¿Por qué sigue sufriendo el alma en el más allá? (II)

A veces se oye decir que una persona ha tenido una “muerte dulce”. Con esto se quiere decir que no se ha dado cuenta de la muerte; que ha muerto como por sorpresa. ¿Quién ha sido esa persona? ¿Ha considerado la materia como la única medida de todas las cosas? Si ha sido así, su alma seguirá vegetando en cierto modo inconscientemente después de la muerte física, sin saber que ya ha abandonado su cuerpo terrenal. Esta ignorancia es una limitación que la ata a la Tierra y como un sonámbulo se va moviendo entre la familia, en su círculo de amigos, en su diario vivir de hasta entonces. Sigue haciendo, como en sueño, aquello que siempre hizo siendo hombre. Por ello no se da cuenta durante mucho tiempo de que ya no tiene su cuerpo físico.

Un alma atada a la Tierra es un alma que ha desaprovechado la escuela de la vida interna a causa de sus ataduras, por ejemplo al fijarse sólo en hombres, posesiones y riquezas. Así después de la muerte, estará únicamente pendiente de la materia, de la vida terrenal y de sus intereses que fueron el contenido de su vida en la Tierra. Sus inclinaciones se dirigirán otra vez hacia las personas y cosas a las que, siendo hombre, se había atado y que, cuando estuvo en cuerpo físico, fueron su felicidad y dicha en la Tierra.

Según las circunstancias, puede pasar mucho tiempo hasta que esta alma llegue a comprender que sus semejantes con los que ha vivido antaño ya no le prestan atención. Entonces va surgiendo el pánico en ella. De pronto se da cuenta de su incapacidad para actuar. Empujada por sus pasiones, se acerca entonces a una persona en la Tierra que corresponde a su estructura, deseos y añoranzas. Si llega a ejercer influencia y posesión sobre esta persona, va ejecutando a través de ella lo que fueron sus ansias y anhelos siendo hombre. De ahí resulta la posesión de un hombre que alimenta deseos y vicios similares a los del alma que se ha acercado a él.

Personas que viven en el pasado o en el futuro, que cavilan mucho y se dejan arrastrar por sus preocupaciones e imágenes de deseos, están casi siempre “fuera de sí mismas”, es decir, no viven en el presente ni conscientemente. De esta manera el hombre está ofreciendo su casa, su cuerpo, a estas almas. Otra causa para la atadura de un alma a la Tierra se produce cuando los familiares lloran y se lamentan por el fallecido. De esta manera atraen al alma del fallecido y hacen que ésta siga viviendo entre la familia. Es decir, los afligidos pueden atar a sí mismos a un alma que está considerablemente cargada.

También los hombres con muchos conocimientos espirituales, que únicamente conocen las leyes divinas pero no las han realizado, están pecando contra el Espíritu Santo, es decir, pecan a pesar de tener conocimientos espirituales. Esto significa que las almas de estas personas están atadas a la Tierra y permanecerán cerca de ésta.

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Por Ana Sáez Ramírez

(De la publicación. “La campaña de guerra de la serpiente”)

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