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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

Una conferencia sobre Thomas Mann

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

sábado 06 de diciembre de 2014, 03:08h
Una conferencia sobre Thomas Mann

Recientemente la Fundación Juan March ha programado dos conferencias sobre la figura de Thomas Mann, yo soy becario de esa Fundación desde 1972 en el que se me concedió la Beca de Creación Literaria en parte aunque nunca me lo dijo apoyado por Antonio Buero Vallejo que me tenía en gran estima, era una estima recíproca. No voy mucho a actos públicos, conferencias, estrenos, etc, vamos, no me prodigo. No obstante tenía interés por asistir a esas conferencias dado que desde siempre he sentido por Thomas Mann una mezcla de admiración y gratitud, por él y por Herman Hesse.

El aforo estaba más que completo y yo ocupé las localidades que me tenían reservadas, me acompañaba una amiga escritora. La expectación era muy grande, se notaba. Una vez presentada la conferenciante que he de advertir antes que nada que ofreció una primera charla correcta y medida, inició la misma después de hablar de Lübeck cuna de Mann cuya casa visité en compañía de mi querida hermana allá por los años ochenta. Cometió quizá la equivocación de iniciar la charla biográfica haciendo hincapié en la atracción que el escritor sintió por un joven y rubio compañero cuya fotografía se proyectó en una pantalla gigante durante unos minutos. Habló de una carta que Heinrich, hermano del novelista, le envió recriminándole por aquella tendencia. Tendencia que curiosamente se desvanecería y que jamás se llegó a consumar en contacto físico alguno. La conferenciante hizo hincapié en las capas o corazas conque el escritor tuvo que rodearse a lo largo de aquél tiempo para reprimir esa tendencia. Hasta que se casó y tuvo familia numerosa de todos conocida.

Pero una y otra vez en la exposición se hacía hincapié en “los perros encerrados en el sótano de la casa”, haciendo alusión con ello al alma de Thomas Mann, siendo los perros su tendencia homosexual y el sótano su propio cuerpo que por supuesto le acompañaría hasta la tumba.

Con todo lo que digo la conferencia se tiñó de ese tinte violáceo que parecía impregnar al nobel alemán y que curiosamente sería el “leit motiv” de gran parte de su obra creadora, por supuesto haciendo hincapié en “Muerte en Venecia”.

Yo salí algo aturdido, pero ya en casa y a lo largo de la noche me sentí fuertemente dolido por el daño que se había infringido a uno de mis escritores más queridos, un hombre, por otra parte que no se podía defender ya que se hallaba muerto.

Este hecho, este sentimiento creo que me afectó hasta hacerme sentirme mal todo el día siguiente.

Sé mucho de la vida y tanto o más de la literatura. La obra riquísima, variada y genial del autor alemán no pudo tener su origen en un instinto homosexual reprimido, su origen en “esos perros encerrados y encadenados en el sótano de la casa”.

Es totalmente imposible pues además de ser un creador minúsculo al lado del nobel alemán, en mis primeros escritos allá por los años setenta del siglo pasado, sobre todo cuando publiqué “Largo Retorno” que se hizo en filme, más de un crítico avezado compararía un poco mi estilo con el Mann.

El hecho es que muchos artistas, muchos escritores hemos podido sentir en la infancia y primera adolescencia una cierta atracción por algún compañero de clase, por algún conocido, creo que es una tendencia muy común hasta que pasado un tiempo la persona al crecer se decanta por el otro sexo, el sexo opuesto. Cosa que quedó bien clara en el caso del escritor alemán al contraer matrimonio y tener esa pléyade de hijos, una familia numerosa a la que tuvo que mantener, alimentar y cuidar.

El caso de Thomas Mann es el caso de la perfección personal y artística, un hombre metódico, trabajador infatigable y genial hasta su exilio en California, donde gustaba decir que donde él estuviera estaba Alemania, su querida Alemania, que “Alemania era él”.

Se da la circunstancia de que yo admiro a Thomas Mann como he admirado a Buero Vallejo y a Miguel Delibes, hombres de una pieza fruto de un mundo que ya no existe, un mundo extinto para nuestra desgracia.

Por eso me molestó mucho el arranque de la conferencia y la reiterada alusión al mismo tema, tema que subyacía tan pronto como tenía ocasión la interlocutora.

Vivimos una época que la que todos van contra todos quizá con tal de destruirse, pues en el momento en que alguien “es imputado” en alguna causa judicial y sale a la prensa, esa persona queda destruida para muchos, para buena parte de la sociedad, su imagen queda profundamente dañada y escarnecida aunque sea inocente y en el juicio posterior así se demuestre… Pero el daño ya está hecho.

Creo que ocurrió algo parecido con el escritor alemán, con el premio nobel para más señas de conducta irreprochable en el que muchos jóvenes artistas que entonces comenzábamos esta ardua andadura teníamos el descanso espiritual de reposar en él, en su obra, en su persona.

Quiero destacar que no tengo nada contra la homosexualidad, buena parte de mis amigos desde la primera infancia lo fueron y son homosexuales, no digamos en el campo del teatro de donde vengo y de la televisión, pero eso es una cosa y otra muy distinta vapulear en público con grandes diapositivas en la pantalla a alguien, a una persona que ocupaba en tu corazón un lugar sagrado…Pero claro, el morbo es el morbo, y había que dar el toque fatal a alguien que llegó a presentarse como un ejemplo a imitar en todo su contenido por la jóvenes generaciones.

Recuerdo “Los Buddembrock”, “La Montaña Mágica”, “Señor y perro”, “ José y sus hermanos” y un sinfín de libros, de relatos que elevaron nuestras almas de entonces hasta las más altas cimas de la belleza y de la bondad”…Pero todos sabemos que eso no se estila en los tiempos que corren, y las masas han sido instruidas en un alto porcentaje en todo lo contrario. Lástima de mundo, con los altos valores que aún están ahí pues pertenecen al mundo de las ideas y uno de cuyos baluartes más señeros es precisamente Thomas Mann el autor alemán por excelencia y uno de los mejores del siglo XX.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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