No es fácil ser solidario en Chile

Esta larga y angosta faja de tierra que se llama Chile, no ha sido una madre propicia para generar unión entre sus hermanos. Muchos chilenos no conocemos nuestras zonas rurales, la gente “de arriba” no sabe cómo ni dónde vive la gente “de abajo” y vice versa. Se habla de modernidad en nuestra ciudad, cosa que sólo se puede constatar por alguna fotografía. La gente de clase media, sale en sus vacaciones a Argentina o más lejos, por los precios convenientes para realizar su paseo. Es tan caro viajar por nuestra patria� que no es raro que la gente no se sienta identificada con las barbaridades que ocurren en su propia tierra. No nos sentimos comprometidos con causa alguna. Todo parece, porque lo es, más lejano que los pueblos extranjeros. En la misma capital, las comunas están diseñadas de tal manera, que el acceso de una a otra, más el alto costo e inconveniencia del Transantiago, hacen francamente imposible ir y volver para fines benéficos o solidarios: Una salida básica, equivale a dos horas de tiempo y a un kilo de pan de desprendimiento.

Antiguamente, si uno se enfermaba, no faltaba la amiga generosa que venía a verte a diario, hacía tus cosas y corría a hacer las propias. Hoy no se dan las condiciones para tanta bondad. Estamos separados como personas por causa de estructuras de ingeniería o como se llame la rama que se dedica a la distribución de las calles y vías de transporte, siendo la mayoría de estas últimas de propiedad privada. En poco o nada de diferencia de la actitud de matonaje que ejercen algunos pobladores celosos, alcohólicos o drogadictos a través de sus “peajes humanos” (improvisados en algunas comunas circundantes de Santiago) para su propio beneficio o vicio.

Hoy en día, pareciera que lo único que nos une como territorio, cada año sin elecciones, son los cajeros automáticos distribuidos a lo largo de nuestro país y que los bancos ponen a disposición para la Teletón, permitiéndonos ejercer, aunque sea por pocas horas, aquella tan valorada solidaridad nacional.

De esta triste manera, se nos hace imposible ir hacia el sur y solidarizar con nosotros mismos, para que no desaparezca �por ejemplo- la maravillosa Patagonia* por causa de “avances” de una poderosa empresa privada de raíces extranjeras, que amenaza con expoliar lo largo de nuestro territorio, cuyas aguas en el Sur, curiosamente alcanzan un 99% de pertenencia al misma área privada.
¿Cómo ser solidario con algo que sólo conoces en fotografías y escasos programas culturales si casi no te toca? Porque ir a asistir a un hijo, nieto, padre o amigo, con una sola visita significa renunciar al pago de una cuenta de servicios� ¿A cuánto renunciaríamos de nuestro presupuesto familiar para solidarizar con nuestros compatriotas separados por kilómetros y kilómetros de caminos que ni siquiera ya son tan nuestros� para llegar a tierras que poco a poco también dejarán de ser chilenas? ¿Qué hay con los patrimonios de la humanidad? ¿La belleza de la Patagonia no será digna de serlo, por lo menos por ser unas de las pocas fuentes de agua natural del mundo?
¿Cómo me acerco a ti hermano chileno, para decirte que lloro contigo por esta impotencia?


http://www.patagoniasinrepresas.cl
El cableado que construirá Transelec para llevar la energía de Aysén al centro del país recorrerá más de dos mil kilómetros, impactando parques nacionales, centros turísticos y predios indígenas.

El plan contempla el levantamiento de cinco mil torres de 50 metros de altura, con una distancia de 400 metros entre sí. La franja de terreno que utilizarán tendrá un ancho de 70 metros, menos de los 200 metros que se necesitarían para transmitir los 2.750 megawatts de las represas de HidroAysén con corriente alterna.


Spot Patagonia Sin Represas:

Video Patagonia sin Represas (Parte 2):