al ambicioso, trabajador y estilista escritor peruano.

Ambos aspiraban al Nobel, uno amigo de Fidel Castro, el otro en la postura contraria llegando hasta aspirar a la presidencia de su país. El cantante entretanto seguía haciendo las Américas y volviendo locas a las mujeres de medio mundo, a las abuelas y a las nietas. Yo le veía de vez en cuando en Nueva York o en Madrid.

Cayó el viejo Marqués pero antes la Preysler – Isabel -, había cazado algo increíble, nada menos que al ministro y cerebro del PSOE Miguel Boyer, hombre apasionante donde los hubiera, elegante, con ese toque de despiste que le hacía encantador e irresistible a los ojos de todos, de las mujeres y de nosotros.

Mientras Isabel se casaba por tercera vez con un hombre galáctico, Vargas Llosa el escritor subía peldaño a peldaño esa inmensa escalinata que conduce a la fama, esa escalinata de luces fulgurantes que más parece la del escenario del Folie Bergère o de Celia Gámez que otra cosa.

Pero no. Escalón a escalón, novela a novela, premio a premio, libro a libro, recorría medio mundo, acumulaba de todo, casas en Londres, en Nueva York, en Lima y en Madrid, doctorados honoris causa por suficientes universidades de prestigio como para un buen día o una buena noche, no recuerdo, quizá un poco tardíamente si se le compara con el inefable Gabo, sonó también su hora y el nobel de Estocolmo.

Lo demás fe rodado, la gloria, la fama universal y lo que da solamente ese premio inefable, que es la inmortalidad hasta que este planeta desaparezca del universo tragado por el sol.

Miguel murió tras larga e invalidante enfermedad, todos le lloramos, ella cobró fama de cuidarle hasta el fin. Seguía haciendo los viajes con “Porcelanosa”, esa marca que le va tan bien pues a veces parece hecha de porcelana, en ese como un duelo con Julio, a ver quien aguanta más.

Curiosamente el escritor llevaba una vida privada discreta, casado con su prima Patricia Llosa hacía 50 años, un matrimonio flexible que le permitía ciertos escarceos que los artistas, los escritores, consideramos indispensables. Pero nada más.

Lo demás se ha ido gestando en la sombra.

Por eso cuando parecía que Isabel, la novia de Julio, del cantante y amigo había desparecido para siempre quizá fruto de la edad y de ese cansancio espiritual que no mitigan ni los lifting, ni el gimnasio, ni todas las vitaminas del mundo. Así de pronto, para las masas como decía Ortega, se anuncia con bombo y platillo una mañana del mes de junio de un año quizá estratosférico el último bombazo: El romance entre el Premio Nobel peruano entrado en años y la ex mujer de Julio Iglesias, del Marqués de Griñón y de Miguel Boyer.

Una vez más queda demostrado el poder indestructible de las féminas, inspiración, fuerza creadora, lanzadera espacial y arrebato de tantos hombres geniales y no geniales, también quizá su tumba, porque ellas viven mucho más que nosotros. Pero eso es lo de menos. El escritor, actor de sus propias obras, gozando de jóvenes actrices como Aitana en los escenarios del mundo, no pierde comba, anuncia su separación con su prima Patricia y salta en una cabriola que le permite sin duda la fama del Nobel desde su apartamento en Eurobuilding hasta el restaurante donde dio la nota para que todos los medios pudieran enterarse.

Pero la última cabriola, la genial, la absolutamente irresistible por increíble para muchos la da Isabel sin despeinarse un pelo, la novia filipina de aquél cantante del barrio de Argüelles.

Nadie podía imaginarlo. Ella, desde las portadas de los diarios nos sonríe con esa sonrisa entre magnética e inquietante, eterna, mientras nos interpela.

“¿Hay alguien que dé más?”.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)