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Las 101 cagadas en español enseña a evitar errores

Las 101 cagadas en español enseña a evitar errores

LIBRO En "Las 101 cagadas del español" también se informa sobre el origen de algunas expresiones.

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

'Todos cometemos errores en el lenguaje, pero algunos de forma más aberrante e hiriente que otros', asegura la periodista María Irazusta, quien señala que su libro busca 'minimizar el impacto' de las fallas más comunes

El término "cagadas" del título llamará sin duda la atención de los lectores, y eso es lo que han pretendido Irazusta y su equipo con esta palabra tan coloquial, "contundente, fácil y muy usada por los españoles", aunque la obra le será muy útil también al resto de los hispanohablantes.

El subtítulo de la obra, "Reaprende nuestro idioma y descubre algunas curiosidades", resume muy bien su contenido, porque no se trata solo de subrayar errores, entre ellos el de utilizar el inexistente verbo "preveer", dar las órdenes en infinitivo y no en imperativo o "caer en el error de los pedantes" y decir "espúreo" en vez del correcto "espurio".

Un error, este último, que cometieron Lope de Vega, Simón Bolívar, Gonzalo Torrente Ballester y Francisco Umbral, entre otros muchos.

En "Las 101 cagadas del español" también se informa sobre el origen de algunas expresiones ("ir de picos pardos", "el coño de la Bernarda" o "el quinto pino") y sobre la curiosa evolución del significado de palabras como "álgido" (en origen "algo muy frío", que acabó siendo un momento o un punto "culminante") o "enervar" (fue "debilitar" mucho antes que "poner nervioso").

"Nimio" significaba "excesivo" o "demasiado" y ha pasado a ser "insignificante", mientras que "lívido" cambió de color y pasó del "amoratado" al "intensamente pálido" actual, se recuerda en el libro.

Por no ofender.
Lo políticamente correcto afecta de lleno al lenguaje y quien más y quien menos abusa de los eufemismos, como se pone de relieve en una de las entradas. Obama, el presidente de Estados Unidos, "es negro", pero pocas veces lo veremos escrito así "por temor a ofender".

Por esa misma corrección política se dice "interrupción del embarazo" en lugar de "aborto", "desfavorecidos" antes que "pobres", "crecimiento negativo" en lugar de "descenso". Y los salarios "no bajan" sino que "moderan su subida", y "ser despedido" de una empresa ha pasado a "ser desvinculado".

La moda de no utilizar el masculino genérico, porque ciertos sectores lo consideran discriminatorio, ha llevado a muchos a abusar de las fórmulas desdobladas (niños, niñas; ciudadanos, ciudadanas...) y a absurdos lingüísticos como "miembros" y "miembras".

"Siguiendo esta disparatada lógica, también deberíamos decir `ídolos e ídolas` o `personas y personos`", sostienen María Irazusta y su equipo, formado por los periodistas Beatriz Fernández y Nacho Miquel, la comunicóloga Noemí Sánchez y la filósofa Acacia Núñez.

En los medios de comunicación y en las empresas hay un "neoespañol en gestación", gracias al cual el empleo "se precariza"; uno "se publicita" y no se anuncia; "se inicializa", en vez de iniciarse algo; las cosas no se resuelven o tienen lugar, "se sustancian"; no se aclaran, "se clarifican"; y los planes no se ponen en práctica sino que "se implementan".

Irazusta y su equipo no son "los hermanos rebeldes de la RAE", como se afirma en las redes sociales. Han tenido muy en cuenta las normas gramaticales y ortográficas de la Real Academia Española, pero no siempre están de acuerdo con ella.

"¿Por qué la Academia acepta vulgarismos como `almóndiga`, `asín, `setiembre` o `madalena` y se niega a aceptar `negrísimo` frente a "nigérrimo", que nadie utiliza?", se preguntan los autores de este libro, en el que se reivindica con pasión otro vulgarismo: "vagamundo".

Es "Hola, mi amor" y no "Hola mi amor"

La obra de María Irazusta revela que 97% de las personas que habitan la lengua castellana prescinden de la coma después de hola cada vez que deben saludar a alguien con un mensaje de texto.

Escriben "Hola mi amor" en lugar del correcto "Hola, mi amor", y tienen cara lo suficientemente dura como para burlarse de los humildes e iletrados galanes de liceo que escriben el peor "Hola miamor".

Este error tan común nos hace recordar que el único derecho que tienen los que saben sobre los que no saben es el derecho a enseñarlos, y que la arrogancia y la burla son apenas el territorio de los débiles. "Cuando en el uso del lenguaje lo falso toma forma de verdadero y, además, de cultismo, es mucho más difícil de erradicar", señala Irazusta en su libro.

 

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