Atención: BOEING 777

Una persona de mi entorno, muy reflexiva y de gran clarividencia para analizar los grandes acontecimientos de los últimos años, me comenta que  no hay que descartar las singularidades del país asiático, musulmanes en su mayoría y con una gran pujanza y poderío económico. Y ya se sabe que lo musulmán no está bien visto por muchos. Además Asia es ahora el continente fuerte. Su economía ha ido creciendo hasta ser la envidia de los países que hasta no hace mucho gozaban de gran poderío y que ahora ven cómo los países asiáticos los superan. El imperio de Occidente se ha trocado por el Imperio Asiático y eso escuece mucho a muchas economías.

Por otra parte, a la mayoría de los ciudadanos de bien se nos pasan desapercibidas muchas cosas pero algo nos dice que lo que se cuece a nuestras espaldas es harto preocupante. Pongamos por caso el Club Bilderberg, una organización donde sus miembros son banqueros,  presidentes de gobiernos, monarcas, jeques árabes y toda una pléyade de personas que son las que dominan el mundo; dominan a los gobiernos, dominan a la banca y dominan a las grandes empresas. Todos ellos bailan al ritmo que les marcan desde tan selecto club. Se ha dicho, incluso, que en la última reunión del Club Bilderberg,  a la que asistió la reina Sofía, regresó con el mandato para su egregio esposo, el Rey Juan Carlos, de que debía abdicar. Así me lo contaron y así lo cuento.

También somos conscientes de las políticas adoptadas por muchos gobiernos que están provocando el hambre en sus poblaciones debido a la falta de trabajo, por una deficiente asistencia médica, por el recorte de medicamentos, por la supresión de prestaciones y por un larguísimo etcétera que está haciendo que países como el nuestro, por ejemplo, haya alcanzado un nivel de pobreza y miseria escandaloso y vergonzoso. Los ricos, eso sí, cada vez más ricos y prósperos.

Por si esto fuera poco, todos nos hemos dado cuenta de esas estelas que cruzan el cielo a todas horas, de día y de noche,  que si bien, muchas de ellas son las que dejan los aviones comerciales, hay muchas otras que proceden de aviones fumigadores que no se sabe muy bien qué es lo que desprenden pero que están contaminando grandes áreas de cultivos para que los alimentos  sean alterados y lleguen al consumidor medio envenenados para perjudicar seriamente su salud. De todos es sabida la cantidad de alimentos que producen cánceres y enfermedades raras de difícil catalogación. Este asunto se trataba hace algunos días en una emisora de radio y los comentaristas  no sabían ni qué pensar ni qué es lo que procedería hacer al respecto. Lo cierto es que nadie sabe nada y nada nos cuentan.

Qué decir de lo que está ocurriendo en Palestina ante el beneplácito de las organizaciones internacionales que pudiendo parar tal masacre, la permiten. ¿Quién está detrás de todo eso?

Hace algún tiempo, un ministro japonés dijo que las personas mayores y  enfermas,  deberían morirse, es decir que no se preocuparan tanto por su salud. Así se ahorraría mucho dinero la Seguridad Social. Como puede deducirse el ciudadano común se ha convertido en rata, en cucaracha, en seres molestos a los que hay que aniquilar. Ojalá que lo que digo sea solamente producto de mi imaginación. Pero las evidencias me llevan a pensar en que estoy en lo cierto. O si no, juzguen a esos pobres parias que intentan saltar las vallas  en nuestras fronteras en Melilla o Ceuta, por ejemplo. Juzguen con que “cariño” son tratados por los gendarmes. Terrible.

Mientras escribo oigo una emisora de radio donde se especula sobre los culpables del derribo del avión siniestrado. Rusia, Ucrania, Obama, bielorrusos, Putin y su avión…

Quédense en lo que decía más arriba. ¿A quién molesta la pujante economía de Malasia? ¿A quién conviene desbaratar el turismo de este maravilloso país? ¿A quien interesa que la magnífica compañía de aviación se venga abajo?

(*) Concha Pelayo es escritora y crítica de Arte y es miembro de la federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET)